Desde su aparición, El conflicto de los siglos ha sido un gran libro misionero en el territorio de Sudamérica.

En Sudamérica, el movimiento adventista comenzó gracias a las publicaciones. Los primeros adventistas enviados oficialmente por la iglesia hacia estas tierras fueron tres colportores. Se trataba de Elwin Snyder, Augustus Stauffer y Clair Nowlen. Ellos trabajarían entre la gente inglesa, alemana y escandinava porque ninguno dominaba el castellano. Llegaron a Montevideo (Uruguay) en diciembre de 1891, pero comenzaron su obra en Argentina. Snyder y Nowlen trabajarían en Buenos Aires, mientras que Stauffer, que era alemán, realizaría su obra en la provincia de Santa Fe.

Snyder trajo a las filas del adventismo a un joven inglés llamado Lionel Brooking. Le había vendido El conflicto de los siglos en inglés, y este abrazó la verdad como resultado de su lectura. Brooking fue el primer converso fruto de la obra del colportaje en Sudamérica, y pronto él también empezó a colportar.

Mientras tanto, Stauffer sembraba con éxito las verdades bíblicas en Santa Fe. En 1892, una familia alemana protestante (los Mangold) tomó contacto con los adventistas mediante un ejemplar de El conflicto de los siglos que Stauffer les había vendido. Dos años y medio más tarde, esta familia recibió la visita del pastor Francisco Westphal. Para ese tiempo, Guillermo Mangold, el padre de la familia, tenía intenciones de quemar el libro, pues su lectura le causaba cierta resistencia y fastidio. Pero luego de escuchar a Westphal se concilió con el libro y con su mensaje. Diez miembros de la familia llegaron a bautizarse, incluyendo a Guillermo. Con ellos, junto con otra familia vecina, se formó la segunda Iglesia Adventista de Argentina.

Stauffer, que solo hablaba inglés y alemán, también le vendió El conflicto de los siglos en francés a un joven inmigrante hugonote llamado Adolfo Barraud, en 1892. Por la lectura de ese libro y de la revista Les Signes Des Temps (que había estado recibiendo por correo desde Suiza durante un año), su familia, la familia de su hermano y su vecino Gustavo Herbez comenzaron a guardar el sábado. Stauffer también colportó en el Uruguay y en el sur de Brasil.

Por su parte, Snyder trabajó un tiempo en Río de Janeiro, y su obra llevó a la conversión de Alberto Bachmeyer, un joven alemán que se hizo colportor y fue clave para formar el primer núcleo adventista en Brasil, en Gaspar Alto (Estado de Santa Catarina).

Luego de trabajar un tiempo en Buenos Aires, el colportor Clair Nowlen distribuyó publicaciones en las islas Malvinas, hacia diciembre de 1893. Después estuvo un corto tiempo en Chile, donde dejó libros en español a los colportores Frederick W. Bishop y Thomas H. Davis, quienes habían llegado de Estados Unidos hacia fines de 1894. Ellos dos iniciaron esta obra en Chile, y pronto el colportaje fue avanzando hacia Bolivia, Perú y Ecuador.

Eduardo Kahl, editor de la ACES.

Fuentes:

Fernando Mammana, “Historia del colportaje y la distribución de los impresos adventistas en la República Argentina desde 1891 hasta 1942”, tesis de licenciatura, UAP, 2005.

Floyd Greenleaf, Tierra de esperanza. El crecimiento de la Iglesia Adventista en Sudamérica (Florida, Buenos Aires: ACES, 2011).

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