EQUILIBRIO

5 enero, 2024

2024: Entre el “ya” y el “todavía no” de la Segunda Venida.

Siempre me han gustado las frases acerca de la puntualidad, aun cuando sea algo con lo que lucho normalmente. En la siguiente, Shakespeare utiliza la hipérbole para dejar en claro su argumento: “Mejor tres horas demasiado pronto que un minuto demasiado tarde”. Nicolas Boileau toma una aproximación por contraste: “Procuro ser siempre muy puntual, pues he observado que los defectos de una persona se reflejan muy vivamente en la memoria de quien la espera”.

Pero es el escritor y dramaturgo George Bernard Shaw quien me hizo reflexionar, cuando afirma: “Mejor nunca que tarde”. Esta máxima tiene al menos dos dimensiones de significado. Una, que es mejor pensar en no hacer algo si es que vamos a llegar tarde, contrarrestando, quizá, la máxima que sirve de excusa a muchos: “Más vale tarde que nunca”. Es la segunda dimensión la que me interesa: hay cosas que se hacen a tiempo, porque las oportunidades pasan y ya no se pueden realizar más allá del momento estipulado. Solemos decir de alguien que “se le pasó el tren”, cuando vemos que se le agotaron las oportunidades. Esto suele ser verdad en ciertas ciudades del mundo, como Viena, Hong Kong o Moscú, que tienen los sistemas de transporte público más puntuales del mundo. Me tocó correr por el metro y las calles de Moscú durante más de media hora, solo para llegar un minuto tarde a tomar un tren, que ya había salido en su horario exacto.

La cuestión se vuelve más compleja cuando hablamos de la segunda venida de Jesús, ya que la Biblia no ofrece una fecha exacta para este acontecimiento. Claro, tenemos un cronograma profético (mayormente, profecías de tiempo de Daniel y Apocalipsis) que nos coloca directamente en el tiempo del fin, además de las señales que nos dejó Jesús; señales que estamos viendo cumplirse ante nuestros propios ojos.

Así que, la pregunta permanece: ¿Cómo ser puntuales ante una fecha y horario que no se nos ha dado? Aquí entra en juego la tensión que sostiene la Biblia, sobre todo el Nuevo Testamento, entre el ya y el todavía no. Somos salvos en Cristo (Efe. 2:8), pero debemos continuar en la carrera del cristiano para recibir el premio al final (Fil. 3:12-14).

En el contexto de esta misma tensión entre el ya y el todavía no, Pablo manifiesta su deseo/convicción de que él y los de su generación estarían vivos en el momento de la segunda venida de Cristo (1 Tes. 4:17), pero al mismo tiempo sabía que faltaban cumplirse varias profecías que extenderían el tiempo más allá de sus días (2 Tes. 2:3-12).

Al hablar de la escatología personal (el momento de la Segunda Venida para mí podría ser cuando me llegue la muerte, ya que lo próximo que veré al abrir mis ojos será en la primera o la segunda resurrección), Jesús mencionó la importancia de estar preparados porque, de llegar tarde, nunca lo estaremos.

Un hombre rico tenía un campo fértil que producía buenas cosechas. Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”. Entonces pensó: “Ya sé. Tiraré abajo mis graneros y construiré unos más grandes. Así tendré lugar suficiente para almacenar todo mi trigo y mis otros bienes. Luego me pondré cómodo y me diré a mí mismo: ‘Amigo mío, tienes almacenado para muchos años. ¡Relájate! ¡Come y bebe y diviértete!’ ”

Pero Dios le dijo: “¡Necio! Vas a morir esta misma noche. ¿Y quién se quedará con todo aquello por lo que has trabajado?” Así es: el que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios es un necio (Luc. 12:16-21).

Sin embargo, Jesús también habló de la escatología cósmica, ese momento en que su segunda venida será real para la generación que le toque vivirla (Mat. 24). Y es en el contexto de su sermón profético que Jesús nos advirtió con respecto a habitar en uno de los extremos de la tensión: en este caso, en el “todavía no”.

Nos alertó a no cultivar la actitud de aquel siervo que piensa “Mi amo no regresará por un tiempo”, y comienza a descuidar su preparación y sus deberes. Esta actitud de procastinación espiritual puede terminar muy mal: “El amo regresará inesperadamente y sin previo aviso, cortará al sirviente en pedazos y le asignará un lugar con los hipócritas. En ese lugar habrá llanto y rechinar de dientes” (Mat. 24:50, 51).

Así que, con equilibro, transitemos este 2024 sin descuidar ninguno de los dos polos de esta tensión, preparándonos como si Cristo viniera hoy aun cuando todavía puedan faltar por cumplirse algunas de las señales que precederán a ese evento.

  • Marcos Blanco

    Pastor y doctor en Teología. Desempeña su ministerio en la ACES desde 2001. Autor de "Versiones de la Biblia", es Jefe de Redacción y director de la Revista Adventista desde 2010. Está casado con Claudia y tiene dos hijos: Gabriel y Julieta.

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