BAJO ATAQUE (PARTE 1)

7 noviembre, 2023

¿Es cierto que Elena de White cometió plagio?

Por estar en medio del Gran Conflicto, no es de sorprenderse que el enemigo levante ataques contra el espíritu de profecía, que es una de las características que identifican a la iglesia remanente (Efe. 6:10; Apoc. 12:17; 19:10). Estas críticas a Elena de White no son nuevas, puesto que se han usado desde los inicios del movimiento adventista.

La primera y gran crítica son las acusaciones de plagio. Esto se basa en que ella usó en sus libros citas de otros autores sin darles o mencionar el crédito. Para empezar, muchos tienen la idea errada de que para que el profeta sea verdadero debe ser totalmente original; es decir, no puede tomar nada de otras personas. Sin embargo, la evidencia bíblica muestra que los profetas pueden citar textualmente lo que escucharon en visión; expresar el mensaje en sus propias palabras (lo que mayormente sucede); y pueden usar palabras de otros autores, sean inspirados o no. De ese último punto, tenemos varios ejemplos. Miqueas 4:1 al 3 repite las mismas palabras de Isaías 2:2 al 4; mientras 2 Reyes 18 al 20 es semejante a Isaías 36 al 39. Sabemos que Mateo y Lucas usaron más del 50 % del Evangelio según Marcos.

Además, Lucas afirma “haber investigado todo con diligencia” (Luc. 1:1-3), lo que significa que consultó muchas fuentes para componer su documento. Incluso hay ejemplos en los que los autores bíblicos usaron material de poetas griegos. Así, Pablo citó a Epiménides de Creta (VI a.C.) en la expresión “Porque en él vivimos, y nos movemos, y existimos” (Hech. 17:28). En el mismo versículo citó una frase de Arato (s. III a.C.): “Linaje suyo somos”. Y lo vuelve a hacer en Tito 1:12 en la frase: “Los cretenses: siempre mentirosos, malas bestias, perversos, perezosos”.

En estos casos, los escritores bíblicos fueron guiados por el Espíritu Santo para seleccionar las fuentes que servían para transmitir la verdad divina.

En el caso de Elena de White, ella cita mucho a los autores bíblicos, pero también tomó material de autores no inspirados. No obstante, debe aclararse que ella no los usa como autoridades, sino porque le servían para expresar sus ideas. Ella misma lo explica en la introducción de su libro El conflicto de los siglos: “En algunos casos, cuando encontré que un historiador había reunido los eventos y presentado en pocas líneas una visión de conjunto del asunto, o resumido los detalles en forma conveniente, he reproducido sus palabras; pero en otros casos no se los he acreditado de manera específica, dado que tales referencias no las menciono con el propósito de citar a esos escritores como autoridades, sino porque sus declaraciones resumían adecuadamente el asunto.

“Y, al referir los casos y los puntos de vista de quienes siguen adelante con la obra de reforma en nuestro tiempo, me he valido en forma similar de las obras que han publicado”.

Otro aspecto para considerar es que el acto de “plagiar” tiene que ver con engañar y hacer pasar las ideas de otras personas como propias. La evidencia demuestra que la hermana White no tenía esta intención, pues en sus artículos publicados en la Review and Herald y Signs of the Times recomendaba leer las obras de los autores que ella utilizaba.

¿Y los derechos de autor? ¿Por qué no les dio el crédito al citarlos? Para juzgar a un autor, debemos ponernos en su tiempo y su contexto. Elena de White escribió mayormente en el siglo XIX, cuando las leyes de derechos de autor no eran tan estrictas como lo son actualmente. De hecho, los autores del siglo XIX, y anteriores también, regularmente usaban material de otros autores sin mencionar el crédito. Veamos la siguiente declaración de un autor de esa época que prueba esto: “Todos los comentadores han extraído abundantemente de los padres, especialmente de San Agustín; y la mayoría de ellos han hecho una propiedad general de Patrick, Lowth y Whitby. Poole ha agotado los escritores continentales antiguos; Henry lo ha hecho muy libremente con Bishop Hall y otros; Scortt y Benson han enriquecido sus páginas abundantemente con Henry; Gill ha traducido a la perfección Synopsis de Poole, pero este, ante todo, le da autoridad; Adam Clarke y Davidson deben mucho a los mejores críticos, aunque el primero no siempre menciona sus ‘prestamos’; y el segundo, nunca” (véase, Ingram Cobbin, The Condensed Commentary and Family Exposition of the Holy Bible).

Lo anterior demuestra que Elena de White escribía como lo hacían los autores del siglo XIX. ¡Podemos seguir confiando en los mensajes inspirados por Dios mediante sus instrumentos!

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