¿ES JESÚS EL ESPÍRITU SANTO?

20 abril, 2023

Lo que la Biblia y Elena de White dicen al respecto.

La herejía modalista afirma que el Espíritu Santo es Jesús mismo, pero desprovisto de la naturaleza humana. Según ellos, esto estaría en armonía con todos los textos en los que la Biblia usa la expresión “Espíritu de Cristo”, y que la preposición “de” sería un indicador de identidad, es decir, que el Espíritu es Cristo mismo.

Sin embargo, esto es una clara tergiversación del texto bíblico. Las frases “Espíritu de Cristo” (Rom. 8:9), “Espíritu de Jesucristo” (Fil. 1:19) o “Espíritu de su Hijo” (Gál. 4:6) no están hablando de Jesús en forma espiritual, puesto que el genitivo griego “de” sirve para mostrar el origen o la procedencia del Espíritu Santo. Cuando se llama a Jesús “Hijo de David”, no significa que él mismo sea David, pero sí que procede de David. Así también, “Espíritu de Cristo” indica que el Espíritu procede de Cristo, y no que es el mismo Cristo. Se debe recordar que la Biblia sí enseña que entre las tres Personas divinas existe una íntima relación. Por eso, se afirma que el Espíritu Santo procede tanto del Hijo (Juan 15:26) como del Padre (Juan 14:26).

¿Elena de White creía esto?

Algunos grupos antitrinitarios dentro de la Iglesia Adventista han asimilado este aspecto de la herejía modalista y afirman que la misma Elena de White creía que Jesús era el Espíritu Santo. Citan una declaración que ella escribió en 1895: “El Espíritu Santo es él mismo despojado de su personalidad humana e independiente de ella” (Manuscript Releases, t. 14, p. 23). ¿Significa esto que para ella Jesús es la misma Persona que el Espíritu Santo, pero “despojado de su personalidad humana”? Claramente, no. Veamos algunas declaraciones que figuran antes de esta frase: “Aunque nuestro Señor ascendió de la Tierra al Cielo, el Espíritu Santo fue designado como su representante entre los hombres. [Se cita Juan 14:15-18]”. La línea de pensamiento que ella intenta desarrollar en el contexto indica que, en su concepto, el Espíritu Santo era el “representante” de Cristo “entre los hombres”, y no el mismo Cristo.

Entonces, ¿por qué dijo que “el Espíritu Santo es él mismo despojado de su personalidad humana”? Como mucho, esa frase es ambigua, pero se entiende a la luz del contexto.

Afortunadamente, con los años, Elena de White fue clarificando esta idea, y ya no quedó duda de lo que ella tenía en mente. En 1898 escribió: “Antes de esto, el Espíritu había estado en el mundo; desde el mismo comienzo de la obra de redención había estado moviéndose en los corazones de los hombres. Pero mientras Cristo estaba en la tierra, los discípulos no habían deseado otro ayudador. No sería hasta verse privados de la presencia de Jesús que sentirían su necesidad del Espíritu, y entonces vendría”.

“El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella. Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar personalmente en todo lugar. Por tanto, convenía a sus discípulos que fuese al Padre y enviase el Espíritu como su sucesor en la tierra. Entonces nadie podría tener ventaja por causa de su situación o contacto personal con Cristo. Por medio del Espíritu el Salvador sería accesible a todos. En este sentido estaría más cerca de ellos que si no hubiese ascendido a lo alto” (El Deseado de todas las gentes, pp. 622, 623).

Sin duda, Elena de White no está respaldando la herejía modalista, pues siempre diferenció entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ella no habló solo de dos ni de uno, sino de tres Personas celestiales: “Debemos cooperar con los tres poderes más elevados del Cielo: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estos tres poderes trabajarán mediante nosotros convirtiéndonos en obreros juntamente con Dios” (El evangelismo, p. 618).

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