“PERMANECER EN CRISTO”

12 noviembre, 2021

Cómo lograr la victoria sobre el pecado.

En no pocas ocasiones, nuestra comprensión de un tema o de un pasaje bíblico parte y se construye sobre la base de la fraseología empleada en una determinada traducción de la Biblia. Por lo general, en nuestras latitudes, esa versión bíblica de base ha sido la Reina-Valera 1960.

Un ejemplo claro de este componente interpretativo condicionante es, sin duda, 1 Juan 3:6: “Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido” (RVR 60, énfasis añadido). No obstante, en una revisión posterior de la misma versión, leemos: “Todo aquel que permanece en él, no continúa pecando; todo aquel que continúa pecando, no le ha visto, ni le ha conocido” (RV77, énfasis añadido).

A partir de la versión bíblica moderna que escojamos, o en este caso, de la revisión que tengamos de la versión Reina-Valera, tras leer 1 Juan 3:6 podríamos arribar a dos conclusiones mutuamente excluyentes:

1-Juan niega de manera absoluta y radical la existencia de pecado alguno en la vida de quienes han decidido vivir en comunión íntima con Jesús de Nazaret (1 Juan 3:9; 5:18).

2-Juan niega el pecado como realidad dominante de la experiencia diaria de quienes viven en comunión íntima con Jesús (1 Juan 1:8, 9; 2:1).

George R. Knight, experto en historia del Adventismo, reproduce en uno de sus libros la explicación al uso: “Es importante notar que, en todos los pasajes de 1 Juan que demandan la impecabilidad, los verbos en griego que describen a las personas que pecan están en tiempo presente, dando a entender que estas viven en un estado de pecado permanente o habitual” (Guía del fariseo para una santidad perfecta, p. 190).

Esta explicación amerita una pequeña –pero fundamental– precisión lingüística, pues atribuye nociones de continuidad/habitualidad al tiempo presente que solo son legítimas en virtud de factores contextuales.

1-El tiempo presente, en griego, representa la perspectiva interna de la acción, viéndola como un proceso en curso o en desarrollo, independientemente del tiempo o de la naturaleza de la acción. El tipo o modo de acción al que refiere el verbo viene determinado por factores como el significado del verbo, conexiones morfosintácticas y el contexto literario. Por sí solo, no da a entender que estas personas “viven en un estado de pecado permanente o habitual”.

2-El verbo hamartanō (“obrar mal”, “pecar”) describe un actuar contrario a la voluntad y a la Ley de Dios, y conlleva las nociones de continuidad/habitualidad. En esta línea, nótese el sustantivo de origen verbal hamartōlos (“pecador”), que, al derivar del verbo hamartanō (“pecar”), refiere a un comportamiento pecaminoso, a un estilo de vida en oposición a Dios (véase Mar. 2:17; 8:38). A esto debemos añadir el complejo concepto de pecado con el que trabaja Juan en esta epístola (1 Juan 5:16, 17).

3-El marcado contraste con menō (“permanecer”), verbo que expresa una actividad continua, es otro dato contextual que establece que estamos ante una acción continua/habitual. De ahí, pues, que ante el contundente “no peca” de la Reina-Valera 1960, y tantas otras, varias versiones bíblicas modernas matizan vertiendo que no “continúa pecando” (RV 77), “se da al pecado” (NBE), “practica el pecado” (NVI) y “sigue pecando” (DHH).

4-El uso de poieō (“obrar”, “practicar”) en 1 Juan 3:8, texto que forma parte del contexto literario próximo de 1 Juan 3:6, es otro indicador de continuidad/habitualidad: ho poiōn tēn hamartian, “el que practica el pecado” (RVR 60); “cuando alguien sigue pecando” (NTV). Abonan, también, el valor de continuidad/habitualidad los participios de los versículos 4, 6 y 10 y el infinitivo del versículo 9.

Ante estos datos, el apóstol niega, en 1 Juan 3:6, el pecado como realidad dominante, configuradora de la experiencia diaria de quienes han decidido vivir en comunión íntima con Jesús de Nazaret.

Sintetizo estos y otros puntos importantes mediante una serie de breves interpolaciones a la traducción de 1 Juan 3:6 que ofrece la Reina-Valera 1960: “Todo aquel que permanece en (comunión íntima con) él, no (continúa en el) peca(do); todo aquel que peca (continuamente, es decir, que persiste de manera deliberada en una vida de pecado), no le ha visto, ni le ha conocido (de manera plena, en intimidad)”.

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