La hipocresía y los Premios Óscar.
Las palabras pueden adquirir o cambiar de significado a través de los años. El término griego para “hipócrita” y su cognado “hipocresía” lo ejemplifican bien.
En la antigüedad, la palabra “hipócrita” generalmente describía a una persona que recitaba un texto; es decir, alguien que trabajaba como actor. En el tiempo de Jesús, el vocablo también adquirió un sentido metafórico, al designar a aquellos cuyo propósito en la vida era el de obtener, a través de gestos fingidos, beneficios personales.
Esto significa que el hipócrita era, figuradamente, un artista en la actuación teatral, un embaucador que por un lado representaba una realidad y, por otro, esto era simplemente un engaño.
Entonces, lo interesante, en relación con lo expuesto, es que Jesús acusa a los líderes religiosos de su tiempo de ser hipócritas. A continuación, estudiaremos la forma en que Jesús usa la palabra “hipócrita” en el Evangelio de Mateo.
En el mencionado libro, Jesús emplea el término hipócrita para acusar y condenar a las personas que pretenden ser una cosa y son lo contrario (Mat. 6:1, 2, 5, 16; 22:18), así como también a los que actúan de manera inconsistente cuando juzgan al prójimo, evitando ver la viga que atraviesa sus ojos (Mat. 7:5).
En este contexto, además, Jesús ataca el autoengaño (Mat. 6:1, 2, 5, 16; 7:5), y emplea el término incluso para referirse a cualquier tipo de persona que se comporta malvadamente (Mat. 24:51).
De particular interés es Mateo 15, en el que Jesús llama a los escribas y los fariseos hipócritas por primera vez (Mat. 15:7). Estos líderes religiosos, acusa Jesús, son hipócritas porque anulan la palabra de Dios para honrar la tradición (Mat. 15:6). En lugar de honrar al padre y a la madre, como Dios ordena, ellos instruyen a la gente para que dé todo a Dios, lo que deja a sus progenitores desprovistos de lo que necesitan para vivir (Mat. 15:1-7).
No obstante, es en Mateo 23 donde Jesús emplea el término hipócrita aún con más fuerza. Para Jesús, dado que los escribas y los fariseos conocen la ley de Moisés, las personas deben hacer lo que ellos digan, evitando imitar lo que ellos hacen, porque no practican lo que predican (Mat. 23:1-3). El único interés que estos hombres tienen es el de ser honrados públicamente; por eso realizan actos religiosos delante del pueblo, para que así la gente los vea y los admire (Mat. 23:4, 5).
Jesús, con pleno conocimiento de sus pensamientos y actitudes, los denuncia públicamente, pronunciando una serie de “ayes” en su contra y acusándolos de hipocresía, en Mateo 23:13 al 36. Los describe como hipócritas porque su actitud pretenciosa no solo deshonra a Dios al excluir a las personas del Reino de los Cielos, sino también revela incoherencia en su proselitismo, al ganar seguidores pero corromperlos aún más que ellos mismos (Mat. 23:13-15).
Las enseñanzas de estos líderes religiosos reflejan ignorancia y falta de sabiduría (Mat. 23:16-22). A pesar de que en el libro de Mateo los escribas y los fariseos se presentan como expertos en varias áreas (Mat. 2:4; 9:3, 11; 12:2; 15:1; 17:10; 19:3), Jesús desafía esta imagen y los acusa abiertamente de ceguera espiritual. Jesús argumenta que son ciegos porque no pueden discernir lo que es verdaderamente esencial en la práctica de la religión (Mat. 23:23, 24).
Los escribas y los fariseos son también hipócritas ya que, aunque en el exterior parecen personas buenas y puras, en su interior están llenos de pensamientos inmorales (Mat. 23:25-28). Es decir, pretenden ser algo diferente de lo que realmente son.
En la actualidad, sin duda ganarían un Premio Óscar por su actuación y recibirían una ovación de pie de la audiencia que los observa. Sin embargo, aunque son capaces de engañar al público, no pueden engañar a Jesús.
Por eso, la Biblia nos exhorta a no imitar a los hipócritas y a vivir una vida cristiana auténtica, sin fingimientos (Mat. 6:2, 5, 16).
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