UNA VISIÓN ÚNICA

4 mayo, 2022

Nuestra identidad adventista y su anclaje profético.

Los adventistas somos un pueblo basado en la profecía. Indudablemente, la profecía acerca del regreso de Jesús es la más “bienaventurada” de todas (Tito 2:13, 14). El Movimiento Adventista surgió a partir del estudio de las profecías de tiempo, principalmente del libro de Daniel. Y los pioneros establecieron nuestra iglesia al reinterpretar esas mismas profecías e integrarlas en un sistema doctrinal que resalta preciosas verdades que habían quedado ocultas por tradiciones humanas; verdades que, por otro lado, son imprescindibles para el tiempo del fin.

Pero, la contribución adventista no quedó allí. Mayormente a lo largo de los escritos de Elena de White, ella fue desarrollando una doctrina que, en realidad, es más que una doctrina: es el marco de referencia contra el cual las demás doctrinas bíblicas toman su forma: el concepto del gran conflicto entre Cristo y Satanás. Y la combinación específica entre la doctrina del Gran Conflicto y las profecías del tiempo del fin es maravillosa y hermosa. El Gran Conflicto no solo funciona como una de las claves hermenéuticas para comprender las profecías del tiempo del fin, sino también ayuda a darles su verdadero valor y a destacar su importancia.

Pero ¿de qué manera la doctrina del Gran Conflicto ayuda a comprender las profecías escatológicas y a realzar su significado y su valor? No podemos aquí desarrollar todas las interacciones entre estas dos doctrinas, pero aquí van tres conceptos:

Concepción historicista de las profecías: Dado que la doctrina del Gran Conflicto ilumina no solo los comienzos de la creación de nuestro planeta, sino además se extiende más atrás en la historia, hasta el surgimiento del pecado con Lucifer, y hacia adelante no solo hasta la Segunda Venida, sino también hasta el fin del pecado y de la muerte, el resultado es ver el panorama completo de las consecuencias de este gran conflicto entre Cristo y Satanás. Nos deja entrever que este conflicto se desarrolla a lo largo de toda la historia humana; es decir, las intervenciones divinas no se limitan a solo una época histórica o a unas pocas interacciones aquí y allá, sino que Dios obra constantemente con su plan de salvación en todas las épocas.

Esto nos aleja de los peligros de otros sistemas de interpretación profética como el preterismo (que limita las profecías al pasado); el futurismo (que limita las profecías al pasado y a un futuro distante); y el idealismo, o moralismo (que espiritualiza las profecías, sacándoles raigambre histórica, para aplicarlas universalmente a los cristianos de todas las épocas, sin consecuencias para el desarrollo del plan de salvación).

Visión de las profecías escatológicas como desenlace del Gran Conflicto: Al considerar las profecías como el desarrollo histórico del plan de plan de salvación, en el que cada acción y cada parte cuenta, entendemos que las acciones futuras de Dios, puntualizadas en las profecías escatológicas, tienen tanta importancia para ese plan de salvación como lo fueron la muerte de Jesús en la Cruz y su resurrección. Satanás fue derrotado ya en la Cruz, pero faltan todavía pasos que hay que dar para asegurar la erradicación final del mal del Universo, entre otras cosas.

Relación entre el Gran Conflicto, el Juicio y las profecías del fin: Una de las claves para entender el Gran Conflicto es que surgió con un desafío al carácter de Dios. Satanás cuestionó el carácter moral de Dios como Gobernante del Universo. Lo acusó de ser un Dios tirano, que exige de sus criaturas lo que estas no pueden hacer (guardar la Ley de Dios), y que actúa de manera injusta con ellas, especialmente con aquellos que se levantan contra su gobierno.

En este sentido, dado que la Segunda Venida trae también la ejecución de una sentencia previa (Apoc. 22:12), es necesario un juicio previo en el que Dios es transparente con respecto a sus decisiones: Los que recibirán un dictamen irreversible, la vida eterna, son los que fueron lavados por la sangre de Cristo. El juicio durante el Milenio (1 Cor. 6:1-4; Apoc. 20:4, 12) también se desarrolla previo a la ejecución de la sentencia irreversible de la ejecución de los malvados (Apoc. 20:11-15), con la intención de demostrar la transparencia y la justicia de las decisiones de Dios. Estos juicios involucrados en las profecías son importantes para el desenlace del Gran Conflicto.

Qué privilegio tener esta visión tan amplia y completa, que guía nuestras decisiones en relación con la misión y nuestras decisiones personales en el contexto del fin. ¡No abandonemos la visión!

  • Marcos Blanco

    Pastor y doctor en Teología. Desempeña su ministerio en la ACES desde 2001. Autor de "Versiones de la Biblia", es Jefe de Redacción y director de la Revista Adventista desde 2010. Está casado con Claudia y tiene dos hijos: Gabriel y Julieta.

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