RATIFICACIÓN DE LA RESPUESTA DE LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA A LA COVID-19

8 noviembre, 2021

SILVER SPRING, MARYLAND, ESTADOS UNIDOS

ADMINISTRACIÓN DE LA ASOCIACIÓN GENERAL, INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN BÍBLICA, MINISTERIO DE SALUD DE LA ASOCIACIÓN GENERAL, DEPARTAMENTO DE ASUNTOS PÚBLICOS Y LIBERTAD RELIGIOSA, DEPARTAMENTO JURÍDICO DE LA ASOCIACIÓN GENERAL Y UNIVERSIDAD LOMA LINDA.

(El proceso para este documento ha incluido una amplia consulta con diferentes entidades de la iglesia y especialistas que representan a la iglesia mundial).

25 DE OCTUBRE DE 2021

A este documento lo elaboraron la Administración de la Asociación General, el Instituto de Investigación Bíblica, el Ministerio de Salud de la Asociación General, el Departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa, el Departamento Jurídico de la Asociación General y la Universidad de Loma Linda. Se basa en la declaración sobre inmunización votada en abril de 2015, y reafirma esta última declaración tanto como la información sobre las vacunas COVID-19 compartida el 22 de diciembre de 2020.

La pandemia de COVID-19 es la mayor crisis de salud pública en cien años. Devastó a poblaciones de todo el mundo y afectó gravemente la salud física, espiritual, mental, emocional y relacional. Está dejando una estela de confinamiento, oleadas recurrentes, trastornos económicos y muerte. Nos enfrentamos a medidas de mitigación como el uso de barbijos, el distanciamiento social (físico), el lavado de manos, la detección temprana, los test y el rastreo de contactos que se han convertido en parte de nuestra vida diaria.

En medio de este tiempo de crisis y trastornos, la Iglesia Adventista del Séptimo Día está comprometida con la misión de exaltar a Cristo, su Palabra, su justicia y la proclamación del mensaje de los tres ángeles al mundo, para preparar a la gente, mediante el poder del Espíritu Santo, para el pronto regreso de Jesús. El mensaje de salud es el brazo derecho del evangelio y, por lo tanto, el estilo de vida saludable es una parte importante de las creencias de la Iglesia Adventista desde sus primeros años, y lo sigue siendo. Seguimos con el compromiso de vivir, compartir y promover una vida saludable, como lo expresa el mensaje integral de salud adventista confiado a la iglesia. Los estudios de salud en adventistas han confirmado los beneficios inequívocos de una mayor longevidad y calidad de vida mediante la implementación de estas prácticas de salud. Estas incluyen una dieta vegetariana equilibrada; beber cantidades adecuadas de agua; el ejercicio periódico; la exposición cuidadosa al sol; el aire puro; abstenerse de alcohol, tabaco y otras sustancias nocivas; el descanso y el sueño adecuados; y lo más importante, la confianza en Dios. Estas prácticas mejoran y mantienen una inmunidad saludable. Además de los beneficios de los principios de un estilo de vida saludable y las prácticas preventivas de salud pública, la iglesia afirma y recomienda el uso responsable de las vacunas como una importante medida de salud pública, especialmente durante una pandemia. Al mismo tiempo, la iglesia respeta los derechos de la libertad de elección para quienes eligen no vacunarse. [1]

La posición actual de la iglesia sobre la inmunización y las vacunas, incluidas las referentes a la COVID-19, tiene como punto de partida su percepción del amplio mensaje de salud que los adventistas del séptimo día han endosado desde el comienzo, con un amplio apoyo en las Escrituras y los escritos de Elena de White referidos a la importancia de la prevención de enfermedades. Como iglesia, hemos abogado por la sinergia de un estilo de vida saludable y la inmunización responsable durante más de cien años. A la luz de la magnitud mundial de la Pandemia, las muertes, la discapacidad y los efectos a largo plazo de la COVID-19 que están surgiendo en todos los grupos etarios, alentamos a nuestros miembros a considerar la inmunización responsable y la promoción y facilitación del desarrollo de lo que se denomina comúnmente inmunidad colectiva (inmunidad comunitaria preexistente de aproximadamente el 80 % de la población o más, como resultado de una infección previa o vacunación). Somos conscientes de que las vacunas podrían tener efectos secundarios, que pueden ser graves en un pequeño porcentaje de casos, incluida la muerte en muy raras situaciones. Ninguna vacuna es ciento por ciento eficaz. Por lo tanto, nuestras decisiones deben pesar cuidadosamente el riesgo de administrarse la vacuna, en comparación con los riesgos de infectarse con COVID-19. La inmunidad conferida tanto por la infección natural como por la vacuna está limitada en el tiempo y puede ser necesaria la administración de dosis de “refuerzo”. Recibir una vacuna de refuerzo, bajo la recomendación del proveedor de atención a la salud de la persona, puede promover aún más la salud personal y la pública. La necesidad de una vacuna de refuerzo de este tipo no indica el “fracaso” de una vacuna, sino que refleja la naturaleza del nivel de anticuerpos, que pueden disminuir con el tiempo.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día respeta la libertad de elección de cada persona para tomar decisiones responsables con respecto a su propia salud. Dado que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo y que formamos parte del cuerpo de Cristo tanto por creación como por redención, debemos buscar personalmente la voluntad de Dios sobre las vacunas de protección contra la COVID-19. La decisión de aplicarse o no la vacuna no es una cuestión de salvación, ni está relacionada, como algunos han sugerido, con la marca de la bestia. Es una cuestión de decisión personal.[2] Creemos firmemente que, en asuntos de convicción personal, debemos guiarnos por la Palabra de Dios, nuestra conciencia y nuestro criterio informado. Al sopesar las diversas opciones, también debemos tener en cuenta que los beneficios de la vacunación se extienden más allá del beneficio personal, y ayudan a proteger a la comunidad local y mundial en general. Después de estudiar personalmente todos los aspectos de la cuestión, de considerar la situación de salud única personal, de buscar consejo médico y de orar, las personas deben, en consulta con su médico, tomar la mejor decisión posible (ver 1 Cor. 6:19, 20; Sal. 32:8; Prov. 11:14; Sant. 1:5; Isa. 58:11). Como lo confirma la información de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día sobre las vacunas COVID-19 publicada el 18 de diciembre de 2020, que se basa en la declaración de inmunización de 2015:

“LA DECISIÓN DE INMUNIZARSE O NO ES A ELECCIÓN DE CADA PERSONA, Y DEBE DECIDIRSE EN CONSULTA CON SU PROVEEDOR DE ATENCIÓN MÉDICA. LA INVESTIGACIÓN PERSONAL SOBRE EL TEMA ES IMPORTANTE. EN ÚLTIMA INSTANCIA, CONFIAMOS EN SEGUIR LAS PRÁCTICAS DE SALUD BÍBLICA Y EL ESPÍRITU DE PROFECÍA, Y SEGUIR LA GUÍA DE DIOS EN NUESTRA VIDA, LO QUE NOS TRAERÁ PAZ Y SEGURIDAD EN NUESTRA TOMA DE DECISIONES”. [3]

Los países y las sociedades de todo el mundo se han enfrentado previamente a mandatos de salud pública muy variados. Estos se han implementado como una protección, al reconocer que la salud de la comunidad es un factor determinante en la salud y la susceptibilidad a la enfermedad de la persona. Se han impuesto prácticas de salud pública desde la época de Moisés, o quizás antes. Hay ejemplos más recientes de prácticas de salud pública obligatorias que incluyen la prohibición de fumar en los aviones y el uso obligatorio de cinturones de seguridad como requisito general para todos los automotores. Durante los últimos 120 años, la vacunación obligatoria contra la viruela se ha implementado en la población general de los Estados Unidos y en países de todo el mundo. Esto trajo como resultado un mundo libre de viruela en la actualidad. Muchas otras enfermedades infecciosas se han controlado mediante la vacunación, y también han estado sujetas a su aplicación obligatoria (por ejemplo, poliomielitis, sarampión, difteria). Los misioneros adventistas del séptimo día en la década de 1930 recibieron la instrucción de la iglesia, como su empleador, de recibir las vacunas contra la viruela y la fiebre tifoidea. Estos requisitos se han difundido ampliamente a lo largo de los años en las publicaciones oficiales de la iglesia, y la aceptación de este requisito por parte de los miembros de la iglesia ha sido positiva en general. Los requisitos de que los misioneros estén vacunados de manera adecuada y responsable siguen vigentes hoy. Elena de White nunca hizo ningún comentario sobre el tema de la libertad religiosa en relación con la obligatoriedad de la vacunación. Ella entendía mejor que nadie el mensaje de salud integral confiado a la iglesia.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día no se opone a las exigencias de la salud pública ni de la seguridad pública. La sumisión a las autoridades gubernamentales es un principio bíblico, a menos que entre en conflicto con la obediencia a Dios (Mat. 22:21; Rom. 13:1-7). En muchos casos, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha apoyado las exigencias gubernamentales en asuntos de salud y seguridad. En cuanto a las vacunas contra la COVID-19, creemos que la gente tiene derecho a expresar y defender sus convicciones de si deben vacunarse o no. Las exigencias gubernamentales generalmente permiten exenciones por convicciones religiosas individuales o condiciones de salud. Dado que hay un amplio acceso a test de detección, la gente puede optar por someterse a pruebas periódicas si es necesario, en lugar de recibir la vacuna.

El departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la Asociación General (PARL) considera que la COVID-19 es una crisis de salud pública y, en consecuencia, ve a las vacunas desde esta perspectiva. El departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa brinda apoyo y asistencia a los miembros que defienden las enseñanzas y las doctrinas religiosas de la iglesia, tal como están expresadas en su sistema de creencias y declaraciones oficiales (y también para otros grupos religiosos). Reconocemos que, a veces, nuestros miembros tendrán preocupaciones personales e incluso convicciones de conciencia que van más allá de las enseñanzas y las posturas asumidas por la iglesia. En estos casos, los líderes de libertad religiosa de la iglesia harán lo posible para brindar apoyo y consejo a título personal, no como una postura de la iglesia y, en caso de ser necesario, ayudar a los miembros a redactar su propia solicitud de exención personal con su empleador u otras personas. Sin embargo, para evitar confusiones sobre la postura de la iglesia, a menudo puede ocurrir que, en esas circunstancias, la iglesia no desee que su apoyo o defensa del miembro se vea reflejado en la correspondencia ni en las comunicaciones públicas. Es importante que la iglesia preserve su capacidad de hablar sobre temas que son centrales a su identidad y su sistema de creencias, y que su influencia no se vea diluida al perseguir convicciones personales y agendas que no son centrales para su evangelio y los asuntos proféticos.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día, en consulta con el Ministerio de Salud y el Departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, está convencida de que los programas de vacunación que generalmente se llevan a cabo son importantes para la seguridad y la salud de sus miembros y la comunidad en general. Por lo tanto, los reclamos o demandas en nombre de la libertad religiosa no se utilizan en forma apropiada para objetar las exigencias gubernamentales o programas de sus empleadores, designados para proteger la salud y la seguridad de sus comunidades.

En general, esta ha sido la postura de la Iglesia durante el último siglo, desde que se creó el programa moderno de vacunas. Si usamos nuestros recursos de libertad religiosa en estos esfuerzos por defender decisiones personales, entendemos que debilitaremos nuestra postura de libertad religiosa a la vista del Gobierno y del público. Esas iniciativas reducirían la posibilidad de que estos argumentos sean escuchados y apreciados cuando se utilicen para asuntos de adoración y práctica religiosos. Entendemos que algunos de nuestros miembros ven las cosas de manera diferente y respetamos esas convicciones. Podrían surgir situaciones en que necesiten defender sus derechos ante la ley, y nosotros les señalaremos materiales y recursos para hacerlo; pero no podemos emprender directamente este esfuerzo en su favor.

¿Cómo ha respondido Loma Linda University Health (LLUH), una de nuestras excelentes universidades de salud confesionales, y su Facultad de Medicina durante la Pandemia? Actualmente, el 90 % de los alumnos de LLUH están vacunados, al igual que el 97 % de los médicos. En los hospitales, se ofrece la posibilidad de rechazar la vacuna sobre la base de convicciones religiosas, pero deben someterse a pruebas semanales de detección. Como resultado, los informes de contagios de COVID-19 entre los alumnos y el personal han disminuido significativamente desde diciembre de 2020.

Lo que realmente importa durante esta pandemia y más allá es cómo nos tratamos entre nosotros, especialmente dentro de la iglesia, pero también dentro de nuestras comunidades más amplias. La ira, la estigmatización o la difamación no deben tener cabida dentro del cuerpo de Cristo. Necesitamos relacionarnos entre nosotros con respeto, amor y compasión.

En lugar de centrarnos en nuestras convicciones personales, deberíamos estrechar nuestros lazos mutuos en relación con Cristo y unos con otros. Debemos animarnos entre nosotros y llevar esperanza a los habitantes de este mundo, mientras compartimos el importante mensaje de los tres ángeles enviados por Dios, y la expectativa del pronto regreso de Cristo. Debemos trabajar para ser más activos en nuestras congregaciones y no crear divisiones dentro del cuerpo de la iglesia en general. Como adventistas, debemos ser un ejemplo para los demás, teniendo en cuenta que el Universo nos está observando.

Es importante cuidarnos entre nosotros, y tener en cuenta a los demás en nuestras prácticas. Esto incluye la prevención de la propagación de enfermedades mortales y, al considerar si debemos o no recibir la vacuna, amarnos unos a otros y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Entonces, juntos, podremos avanzar con fe, “tolerantes y pacientes unos con otros, en amor” y atendiendo el consejo celestial: “Procuren mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efe. 4:2, 3, RVC). Cristo nos llama a no tener miedo y a depositar nuestra seguridad en él, ya que nada puede separarnos de su amor (Rom. 8:31-39). “El Señor va delante de ti. Él estará contigo, y no te dejará ni te desamparará. No temas ni te intimides” (Deut. 31:8; también Juan 16:33). Pongamos nuestra esperanza en Jesús y andemos en él, ¡porque él venció al mundo!

Como organización global, la Iglesia Adventista del Séptimo Día no se ocupa de (ni tampoco puede) abordar las circunstancias legales particulares ni las exigencias de vacunación que pueden requerirse en los más de doscientos países en los que trabaja la iglesia. Se debe consultar la ley de cada nación sobre la posibilidad y la disponibilidad de exenciones religiosas para quienes tengan convicciones firmes sobre la vacunación contra la COVID-19. La Iglesia Adventista del Séptimo Día no promueve las exenciones religiosas a la vacunación ni en el ámbito mundial ni en el nacional, sobre la base de su comprensión de la Biblia y de los escritos de Elena de White, y según se expresa en esta declaración.


Fuentes y referencias:


[1] https://www.adventistas.org/es/institucional/organizacion/declaraciones-y-documentos-oficiales/inmunizacion/.

[2] Haríamos bien en recordar que Dios les dio a Adán y a Eva la libertad de elegir en el Jardín del Edén, aunque esa decisión tuvo consecuencias significativas.

[3] https://www.healthministries.com/covid-19-vaccines-addressing-concerns-offering-counsel/.

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