EL PUEBLO DE DIOS

12 octubre, 2021

Un llamado y un gran desafío final para todos nosotros.

La iglesia cristiana se describe, a partir de los pasajes del Nuevo Testamento, con diferentes metáforas. Quizá la más conocida sea aquella que describe a la iglesia como un cuerpo; y a Cristo, como la cabeza (Col. 1:18). Entonces, nace una pregunta: ¿Quiénes forman parte del cuerpo de Cristo? ¿Tiene Daniel algunas ideas sobre la naturaleza y las características de la iglesia?

Si bien el libro de Daniel no fue escrito en la Era Cristiana, su contenido apunta hacia el tiempo del fin (Dan. 2:28). Por lo tanto, va mucho más allá de una designación étnica o política. Con esta consideración, hay un grupo de textos en Daniel que hacen mención al pueblo de Dios, identificado como el pueblo de Israel. Esto puede verse de manera evidente en Daniel 9:15, 16 y 19, donde dice: “Tu pueblo”; mientras en el versículo 20 del mismo capítulo, Daniel dice que estaba “hablando, orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel”. Así, en primera instancia, el pueblo de Dios en Daniel es claramente Israel.

Ahora bien, el mismo capítulo 9 de Daniel anuncia una profecía que se conecta con el pueblo de Israel, a saber, las 70 semanas, que forman parte de una profecía mucho más grande (las 2.300 tardes y mañanas). En Daniel 9:24 se anuncia que hay un período determinado para el pueblo de Israel. No obstante, al final de este espacio temporal, la obra del Mesías es confirmar el Pacto con muchos; lo que significa que después de la muerte de Cristo el Pacto se abre a los gentiles. Así, la pertenencia al pueblo de Dios ya no es étnica sino por la fe. La nación judía ya no representa en forma exclusiva al pueblo de Dios, sino que ahora lo personifican quienes aceptaron a Cristo como el Mesías.

Si bien el libro de Daniel no dice explícitamente que el pueblo de Dios no es más el pueblo de Israel en forma exclusiva, hay un grupo de pasajes que señalan hacia una descripción del pueblo de Dios, no en términos étnicos, sino de lo que creen y hacen. El primer pasaje que describe al pueblo de Dios en dichos términos es Daniel 7:27, que declara que el Reino se dará “al pueblo de los santos del Altísimo”. Aquí, el texto no dice simplemente “a su pueblo”, “al pueblo de Daniel” o, incluso, “Israel”. La descripción “los santos del Altísimo” no es étnica sino de calidad. Algo similar aparece en Daniel 8:24, donde se nos dice del cuerno pequeño (Roma): “Destruirá […] al pueblo de los santos”. Daniel 12:7 hace también una descripción similar hablando del pueblo santo. Por lo tanto, encontramos una vez más la descripción del pueblo de Dios sin conexión étnica o política.

Al llegar a la última parte del libro (caps. 10 al 12), encontramos primeramente una descripción del pueblo de Dios como el pueblo de Daniel. El ángel Gabriel dice a Daniel: “He venido para hacerte saber lo que ha de sucederle a tu pueblo en los últimos días, porque la visión es para esos días” (Dan. 10:14). Aunque el anuncio es sobre el pueblo de Daniel, es también para los últimos días. Sin embargo, en los siguientes versículos, ya no se dice “tu pueblo” sino “el pueblo que conoce a su Dios” y “los sabios del pueblo” (Dan. 11:32, 33). Esto implica que no todos los del pueblo conocen a su Dios y que no todos son sabios.

Considerando que estos versículos apuntan a la época cristiana y la persecución que sufren a causa de su fe, podemos decir que la descripción del pueblo ya no es más étnica sino de cualidades; estas características son los que conocen a Dios y son sabios. Este concepto de los sabios, o entendidos, se menciona en Daniel 12:3 y 10, donde los entendidos son quienes están en contraposición a los impíos y los que actúan con perversidad.

Finalmente, Daniel 12 vuelve a mencionar al pueblo de Daniel que atravesará por un tiempo de angustia. Sin embargo, el texto declara que serán liberados “todos los que se hallen inscritos en el libro” (Dan. 12:1). Esto indicaría que no todos los que pertenecen al pueblo de Daniel están inscritos en el Libro de la Vida. Son los sabio o entendidos; los que conocen realmente a Dios; los que finalmente recibirán la heredad que fue también prometida a Daniel (Dan. 12:13).

Busquemos ser fieles a Dios, actuar sabiamente en consonancia con el conocimiento de Dios, y ser así parte del pueblo santo de Dios. ¡Maranatha!

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