UNA NUEVA PÁGINA

31 mayo, 2021

Primer mensaje en esta sección del nuevo líder de la División Sudamericana.

La vida es como un libro lleno de páginas. Están las opacas, las claras, las coloridas, las intensas, las simples, las complejas, las desafiantes, las alentadoras, las creativas, las nuevas, las doradas, las finales y las eternas.

El Pr. Erton tituló el editorial del mes pasado “Una vuelta de página”. Nuestro reconocimiento hacia su ministerio es poco, pues solamente el Cielo podrá expresar con justicia la dimensión y los alcances de aquella página. Bajo su liderazgo movilizador, integrador y completo se escribieron  líneas brillantes. El crecimiento de la iglesia en todas sus áreas, en todos sus frentes y en todas sus regiones nos deja un legado de gratitud y compromiso. Que Dios bendiga al Pr. Erton y su familia, y que él siga siendo usado poderosamente para llevar a la iglesia mundial a crecer y apresurar el regreso del Señor.

Todos somos conscientes de nuestra indignidad y pequeñez, pero amparados en el poderoso Señor, en sus promesas y en sus misericordias renovadas cada mañana, oramos, soñamos y nos entregamos por completo para que, por la gracia de Dios, su iglesia pueda escribir la última página, ¡y por fin estrenar la página de la gloriosa eternidad!

Esta nueva página está en blanco, como un don de Dios, que es quien nos concede la vida y las oportunidades. Así, se hacen necesarias las ideas, las letras, las palabras, las frases y los párrafos. Todas las letras son indispensables para formar un mensaje unido, comprensible y relevante. Dios provee la página y la tinta. Y es solo  por el sacrificio de Cristo y la obra del Espíritu Santo como esta página puede ser la definitiva.

Por esta razón, necesitamos mantener el foco y el propósito, así como la unidad y la integración. El desafío que Cristo le dejó a la iglesia es claro. Tenemos que hacer discípulos en toda la División Sudamericana, fortaleciendo nuestra comunión con el gran Maestro, afirmando nuestras relaciones, siendo agentes fraternales de esperanza, servicio, solidaridad y salvación. Necesitamos cumplir y terminar la misión, abriendo la Biblia, compartiendo con urgencia sus páginas con las verdades del evangelio y llevando a más personas al bautismo, a la iglesia y al cielo.

“¿Comprende usted tan cabalmente el sacrificio hecho en el Calvario, como para estar dispuesto a subordinar todo otro interés a la obra de salvar almas? La misma intensidad que caracterizaba el deseo de salvar a los pecadores en la vida del Salvador se revelará también en la de sus verdaderos seguidores. Al cristiano no le interesa vivir para sí. Se deleita en consagrar todo lo que tiene y todo lo que es al servicio del Maestro. Lo motiva un deseo inexpresable de ganar almas para Cristo” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 13).

Necesitamos a todos: a las nuevas generaciones y las antiguas. Necesitamos el valioso capital de niños, jóvenes, mujeres, varones, adultos, familias… Por eso, como Nehemías, hago un llamado a todos los miembros de la División Sudamericna (ese ejército de 2.500.000 soldados), para que bajo el mando de nuestro general Jesucristo estemos “todos [en el] muro, cada uno [en] su tarea” (Neh. 4:15).

Tengo varios deseos, los mismos que tuvo Elena de White: “Quiero ser como él. Deseo practicar sus virtudes. Deseo estar entre aquellos que tendrán sus nombres escritos en el libro, que serán rescatados. Quiero la recompensa del vencedor. Deseo que mi tesoro esté en el cielo. Quiero ser como él; deseo estar con él por las edades sin fin de la eternidad. Deseo conocer más y más de la Palabra de Dios y de sus obras. Deseo tener un hogar con los bienaventurados y quiero que tú tengas un hogar allí” (citado en Herbert E. Douglass, Mensajera del Señor [Buenos Aires: ACES, 2000], p. 72).

Me pondré todos los días en las manos de Dios para depender completa y permanentemente de él, y por su gracia escribir la página final que antecede a la página eterna, porque tengo un sueño, el mismo que tuvo Jesús: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34). 

¿Vamos juntos? ¡Yo voy! ¡Escribamos junto con el Señor la última página!

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