LAS LEYES DOMINICALES

8 enero, 2020

Mientras Satanás ha estado llevando adelante sus planes con éxito, el pueblo de Dios no ha cumplido con su deber. Dios tenía una obra importante que ellos debían realizar, puesto que el honor de la Ley divina y la libertad religiosa del pueblo están en juego. Sin embargo, los atalayas no discernieron los engaños del enemigo, y no dieron a la trompeta un sonido certero y a tiempo para ejercer una influencia decisiva […].

Hay muchos que están tranquilos, como si estuvieran durmiendo. Dicen: “Si la profecía ha predicho la imposición de la observancia dominical, con toda seguridad la ley será promulgada”, y habiendo arribado a esta conclusión se sientan a esperar el cumplimiento de la profecía, consolándose con la idea de que Dios protegerá a su pueblo en el día de la angustia.

Pero el Señor no nos salvará si no hacemos el menor esfuerzo para llevar a cabo la obra que nos ha encomendado. Debemos ser hallados como soldados vigilantes, cumpliendo fielmente con nuestro deber, no sea que Satanás obtenga la ventaja; algo que es nuestro deber impedir. Deberíamos estudiar diligentemente la Palabra de Dios y orar con fe para que Dios refrene a los poderes de las tinieblas, porque hasta ahora el mensaje ha llegado relativamente a pocas personas y el mundo debe ser iluminado con la gloria del Señor. La verdad presente, los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús todavía no han resonando como deberían haberlo hecho. Hay muchos prácticamente a la sombra de nuestras puertas por cuya salvación no se ha hecho ningún esfuerzo personal.

No estamos preparados para cuando llegue el tiempo en que nuestra obra habrá de finalizar. Debemos asumir la firme resolución de no santificar el primer día de la semana como día de reposo, porque no es el día que fue bendecido y santificado por el Señor. Al reverenciar el domingo, nos colocamos del lado del gran engañador. El conflicto en torno al sábado quedará al descubierto ante la gente, y se tendrá la oportunidad de presentar los argumentos en favor del genuino día de reposo […].

Hay muchos que, si comprendieran el espíritu y el resultado de los proyectos de leyes de índole religiosa, no harían nada que propiciara en lo más mínimo el movimiento que promueve la imposición del domingo. El mundo está abrumado con la falsedad y la iniquidad. Aquellos a quienes Dios ha hecho depositarios de su Ley y de la religión pura de Jesús deben estar decididos a permitir que brille su luz. Si no hacen nada para abrir los ojos de la gente y, por ignorancia de la verdad, nuestros legisladores reniegan de los principios del protestantismo, y aprueban y apoyan el sofisma romano, el falso día de reposo, Dios pedirá cuenta a su pueblo por su falta de diligencia y fidelidad, a aquellos que han tenido una gran luz. Sin embargo, habremos cumplido con nuestro deber si el tema de la legislación religiosa es presentado ante el pueblo en forma juiciosa e inteligente, para que vean que mediante la imposición del domingo será restablecida la apostasía romana por el mundo cristiano, y que de esa forma se repetiría la tiranía de los siglos pasados […].

El pueblo de Dios debería trabajar con vigor y perseverancia para que, en lo que respecte a la Ley, su luz brille sobre el mundo, y así resista a los enemigos de Dios y de su verdad. Cuando la Ley de Dios haya sido invalidada y la apostasía llegue a ser un pecado nacional, el Señor obrará en favor de su pueblo. La situación extrema de sus hijos será la oportunidad de Dios. Él manifestará su poder en favor de su iglesia […].

Como fieles atalayas, hemos de ver la espada que se aproxima, y hemos de dar la advertencia para que hombres y mujeres no prosigan, por ignorancia, un curso de acción que evitarían si conociesen la verdad. Hemos recibido la luz del Señor con respecto a lo que ha de venir sobre la Tierra para que iluminemos a otros, y no seremos tenidos por inocentes si nos conformamos con permanecer inactivos y de brazos cruzados mientras discutimos por asuntos que tienen poca importancia […].

No debe dejarse a las personas tropezar en la oscuridad, sin saber lo que está delante y sin estar preparadas para los graves problemas que se avecinan. Hay una obra que debe hacerse en este tiempo, con el objetivo de preparar a un pueblo que esté listo para permanecer firme en el día de la angustia. Todos tienen que hacer su parte en esta obra. Deben estar revestidos de la justicia de Cristo y estar bien fortificados con la verdad, para que no acepten los engaños de Satanás como si fueran manifestaciones genuinas del poder de Dios.


Extraído de la compilación realizada por Dores E. Robinson, Cómo actuar ante las leyes dominicales (Buenos Aires: ACES, 2015), pp. 12-14.

  • Elena de White

    Mensajera del Señor, escritora y predicadora, Elena de White (1827-1915) fue una de las organizadoras de la Iglesia Adventista. Entre sus muchos escritos se encuentran cientos de valiosas cartas.

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