“¿POR QUÉ JESÚS ESTÁ ESCONDIDO?”

26 diciembre, 2023

En este fin de año, el Salmo 13 nos invita a elevar nuestros ojos al Cielo.

Detrás de todas las estadísticas está la gente. Y detrás de cada persona hay inquietudes y preocupaciones. Así lo muestran los siguientes datos que nos revelan los intereses de un mundo que estalla en pedazos.

Esto es lo que las personas más buscaron en Google durante 2023. Si se trata de palabras sueltas, “Youtube” encabeza la lista global, seguido de “Facebook” y “WhatsApp web”. Si se trata de utilidades prácticas, lo más buscado son el estado del tiempo y el traductor. Si nos posicionamos en el rubro de temáticas personales, “Cómo salir de la depresión”, “Cómo ayudar a mi hijo”, y “A qué hora cierra (tal comercio)” son las preguntas  más requeridas. Hoy, la gente tiene preguntas y necesita respuestas. Ayer sucedía lo mismo.

Detrás de todas las preguntas que hay en los Salmos existen escritores inspirados (pero de carne y hueso), que no solo sufren y cuestionan situaciones; también crean diminutos peldaños de fe para elevarse un poquito y ver más allá.

Salmo 49:5 mezcla la realidad con la confianza al decir: “¿Por qué he de temer en los días adversos, cuando la iniquidad de mis opresores me rodee?” Salmo 43:2 elabora un cóctel similar al exclamar: “Tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?” Salmo 22:1 está un paso más cerca del abismo cuando dice: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás lejos de mi salvación y de mi clamor?”

Sin embargo, de todas las preguntas de los Salmos, me atraen estas por su honestidad brutal y su petición desesperada: “¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo andaré acongojado, con tristeza en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?” (Sal. 13:1, 2). ¿Es posible buscar a Dios y que él se esconda de nosotros?

Lo primero que notamos en estos seis versículos es que, sin duda, este es un salmo de los llamados “de transición”. Empieza en el valle de sombra del desánimo absoluto y termina con los delicados pastos de la alegría y el aliento. Es maravilloso que en los versículos 5 y 6 David exprese: “Pero yo en tu constante amor confío. Mi corazón se alegra en tu salvación. Cantaré al Señor, porque me ha hecho bien”.

La impaciencia del inicio se transforma en paz.  La tristeza del comienzo se vuelve alegría. La duda del principio se convierte en convicción. El supuesto abandono divino por causa del pecado es cambiado por un abrazo de redención. Entre el versículo 1 y el versículo 6, el llanto se hace canto.

¿Se modificó el contexto entre estos textos? En absoluto. Simplemente, la fe se sobrepuso al sentimiento. La visualización gloriosa del más allá superó a la terrible condición del aquí y ahora. Al decir de James M. Boice, “el hecho de que nos sintamos abandonados significa que realmente sabemos que Dios está ahí. Para ser abandonado, necesitas a alguien por quien ser abandonado. Debido a que somos cristianos y Dios nos ha enseñado en las Escrituras, sabemos que Dios todavía nos ama y nos será fiel, independientemente de nuestros sentimientos”.

En nuestro culto familiar, Lucas (mi hijo de recientes tres años), suele preguntarme: “Papá, ¿por qué Jesús está escondido?” Él, a su tan tierna edad, no puede comprender por qué oramos a un Jesús que no vemos. “Lo quiero ver”, dice inocentemente. Él puede abrazarnos a nosotros y a sus peluches, pero tiene que ejercer la fe para saber que por sobre el techo de la casa y el firmamento poblado de estrellas hay un Dios que lo cuida y lo ama.

Solemos ser niños espirituales y hacernos la misma pregunta. Tal vez en este año 2023 Jesús pareció haberse escondido muchas veces, pero está y es un Dios presente. Puede resolver tus problemas porque “por el resplandor de su presencia, las nubes se deshicieron en granizo y centellas” (Sal. 18:12) y así “los justos se alegrarán, se gozarán en la presencia de Dios” (Sal. 68:3). Por eso, “lleguemos ante su presencia con gratitud. Aclamémoslo con cánticos” (Sal.95:2) y “sirvan al Señor con alegría; vengan ante su presencia con regocijo” (Sal. 100:2).

  • Pablo Ale

    Es Licenciado en Teología y en Comunicación Social. Además, tiene una maestría en Escritura creativa. Es autor de los libros “¿Iguales o diferentes?”, “1 clic” y “Un día histórico”. Actualmente es editor de libros, redactor de la Revista Adventista y director de las revistas Conexión 2.0 y Vida Feliz, en la Asociación Casa Editora Sudamericana.

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