UNA LUZ DE ESPERANZA

La solución al problema del pecado en Génesis 3.

Génesis 3 nos muestra cómo ingresó el pecado a este mundo y las consecuencias que afectaron al ser humano; porque el gran problema del pecado no solo consiste en la desobediencia a Dios, sino también en sus nefastas consecuencias. El pecado rompió la relación de la humanidad con Dios, afectó las relaciones interpersonales e incluso infectó la naturaleza.

Más allá de estas cuestiones, no todo lo que se relata en Génesis 3 es negativo. Allí también aparece el primer rayo de luz dado al hombre para anunciarle que el pecado es solo temporal y que la solución perfecta ha sido prevista.

Así, Génesis 3:15 es el primer anuncio del evangelio que encontramos en la Escritura. Allí la serpiente antigua, que es Satanás (Gén. 3:1; Apoc. 12:7-9), es condenada por haber provocado el gran problema de la humanidad. El texto dice que habría enemistad entre la serpiente y la descendencia de Adán. Este versículo también anuncia claramente el fin de Satanás al declararse que se le pisará la cabeza. Este golpe es certero, mortal y definitivo. El texto dice que la simiente de la mujer le brindaría ese golpe definitivo.

Emerge, entonces, la pregunta: ¿Quién es la simiente de la mujer de Génesis 3:15? Para responderla, es importante notar un par de elementos clave en Génesis 3.

Lo primero que se debe tener en cuenta es que en Génesis 3:7 se nos dice que Adán y Eva, luego de haber fallado en la prueba, se vieron desnudos y prepararon para sí vestidos que cubrieran su desnudez.

Muchos teólogos (como Timothy B. Cargal) sostienen que en la Escritura se habla de la desnudez como símbolo de vergüenza y adulterio espiritual (como, por ejemplo, lo descrito en Ezequiel 16). Así, encontramos que la forma de esconder la vergüenza provocada por el pecado los llevó a buscar una solución por sí mismos, aunque esta era imperfecta e ineficiente. El acto de preparar una vestidura de hojas de higuera representa el intento humano de solucionar un problema que es mucho más grande que un acto pecaminoso.

Sin embargo, el pecado no puede ser resuelto por el ser humano, por más bien intencionado que este esfuerzo sea. Las hojas de higuera cubrieron su vergüenza solo por poco tiempo y no solucionaron el problema de fondo. Ante esta situación, el Señor dialoga con Adán y Eva, y los expulsa del Edén (Gén. 3:22, 23).

No obstante, antes encontramos un acto que no debe pasar desapercibido. Génesis 3:21 dice lo siguiente: “Y Dios el Señor hizo al hombre y a su esposa túnicas de pieles, y los vistió”. Aquí se puede notar el contraste entre las obras humanas para resolver el problema del pecado y el acto de Dios para solucionarlo. Mientras que el ser humano tiene una solución temporal e ineficaz, el Señor presenta la solución perfecta. En lugar de hojas de higuera, Dios les provee una vestidura hecha con la piel de un animal. Esta es una solución duradera y efectiva.

Ahora bien, esta solución requería la muerte de un ser inocente. Aquí, este pasaje hace eco de lo que Juan el bautista dijo de Cristo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Aquel animal que fue sacrificado en el Edén para cubrir el pecado de Adán y Eva representaba al Cordero de Dios. Las nuevas vestiduras otorgadas a los padres de la humanidad representan a la justicia de Cristo. Esta sí es capaz de resolver el pecado.

Así, ya desde el Edén se introduce el sistema de sacrificios, que apuntan al plan de salvación. Las vestiduras que recibieron Adán y Eva antes de ser expulsados del Edén les mostraron que la verdadera solución solo puede ser provista por Dios.

Por lo tanto, la simiente de la mujer de Génesis 3:15 es el Mesías prometido, quien con su muerte expiatoria y vicaria pisaría la cabeza de la serpiente y tras su sacrificio en la cruz aseguraría la victoria final contra el pecado. El esfuerzo humano son solo hojas de higuera que cubren el pecado por un tiempo, pero no lo resuelven. La vestidura de piel provista por Dios (es decir, la justicia de Cristo) no solo cubre el pecado, sino que también lo resuelve de raíz. Ante el pecado, recuerda Génesis 3 y la solución brindada por el Cielo. ¡Gracias al Cordero de Dios!

¡Maranata!

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