¿Dijo Jesús cosas que nunca se registraron en los evangelios?
Juan, en el Evangelio que lleva su nombre, afirma que Jesús realizó muchas otras señales milagrosas en presencia de sus seguidores, las cuales él no registró en su libro (Juan 20:30). Fueron tantas –explica– que, si se escribieran una por una, el mundo no tendría espacio suficiente para contener los libros que se escribirían (Juan 21:25).
A partir de lo mencionado, podemos inferir que Jesús no solamente habría realizado otras acciones sobrenaturales, sino también que habrían existido palabras o frases pronunciadas por él, y que no fueron incluidas en los relatos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan (ver Luc. 1:1-4).
El término griego “ágrafa”, que se utiliza para hacer referencia a las tradiciones orales que no fueron conservadas de manera escrita, se emplea en el estudio del Nuevo Testamento para señalar los dichos de Jesús que no fueron registrados por ninguno de los evangelios canónicos. Algunos estudiosos incluso van más allá, y opinan que la tradición oral fue probablemente preservada por los padres de la iglesia, entre otras fuentes antiguas. Ese último tipo de investigación, sin embargo, es altamente especulativo, por lo cual solo nos centraremos en dos ágrafas de Jesús que ocurren en el Nuevo Testamento.
Primer ejemplo. En Hechos 20:35, leemos que Pablo invita a los líderes de la iglesia de Éfeso a recordar las palabras de Jesús, quien habría dicho: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Reina-Valera 1960). Esta declaración, no obstante, no es citada por ningún Evangelio ni por otros autores del Nuevo Testamento. Se ha propuesto, entre otros ejemplos (ver Luc. 11:9-13; Juan 13:34; Mat. 10:8), que Pablo tiene en mente Lucas 6:38, en donde Jesús dice: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Reina-Valera 1960).
Sin embargo, el paralelo que existe entre ambos pasajes dista mucho en términos de contenido con el refrán que Pablo cita. Además, notemos que el apóstol (al citar el ágrafa) exhorta a los dirigentes de la iglesia a recordar aquello que fue dicho por Jesús, lo cual nos permite entender que el refrán de Hechos 20:35 era conocido y atesorado tanto por Pablo como por aquellos que escuchaban el sermón.
Segundo ejemplo. En 1 Tesalonicenses 4:15 al 17, Pablo enseña que los muertos (cuando ocurra la segunda venida de Jesús) serán resucitados por el Señor. Él, con voz de mando y de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del Cielo. Serán los muertos (no los vivos) los que primero serán trasladados a las mansiones celestiales. Luego, una vez que los muertos hayan sido llevados al Cielo, los que estén vivos subirán a las nubes con los resucitados, y estarán para siempre con el Señor.
Aunque Pablo afirme decir esto “en palabra del Señor” (1 Tes. 4:15), los evangelios canónicos no indican que Jesús haya formulado tal doctrina. Mientras, según Mateo y Marcos, en la Segunda Venida Jesús enviará ángeles para juntar a los escogidos (Mat. 24:31; Mar. 13:27) y no hay mención alguna de la resurrección de los muertos.
En Juan, por su parte, si bien Jesús se refiere a la resurrección de los muertos, él no establece un orden cronológico acerca de quién asciende primero al Cielo (Juan 5:25-29). Por lo tanto, Pablo estaría citando un ágrafa, preservando por escrito una enseñanza que, como el mismo apóstol señala, ha servido de constante aliento a la iglesia (1 Tes. 4:18).
Creo que hay una imprecisión en como ocurre el arrebatamiento.
En el artículo se expone que primero son tomados los que han resucitado de la muerte para ascender hacia el cielo. Sin embargo, en 1 Tes. 4.17 se precisa que tanto los justos que han resucitado, como los justos que viven al momento del advenimiento, juntos, ascenderan para recibir al Señor en el aire.
En griego dice textualmente: «al mismo tiempo junto con ellos seremos arrebatados violentamente»
Por lo anterior, no nos adelantaremos a ellos, los resucitados; pero ellos a nosotros tampoco lo harán. El encuentro con Jesús lo hará una iglesia completa.