EL SALMO DE LAS BENDICIONES

Un desafío misionero en solo siete versículos.

El mundo cambió la madrugada del 12 de octubre de 1492 cuando Rodrigo de Triana, un marinero a bordo de la carabela La Pinta, gritó: “¡Tierra!” Después de más de dos meses de travesía, la expedición liderada por Cristóbal Colón avistó una de las islas de las actuales Bahamas. Se trataría de la Isla Guanahani, bautizada como San Salvador, aunque la identificación exacta del lugar al que llegó el navegante genovés es materia de debate. Asimismo, la figura de Colón despierta discusiones. ¿Fue un conquistador que oprimió a los pueblos originarios de América, fue un explorador al que solo le interesaba extender el Reino de Castilla o fue un misionero que tenía como objetivo expandir el cristianismo?


No vamos a resolver estas preguntas en este artículo. Lo cierto es que, más allá de sus intenciones, sus cartas y diarios de navegación revelan que Colón era cristiano, que leía la Biblia, que en sus barcos se practicaba la oración y que una de sus metas era llevar el mensaje del evangelio a tierras desconocidas.


Nuestro mundo hoy también puede cambiar si analizamos el Salmo 67. En medio de nuestros vaivenes emocionales, económicos, sociales y espirituales, leer estos siete versículos será un bálsamo integral para nuestra vida. Este salmo se trata de un canto que recuerda las bendiciones de Dios sobre su pueblo. Más allá de los reinos de este mundo y de los egoístas intereses de disputas de poder, este capítulo es una invitación a elevar nuestra mirada al más allá, donde Dios tiene el control y donde nada escapa a su potestad y soberanía.


En el mes del descubrimiento de América, descubramos con fe esta hermosa porción de la Biblia llena de bendiciones.


1-Una bendición con propósito. “Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga, haga resplandecer su rostro sobre nosotros. Para que sea conocido en la tierra tu camino, en todas las naciones tu salvación” (vers. 1, 2). Claramente, estas palabras son un eco de la bendición aarónica de Números 6:24 al 26, donde el Sumo Sacerdote de Israel pronuncia esta hermosa bendición sobre el pueblo.


Este simple deseo da comienzo a todo. Dios quiere bendecir a su pueblo y quiere líderes que anhelen que el pueblo sea bendecido. Esto también reconoce que toda bendición realmente proviene de Dios y que, sin su bendición, nada realmente funciona bien.

Sin embargo, recordamos que la bendición de Dios siempre tiene como objetivo un propósito mayor. No se trata simplemente de riquezas o de una vida cómoda. No. Se trata de una bendición misionera con el fin de que todos los pueblos conozcan al verdadero Dios. Esta era la gran misión del Israel literal. En todas las historias del Antiguo Testamento siempre se ve reflejado este objetivo misionero. José testifica al Faraón. La niña cautiva lo hace con Naamán. Daniel convierte a Nabucodonosor en un adorador de Jehová. Zacarías 8:20 al 23 brinda luz al respecto. La promesa era que vendrían diez hombres de otras naciones a tirarle del manto a un judío pidiéndole ir a adorar al verdadero Dios. ¡Esto sí es influencia! Lamentablemente, el Israel literal fracasó en su misión. ¿Qué sucederá con nosotros, el Israel espiritual?


2-Una bendición con justicia. “Dios, alábente los pueblos, todos los pueblos te alaben. Alégrense y gócense las naciones, porque juzgarás a los pueblos con equidad, y guiarás a las naciones en la tierra. Dios, alábente los pueblos, alábente los pueblos todos” (vers. 3-5). ¿Por qué deberían estar tan felices las naciones? Porque Dios viene a juzgar a los pueblos con equidad, y a pastorear a todas las naciones de la Tierra. Jesús regresará, y esto debería ser el mayor motivo de nuestra alegría y compromiso con la misión. Siglos de injusticia y dolor llegarán a su fin con este glorioso acontecimiento. Una vez más, es evidente en los salmos la conexión (que existe también en toda la Biblia) entre la predicación de las buenas nuevas, el juicio de Dios y su segunda venida.


La repetición de estas palabras de alabanza no es algo vano, sino que conforma un coro digno de ser cantado una y otra vez. Esta alabanza tendrá su cumplimiento final en el Cielo, donde personas de todas las tribus y lenguas alabarán a Dios (Apoc. 7:9-12).


3-Una bendición con frutos. “La tierra dará su fruto, nos bendecirá Dios, el Dios nuestro. Bendíganos Dios, y venérenlo hasta los confines de la tierra” (vers. 6, 7). Esta parte del salmo abona la teoría de que era un cántico escrito en la temporada de la cosecha. La abundancia de la tierra daba cuenta de las bendiciones de Dios, tanto de las presentes como de las futuras.


Esto también es una referencia a la prosperidad espiritual que Dios desea darnos si permanecemos unidos a él. Así lo expresa Juan 15:5: “Yo soy la vid, ustedes los pámpanos. El que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto. Porque separados de mí, nada pueden hacer”.

Hoy es tiempo de hacer un nuevo descubrimiento. Es tiempo de pensar: ¿Cuáles son las bendiciones de Dios en mi vida? ¿Qué estoy haciendo con esas bendiciones? ¿Qué testimonio e influencia estoy dando a los demás? Sin duda, no descubriremos una tierra nueva como lo hizo Colón. Pero, siendo bendecidos para bendecir y permaneciendo cerca de Jesús, estaremos preparados y prepararemos a otros para habitar en la Tierra Nueva por la eternidad.

  • Pablo Ale

    Es Licenciado en Teología y en Comunicación Social. Además, tiene una maestría en Escritura creativa. Es autor de los libros "¡Qué enREDo", "La fuerza de la palabra", “¿Iguales o diferentes?”, “1 clic” y “Un día histórico”. Actualmente, es editor de libros y director de la Revista Adventista y de la revista Ministerio, en la Asociación Casa Editora Sudamericana.

    Ver todas las entradas Pastor y director de la RA.

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