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Previamente, abordamos los beneficios del ayuno para la salud física; ahora veremos algunos aspectos psicoespirituales y sociales desde una perspectiva bíblica.
El ayuno bíblico es un acto de abnegación intencional para acercarse más a Dios, escucharlo mejor, buscar y rendirse más fácilmente a su voluntad, o para presentar tu caso o el de otra persona ante él. No es una forma espiritual de torcerle el brazo a Dios. Daniel, Ester y Jesús ayunaron, pero la privación física por sí sola, sin importar cuán severa sea, no constituye en sí misma un ayuno bíblico. Mientras que el corazón esté separado de Dios y endurecido con determinación en un curso de acción incorrecto, la privación de alimentos no proporciona ningún beneficio espiritual. El sacrificio que Dios desea es un espíritu quebrantado y un corazón contrito. Cuando ayunamos, no debemos presumir ni atraer la compasión; esa sería la única recompensa que obtendríamos (ver Mat. 6:16-18). Debemos usar sabiamente el tiempo ganado y la comida no consumida al dedicar tiempo a Dios y a la familia, y la comida al hambriento. En lugar de eso, debemos sentir “hambre y sed de justicia” (Mat. 5:6). La experiencia de Daniel y la receta de Isaías formarán la base de nuestros comentarios.
Efectos secundarios adversos del ayuno incorrecto:
- Autocompasión
- Abuso propio
- Egocentrismo
- Búsqueda de atención
- Complejo de superioridad
- Inclinación legalista
- Percepción de dualidad
- Frustración hacia Dios
- Deterioro de la salud física
- Teología incorrecta de castigo y penitencia
Daniel quizá sea una de las figuras bíblicas más conocidas que ayunaron. Los motivos de Daniel para el ayuno eran bastante diferentes a los de aquellos que se involucran en el popular “ayuno de Daniel” contemporáneo, cuyo propósito más común para el ayuno es financiero. El “experimento” dietético de diez días de Daniel 1:8 fue el resultado de la educación y la determinación de Daniel de no comer lo que lo debilitaría en lugar de fortalecerlo. Así que solicitó su dieta preferida y acostumbrada (que terminó sosteniéndolo a él y a sus amigos durante tres años). Esto no fue un ayuno. Ten en cuenta, también, que Daniel no ayunó cuando le pidió a Dios que le revelara el sueño de Nabucodonosor y su interpretación para salvar su vida, sino que ayunó cuando confesó e intercedió en favor de su pueblo, y por la misericordia y el honor de Dios (Dan. 9:3). Más tarde ayunó (lloró) durante tres semanas a través una dieta austera para ganar comprensión (Dan. 10:2). Nota sus motivos y resultados deseados en cada caso. El ayuno bíblico nos pone en sintonía con la agenda de Dios; no obliga a Dios a trabajar en la nuestra.
Isaías 58 describe la perspectiva de Dios sobre el ayuno y es relevante incluso hoy. Los israelitas querían la bendición de Dios, pero no estaban interesados en permitir que Dios cambiara sus corazones (actitudes y acciones). Querían que su privación de alimentos moviera a Dios para darles éxito en la lucha por el poder, la posición y las posesiones. La respuesta de Dios fue mostrarles que el egocentrismo, la codicia y la lucha producen oscuridad. Esto es lo opuesto al bienestar emocional, relacional y espiritual. Sin embargo, a medida que practicamos la justicia y la benevolencia, brota la luz abrumadora de Dios; se produce sanación y restauración de cuerpo, mente y espíritu, y nuestra recuperación brota rápidamente. La justicia de Dios guía y protege cuando pensamos y actuamos como él. Él se convierte en nuestra vanguardia y nuestra retaguardia, ¡y él estará allí para nosotros!
“Entonces llamarás, y el Señor responderá; clamarás por ayuda, y él dirá: ‘Aquí estoy’ ”.
(Isaías 58:9).
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