¿Qué hacen los cristianos con relación a la homosexualidad?”, se pregunta Wayne Blakely. Y él mismo responde: “Te dicen que es pecado”. Fin. Blakely experimentó en carne propia las vivencias de muchos dentro de la iglesia referidas a este tema.
Por eso, junto con otras personas, es uno de los fundadores de Coming out, un ministerio de apoyo a la Iglesia Adventista, que se dedica a ayudar aquellos que quieren salir de la cultura LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) para buscar un camino mejor: el indicado por Dios.
Ellos no se quedan solamente con la correcta perspectiva bíblica, sino además buscan socorrer a quienes están inmersos en esta problemática. Aunque en apariencia parezca difícil, para Dios todo es posible.
Así, comenzamos este año y esta nueva RA con un tema de candente actualidad: la homosexualidad. La Nota de tapa tiene tres partes: una mirada psicológica, una entrevista a dos miembros del ministerio adventista Coming out y un documento que muestra la posición oficial de la Iglesia Adventista con relación a la homosexualidad.
Porque es preciso enfrentar la realidad de lo que sucede y porque hay muchos que, de una manera o de otra, están en la búsqueda de orientaciones, consejos y soluciones.
Ellos están allí. A veces los notamos; otras, no. Pero están allí profiriendo gritos silenciosos de angustiante actualidad. Han sido o temen ser discriminados y condenados. Sienten, tal vez con razón, que no han encontrado en el seno de las iglesias un lugar para volcar sus inquietudes, sus luchas y, por sobre todo, sus cargas existenciales.
En la Iglesia Adventista no bautizamos y no casamos a homosexuales activos. Más allá de lo que intentan instalar los medios de comunicación, los líderes de opinión y las actuales tendencias sociales, la Palabra de Dios es clara respecto de esta práctica: es pecado. Sin embargo, nuestros templos, nuestras reuniones y nuestros Grupos pequeños deben ser lugares donde los homosexuales puedan encontrar ayuda, amistad, consuelo, y a un Dios de perdón, de misericordia y de amor.
Un Dios que dio a su propio Hijo para redimirnos del pecado; no solo de la homosexualidad, sino de todas nuestras inclinaciones carnales, nuestros malos hábitos y nuestro estilo de vida alejado del plan original del Creador.
Un Dios que los ayude a tomar las mejores decisiones conforme a su divino y maravilloso plan para la raza humana: un hombre y una mujer en una relación monogámica y heterosexual, para conformar una familia.
Excelente artículo con muy bien enfoque de la problemática en cuestión. De mucho valor y aprecio hacia aquellos que padecen esta situación y te como la iglesia los contiene.