CREER Y CRECER

¿Qué significa la expresión “hombres de poca fe”?

En griego, la expresión “hombres de poca fe” comprende únicamente una palabra: oligopistos. En términos lingüísticos, el término es un adjetivo que proviene de la combinación de las palabras “poco” (oligos) y “fe” (pistis). Como ocurre en español, una de las funciones del adjetivo griego es la de calificar. Y en la aplicación que Jesús realiza de la frase, indudablemente lo hará con los discípulos.

Para entender el sentido de la frase, primero debemos tener en cuenta las cuatro ocasiones en que se hace referencia a ella en Mateo. Ante todo, es necesario recordar que siempre oímos esta frase de los labios de Jesús (Mat. 6:30; 8:26; 14:31; 16:8). El contexto en el que la emplea varía, aunque desde el punto de vista narrativo podemos clasificarlas en dos categorías.

En la primera categoría, hallamos a Jesús junto a los apóstoles en el mar de Galilea. Inicialmente, los discípulos experimentaban miedo, ya que una tormenta los aterrorizaba mientras Jesús estaba durmiendo (Mat. 8:23-27). Aunque la descripción no es detallada, observamos que el temor se originaba debido a que las olas cubrían la barca, y el viento desplazaba la embarcación de un lado a otro. Esto los lleva a despertar a Jesús implorando que los salve, ya que creían que morirían (Mat. 8:25).

En el segundo relato, Jesús aparece caminando sobre las aguas (Mat. 14:22-33). En esta ocasión, Pedro —que al inicio empieza a caminar sobre las aguas— se estremece de miedo al observar el viento intenso. Esto provoca que se hunda y pida que el Señor lo salve (Mat. 14:30).

En ambas historias, Jesús reprende a quienes le solicitan ayuda, llamándolos “hombres de poca fe”. A primera vista, parece injusto que Jesús los reprenda cuando claman por auxilio. No obstante, es crucial entender que la represión surge debido a que ellos no lograron entender que, al estar con Jesús, no existe temor alguno. En ambas narraciones, los personajes temen morir, incluso sabiendo y viendo que Jesús está a su lado. Es interesante observar que, en la primera narración, los discípulos acaban preguntándose: “¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y las olas le obedecen?” (Mat. 8:27, NVI), mientras que, en la segunda, estos declaran de manera taxativa: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios” (Mat. 14:33, NVI).

Esto implica que, aunque inicialmente aún no entendían quién era Jesús, finalmente empiezan a reconocerlo y aceptarlo.

En la segunda categoría, el enunciado se pronuncia en un monte y posteriormente en un barco, aunque en este escenario no hay tormenta (Mat. 6:30; 16:8). En un principio, en el Sermón de la Montaña, Jesús instruye a sus discípulos para que no sufran de ansiedad ante las inquietudes de la vida, ya que el Señor les proporcionará lo esencial para que puedan vivir (Mat. 6:25-34). Jesús sostiene que aquellos que lo siguen no deben estar preocupados por lo que comerán, ya que el Padre celestial sabe previamente lo que cada uno necesita (Mat. 6:31, 32).

En el segundo relato, Jesús reprende a los discípulos por no haber comprendido el mandato de abstenerse de la levadura de los fariseos y de los saduceos (Mat. 16:5-12). Ellos creyeron que Jesús aludía a la falta de pan que habían olvidado traer, lo que generó una actitud de conflicto y ansiedad. No obstante, Jesús no se enfocaba en el pan, sino que los instaba a prestar atención a la enseñanza de los fariseos y de los saduceos (Mat. 16:12).

En ambas narraciones, Jesús los reprende de nuevo por ser “hombres de poca fe” (Mat. 8:30; 16:8). Es crucial subrayar que el eje central de ambas historias se centra en la ansiedad que puede provocar la falta de comida. En cada narración, Jesús los incentiva a reflexionar y rememorar. Es necesario observar cómo Dios cuida a las aves y los lirios del campo (Mat. 6:25-30), y también tener en cuenta cómo Dios multiplicó el pan cuando no existía comida para todos (Mat. 16:8-11). En resumen, ser hombres y mujeres de poca fe implica desconocer cómo Dios ha protegido a sus hijos en el pasado. Por lo tanto, el sentido de la expresión no es que Dios castigue a los creyentes por no tener fe. Jesús no afirma que ellos carecen de fe, sino que la fe que manifiestan es incompleta. La fe auténtica es la que, al igual que la fe del centurión y de la mujer cananea (Mat. 8:10; 15:28), cree incluso sin ver y sabe y tiene la seguridad de que el Señor Jesús protege —aun antes de que lo soliciten— a quienes acuden a él.

Artículos relacionados

EL TRASFONDO DE LA REALIDAD

EL TRASFONDO DE LA REALIDAD

El libro de Génesis y el Conflicto Cósmico. El ser humano atraviesa experiencias de todo tipo. Las redes sociales están abarrotadas de mensajes de autosuperación y constantemente se postean momentos de felicidad y placer. Abundan mensajes que buscan, de alguna manera,...

TRUMP Y EL PAPA FRANCISCO SE RODEAN LA MANZANA

TRUMP Y EL PAPA FRANCISCO SE RODEAN LA MANZANA

¿Están los últimos acontecimientos mundiales cumpliendo las profecías de Apocalipsis 13? No hay nación/poder geopolítico que los adventistas sigamos con más atención que ellos dos. Si bien de manera natural son entidades que sobresalen por su importancia en el tablero...

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *