¿Se evidencia cotidianamente nuestro cristianismo?
“La religión pura y sin mancha ante Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo” (Sant. 1:27). A menudo descuidamos a quienes están afligidos o sufriendo, y en vez elegimos visitar a quienes no necesitan de nuestra ayuda y empatía. ¿Mostramos nuestra religión en la vida diaria? ¿Manifestamos nuestra fe en nuestras acciones y actividades? ¿No es el deber de cada uno de nosotros hacer todo lo que sea posible para aliviar las necesidades urgentes de los demás?
Una persona que está afligida necesita palabras de consuelo y ternura. Debemos elevar oraciones frecuentemente para pedirle al Señor que les dé fortaleza y valentía a quienes están enfermos y afligidos. Que la luz de Dios pueda animarlos cuando sufren de soledad. Que cada uno de nosotros tome la decisión de hacer algo para llevar las cargas de nuestros hermanos y hermanas que tienen más aflicciones o sufren más que nosotros mismos. Ya sea que seamos jóvenes o adultos, que nuestra vida consista en hacer obras buenas y acciones bondadosas.
Cuando visitamos a quienes están afligidos, corremos el riesgo de hablar demasiado. El Testigo Verdadero dice “conozco tus obras” (Apoc. 3:14, 15). Debemos ayudar a llevar las cargas de los demás, animarlos y mostrar sentimientos tiernos hacia quienes sufren. Pensemos en cómo ser útiles para los demás, cómo hacerles el bien y ayudarlos a ser felices.
No debemos encerrarnos en nosotros mismos y pensar únicamente en nuestro propio bienestar. Si hay alguien que sufre de pobreza, enfermedad o angustia entre ustedes, no esperemos a ser invitados para verlos y cuidarlos. Vayan a ellos de inmediato. Las horas pasadas con los pobres, los afligidos y los angustiados son preciosas. Los ángeles guardan un registro fiel de todas las cosas, y nuestra propia conciencia nos elogiará. Hacer lo correcto no quedará sin recompensa.
Tomemos como ejemplo la vida abnegada y sacrificada de Jesús, quien anduvo haciendo el bien. ¿Quién imitará su ejemplo? Es momento de despertar y asumir nuestro deber, darnos cuenta de que es necesario más que un nombre para ser cristianos. Se trata de ser como Cristo. Seremos juzgados por las obras que hemos hecho en el cuerpo. ¿Qué clase de sentencia se dará en cada uno de nuestros casos?
Dios se dará cuenta de si solo nos preocupamos por nosotros mismos, aunque otros no lo noten. Lo que sembramos es también lo que cosecharemos. Aprovechemos cada oportunidad que tengamos de hacer el bien. Tomemos la determinación de que nuestra vida esté salpicada de momentos brillantes en los que nos hemos negado a nosotros mismos para beneficiar a otros. Si nuestra experiencia cristiana está entretejida con actos de benevolencia, no podremos dejar de ser felices mientras hacemos felices a los demás; y al final recibiremos la recompensa que se les dará a quienes hayan actuado bien. “¡Bien, siervo bueno y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor” (Mat. 25:21).
Extraído de Elena de White, “Pure religion”, The Good Samaritan, 1º de febrero de 1860.
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