Halloween, el espiritismo y el Salmo 115.
Miguel es un niño que tiene un sueño: ser músico. Eso nada tiene de malo. Pero su familia se lo prohíbe porque su tatarabuelo, que tenía esa profesión, abandonó el hogar. Accidentalmente, Miguel llega a la llamada “Tierra de los Muertos”, donde se encuentra con su tatarabuela, quien se niega a dejarlo volver al mundo real. Entonces, Miguel escapa de ella y empieza a buscar a su tatarabuelo.
Este es el resumen de la trama de la película Coco (2017), un film para niños ambientado en México, que rescata una de las principales tradiciones del país, como es el “Día de los Muertos”. Con una estética atractiva y colorida, y enmascarada en lo que pareciera ser una inocente producción cinematográfica infantil, Hollywood (una vez más) es un instrumento del enemigo para introducir ideas antibíblicas en la cultura popular.
Sin embargo, esto no es nuevo. En toda su historia el cine ha producido películas con alto contenido espiritista, donde abundan magos, brujas, hechiceros, fantasmas y demás personajes satánicos. No todo son princesas en el mundo Disney.
Las manifestaciones espiritistas que rebosan por doquier no son más que el eco de lo que –contradiciendo la voz de Dios– la serpiente le dijo a Eva en relación con comer del árbol: “No es cierto. No morirán” (Gén. 3:4). El Enemigo ha deseado vivir eternamente, pero eso es imposible porque el resultado del pecado es la muerte (Rom. 6:23).
Así, promete a la pareja edénica que no morirán, un claro reflejo de las creencias que hoy proliferan: cuando una persona muere, no muere totalmente (como afirma la Biblia en Eclesiastés 9:6 y otros pasajes) sino que pasa a otro estadio mejor; es un espectro que vuela por el firmamento; es un ángel que va a Cielo o espera en un purgatorio la absolución o la condena.
El espiritismo nos invade por todos lados. Y lo expresado por Elena de White es una realidad: “Son muchos los que se horrorizan al pensar en consultar a los médiums espiritistas, pero se sienten atraídos por las formas más agradables del espiritismo. Otros son extraviados por las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, y por el misticismo de la Teosofía y otras religiones orientales” (Profetas y reyes, pp. 156, 157).
No es posible olvidar que cada 31 de octubre en muchos países se celebra Halloween. El nombre se debe a la contracción de la expresión en inglés antiguo All hallow’s eve, que significa “Víspera de todos los santos” (con relación al 1º de noviembre, día en que se recordaba a los muertos). Si bien hay varias teorías respecto de su origen (desde una festividad anexada a tradiciones paganas celtas hasta una vigilia cristiana ante un día especial), lo cierto es que tanto Halloween como el “Día de los Muertos” están relacionados con el espiritismo. En una, se rescatan elementos de ultratumba, mediante disfraces y juegos; y en la otra, se invita a orar por las personas que ya no tienen vida.
Todo esto y mucho más implica el espiritismo moderno, un renacimiento de la brujería y de la adoración a los demonios que Dios condenó hace mucho tiempo. La Biblia profetizó que eso sucedería al anunciar que en los últimos tiempos algunos abandonarán la fe y seguirán espíritus engañadores y doctrinas de demonios (1 Tim. 4:1).
En este sentido el Salmo 115: 17 es claro: “Los muertos no alabarán al Señor, ni cuantos descienden al silencio”. Solo quienes están vivos pueden ser partícipes de esta experiencia: “Pero nosotros exaltaremos al Señor, ahora y siempre. ¡Alaben al Señor!” (Sal. 115:18).
Hoy podemos caer presa de los engaños del mal o volver nuestra mirada a Dios y su Palabra. Es cierto que con esta cosmovisión seremos sin duda objeto de burlas y oprobio. Nos preguntarán dónde está nuestro Dios (Sal. 115:2). Pero nosotros sabremos que “nuestro Dios está en el cielo; él ha hecho todo lo que quiso” (Sal. 115:3). Huyamos de la falacia de ídolos de plata y oro que tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven; tienen orejas, pero no oyen… No palpan con sus manos ni andan con sus pies. (Sal. 115:4-7).
Lo que está en juego es la vida eterna. No podemos arriesgarnos a confiar en estas invenciones humanas impulsadas por agentes satánicos.
Ante la invasión espiritista, no queda otra opción que refugiarse en Dios: “Los que temen al Señor confíen en él. Él es su ayuda y su escudo” (Sal. 115:11).
Excelente post.
Sigan asi por favor.