He escuchado que la ciencia se ha convertido en nuestra principal guía de salud, reemplazando al mensaje adventista de salud. ¿Es verdad eso?

El mensaje adventista de salud no ha sido de ninguna manera remplazado por la ciencia. Los Reglamentos eclesiástico-administrativos de la Asociación General afirman que las Escrituras son fundamentales para el ministerio y las prácticas de salud en la iglesia, y desalientan la utilización de prácticas sin una firme base en evidencias no basadas en la Biblia y el Espíritu de Profecía. Además, enfatizan la bendición esclarecedora del Espíritu de Profecía, mediante los escritos de Elena de White, al tener en cuenta el consejo de que, “debidamente entendida, la ciencia y la Palabra escrita concuerdan, y cada una derrama luz sobre la otra” (Consejos para los maestros, p. 391).

La ciencia con revisión de pares y basada en evidencias ha sido incluida como guía adicional, junto a los principios bíblicos y del Espíritu de Profecía, y no en lugar de ellos.

Ese Reglamento fue votado en el Concilio Anual 2008, con amplio apoyo. Ha resultado muy útil, en especial cuando en ocasiones se promueven tratamientos cuestionables y aun peligrosos, y filosofías extremas disfrazadas de mejores prácticas. La revisión de pares es el proceso de establecer la validez, exactitud e integridad de una investigación por parte de expertos que trabajan en el mismo campo científico.

¿Por qué incluir a la ciencia en nuestra evaluación de prácticas óptimas y seguras, en nuestra educación y principios de salud? En diversas situaciones y partes del mundo, se han promovido prácticas dañinas o no comprobadas, basadas en evidencias anecdóticas y relacionadas con peligrosas costumbres tradicionales. Se han perdido vidas, y la iglesia ha quedado expuesta al riesgo de juicios cuando se promueven y enseñan prácticas peligrosas y sin fundamento como parte del ministerio y la educación adventistas de salud.

Los principios de salud que enseñamos y compartimos en los Ministerios de Salud, y que practicamos en cada nivel de atención en nuestras instituciones de salud, deberían ser seguros y comprobados. Se incluye el valor de la ciencia basada en evidencias y con revisión de pares para animar fuertemente a que nuestras instituciones e iniciativas de salud tengan pautas científicas probadas y claras que influyan sobre prácticas seguras, y las mejores posibles.

Documentar y compartir experiencias –incluidos los eventos adversos y fracasos– conduce a retirar los enfoques no seguros o peligrosos para adoptar, en cambio, una práctica más segura, mejores resultados y calidad de vida para todos. Las investigaciones y las revisiones continuas han probado los muchos beneficios de los dispositivos, las cirugías, las intervenciones y los medicamentos que salvan vidas y aun acrecientan la expectativa de longevidad. Las válvulas cardíacas artificiales, el reemplazo de insulina, los marcapasos, la cirugía correctiva para las afecciones cardíacas congénitas, el implante de lentes para cataratas, los reemplazos de las articulaciones, los tratamientos oncológicos y el suplemento de flúor para prevenir las caries son tan solo algunos ejemplos de ello.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día celebra la bendición del estilo de vida adventista que Dios nos ha dado mediante su Palabra, amplificado por la profetisa moderna, Elena de White, y confirmado por las ciencias de salud. Qué triste que haya muchos miembros que detesten adoptar ese modelo efectivo y lleno de gracia que nos lleva, a pesar de nuestro inevitable quebrantamiento, a la plenitud, mientras aguardamos y proclamamos el pronto regreso de Cristo. Que el Señor nos ayude en nuestra incredulidad (ver Mar. 9:24).