¡CULTIVA LA SABIDURÍA!

29 abril, 2022

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”.

Salmo 90:12

Tomás de Aquino, el teólogo y pensador católico más importante de la historia, escribió: “De todas las actividades humanas, la sabiduría es la más perfecta, la más sublime, la más provechosa, la más deliciosa”. A lo largo de los meses de este año, desde las páginas de esta revista, nos hemos propuesto escribir sobre los valores más importantes que podríamos incorporar a nuestro carácter a fin de crecer como personas y alcanzar el ideal de la plenitud. Elena de White ha dicho que la misión más importante de la vida es el desarrollo del carácter, ya que será lo único que llevaremos al cielo. Por lo tanto, cada mes proponemos desarrollar alguna virtud. En esta ocasión, la propuesta es dedicarnos este mes a ser más sabios.

El conocido teólogo Leonardo Boff ha dicho: “Sabio tiene que ver con saber y con sabor. No con cualquier saber, sino con el saber que tiene sabor. El saber tiene sabor cuando es resultado de experiencias, de sufrimientos, de observaciones, de los vaivenes de la vida. El sabio ve más allá de las apariencias. No se deja impresionar por ellas. Por eso, no tiene ilusiones. Tiene intuiciones certeras. Ve dentro de las cosas. Capta la verdad profunda que se entrega solamente a los que están atentos. La verdad no se hace de frases correctas, sino de visiones que sintonizan el corazón con el deseo y el deseo con la realidad”.

La Psicología Positiva define la sabiduría como “ser capaces de ofrecer un consejo acertado a los demás. Implica la voluntad para alcanzar los objetivos a pesar de la oposición tanto externa como interna”. Se incluye dentro de la virtud de “sabiduría y conocimiento”, que corresponde a “las fortalezas cognitivas que implican la adquisición y el uso del conocimiento. Se trata de aquel conocimiento usado de un modo positivo” (Peterson y Seligman, 2004).

Entre los varios estudios realizados sobre las virtudes y las fortalezas del carácter, Ruvalcaba y otros investigadores (2019) consideraban a la sabiduría en el cuarto lugar, entre las 24 fortalezas principales, entendida como una fortaleza maestra. Ellos encontraron que los más sabios saben resolver los problemas y tratan adecuadamente a sus relaciones personales. También se ha descubierto que la sabiduría se relaciona con el envejecimiento exitoso, la satisfacción con la vida y la madurez. Se ha demostrado que la sabiduría amortigua los efectos negativos del estrés y los traumas.

Un ejemplo notable de sabiduría lo constituye Salomón, el hijo del rey David. Cuando su padre falleció, Salomón quedó al frente del poder político de Israel y se sintió incapaz de cumplir con esa tarea gigantesca de gobernar. Entonces oró a Dios, suplicando que le concediera sabiduría para ser un gobernante capaz y exitoso. Dios lo recompensó no solamente dándole sabiduría, sino también agregando prosperidad, riquezas y fama.

Ahora, la cuestión principal es: ¿Cómo ser más sabios? ¿Cómo desarrollar esta noble virtud? Considerando que la sabiduría es un don de Dios, dice la Biblia: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Sant. 1:5). Moisés oraba, suplicando a Dios que cada día pudiese pensar sabiamente sobre las diferentes vicisitudes de la vida, para obtener lecciones edificantes (Sal. 90:12). Otros autores, como Aristóteles, sostenían que el principio de la sabiduría es la duda, con lo que quería significar analizar los hechos, cuestionar las opiniones y tener la mente abierta para descubrir la verdad. El libro bíblico de los Proverbios confronta al sabio con el necio, y sugiere escuchar los buenos consejos de los mayores, especialmente de los padres, actuar con prudencia, guardar los mandamientos y actuar con corrección.

Seguramente hay muchas maneras de ser sabios, y cada uno debería encontrar aquella que mejor se aplique a la propia experiencia.

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