LA ORACIÓN Y EL CEREBRO

27 octubre, 2021

Si solo oras cuando estás en problemas, estás en problemas.

De acuerdo con las últimas investigaciones, se proyecta que para el año 2050 habrá cerca de 152 millones de personas con Alzheimer en el ámbito mundial. Lamentablemente, hasta la fecha no existen medicamentos que tengan un impacto positivo sustancial en la prevención o la reversión de esta enfermedad neurodegenerativa. Sin embargo, el creciente cuerpo de evidencia científica comprueba que concentrarse en mantener un buen estilo de vida tiene un efecto beneficioso sobre el rendimiento cognitivo general.

¿Sabías que el estilo de vida no solo implica las decisiones y los hábitos que adquirimos sobre nuestra alimentación, nuestro sueño y cuánto nos ejercitamos físicamente? Esto implica, además, nuestra forma de vivir (ya sea personal o grupal), la manera en que ocupamos nuestro tiempo libre, las costumbres alimentarias, los hábitos higiénicos, las estrategias que ponemos en práctica para enfrentar el estrés; incluso, el tipo de relaciones sociales que desarrollamos. Por esta razón, quienes estudiamos el cerebro y somos especialistas en el área consideramos que el hábito de la oración forma parte de este conjunto.

Un nuevo estudio publicado este año en el Journal of Alzheimer’s Disease1 concluyó que el tener una práctica meditativa o de oración de al menos doce minutos se asociaba a la reducción de múltiples factores de riesgo del Alzheimer. De acuerdo con estos científicos de la Universidad Thomas Jefferson, en los Estados Unidos, “el punto clave de esta investigación está en el hallazgo de que, si quiero vivir un proceso saludable de longevidad cerebral, debo incluir prácticas espirituales como la oración, para así ayudar a prevenir enfermedades como el Alzheimer. Esperamos que este artículo inspire a los científicos, los médicos y los pacientes a adoptar este nuevo concepto de aptitud espiritual, y hacerlo parte de cada programa para la prevención de cualquier enfermedad neurodegenerativa”.1

También se ha descubierto que el hábito de la oración aumenta el flujo sanguíneo a áreas del cerebro implicadas en la cognición y la regulación emocional, además de aumentar el volumen de materia gris, lo que puede retrasar el envejecimiento cerebral.

Los científicos están tan maravillados con los hallazgos asociados a la oración que hace poco tiempo se desarrolló una nueva línea de estudios llamada ¡Neuroteología!

Sin embargo, para nosotros, como cristianos, esto no es novedad. Sabemos que la dimensión espiritual del ser humano es tan importante como el resto de las dimensiones o áreas que componen la vida de todo individuo, y que su desarrollo tiene una incidencia directa sobre la manera de ver la vida, sobre nuestros niveles de estrés, sobre nuestra capacidad de resiliencia, nuestra calidad de sueño, etc.

Quiero finalizar recordando las palabras de Elena de White sobre la oración; palabras que han resonado en la vida de cientos de miles de personas y que nos exhortan a disfrutar de este hábito cada día: “Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: ‘Tómame, ¡oh, Señor!, como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti’. Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios, y será así cada vez más semejante a la de Cristo” (El camino a Cristo, pp. 69, 70).

A fin de cuentas, tu cerebro te lo agradecerá.


Referencias

 1 D. Khalsa y A. Newberg, “Spiritual Fitness: A New Dimension in Alzheimer’s Disease Prevention”, Journal of Alzheimer’s Disease (2021), pp. 505–519.

Autor

  • Cynthia Hurtado-Müller

    Licenciada en Psicología y Magíster en Psicopatología y en Neuropsicología. Es fundadora de la plataforma Neurofy (@neurofyok) y se desempeña como docente en la Universidad Adventista de Chile.

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