DOS PODERES EN GUERRA

7 noviembre, 2023

El cuerno pequeño versus el Mesías príncipe.

El libro de Daniel es fascinante, pues no solo nos anuncia los eventos futuros, sino también nos permite encontrar una serie de contrastes. Uno de ellos es el tema del Gran Conflicto, que se nota en la actividad del cuerno pequeño, por un lado, y del Mesías príncipe, por el otro. Daniel 7, 8 y 11 describen la actividad del cuerno pequeño mientras que Daniel 9, 10 y 12 hacen lo propio en cuanto a la labor del Mesías príncipe, o Miguel.

Lo primero que notamos es que el cuerno pequeño promueve la transgresión. Daniel 8:12 dice literalmente: “Y el ejército será entregado, junto al continuo, a causa de la transgresión” (traducción personal). En este pasaje vemos que el cuerno pequeño, a causa de la transgresión, o rebelión, contra el Jefe del ejército (vers. 11), obra en contra del ejército del Altísimo, que es su pueblo, y contra el continuo, que no es otra cosa que el ministerio de Cristo en su Santuario celestial. Así, la rebelión del cuerno pequeño es un desafío directo a Dios y a su pueblo.

En contraste, encontramos la obra del Mesías príncipe que aparece en el capítulo 9, cuando el ángel Gabriel le explica las 2.300 tardes y mañanas al profeta Daniel. En esa ocasión, Daniel 9:24 sostiene que, de los 2.300 años referidos en Daniel 8:14, 490 años han sido determinados para el pueblo de Daniel, período en el cual, entre otras cosas, se pondrá fin a la transgresión. Considerando el tiempo profético al que este pasaje se refiere, hablamos del tiempo de la aparición del Mesías príncipe (vers. 25). Siendo más específicos aún, apunta al momento en que muere el Mesías (vers. 26). Sin embargo, la obra del Mesías no termina en la Cruz, sino que se extiende a su ministerio sumosacerdotal en el Santuario celestial. No obstante, su sacrificio en la Cruz hace cesar los sacrificios (vers. 27), en el sentido de que ya no es necesario sacrificios regulares en el Templo de Jerusalén, pues el sacrificio perfecto se cumple en él, una vez y para siempre (Heb. 7:27; 10:12). Ese sacrificio es el que finiquita la rebelión; es decir, a causa de este sacrificio, la rebelión será finalmente erradicada.

Junto a la transgresión, existe otro asunto que provoca el cuerno pequeño. En Daniel 11, aunque no se habla explícitamente del cuerno pequeño, es aludido por las acciones similares de un poder que va contra el Santuario, quita el Continuo y establece la “abominación” (Dan. 11:31). El cuerno pequeño es quien realiza estas acciones, en Daniel 8:13. Así que, hablamos del mismo poder. Por abominaciones, debemos entender cosas detestables que se conectan con la idolatría y la adoración falsa (ver Deut. 29:17; Jer. 32:34), que se establece para reemplazar la adoración al Dios verdadero. Esta es justamente la especialidad del cuerno pequeño: cambiar la adoración verdadera por una adoración falsa e inicua, al ponerse en la posición de Dios (Dan. 7:25).

Ahora, la obra del Mesías príncipe, a la luz de Daniel 9, se realiza a causa de la multitud de abominaciones (Dan. 9:27). Una vez más, la obra del Mesías responde de manera directa a los intentos del cuerno pequeño rebelde. No solo eso, sino además, mientras que el poder inicuo y antagónico a Cristo establece abominaciones, el Mesías viene a causa de estas; y su objetivo último no es solo contrarrestar las abominaciones, sino acabar con el causante de las abominaciones. Así, Cristo, con su sacrificio perfecto que sucede en la mitad de la semana 70, es decir, el año 31 d.C., asegura que no solo las desolaciones tendrán fin, sino también que el causante de la desolación, el desolador futuro, no logre la victoria, al ser vencido a causa del sacrificio de Cristo, el Mesías príncipe.

Finalmente, el otro elemento importante en la dinámica del enfrentamiento del cuerno pequeño y el Mesías príncipe es el aspecto temporal. Mientras que la obra del cuerno pequeño tiene un período determinado para actuar, 2.300 tardes y mañanas (Dan. 8:14), el Mesías príncipe, al resolver el problema temporal de las acciones del cuerno pequeño, apunta a una solución eterna. El Mesías príncipe no es otro que Miguel, el Príncipe del pueblo de Dios, que libera a su pueblo del gran tiempo de angustia que ocurre a causa de los intentos del cuerno pequeño de destruir a los fieles siervos de Dios (Dan. 12:1; 11:40-45).

Así, la obra del Mesías príncipe se contrapone a la obra inicua del cuerno pequeño, y logra la victoria final y definitiva en favor del pueblo de Dios. Te invito a ser fiel a Dios en medio de este Gran Conflicto. ¡Pronto Miguel liberará a los suyos por la eternidad!

¡Maranatha!

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