¡INVOLÚCRATE!

2 junio, 2022

¡Jesús viene! ¡Concentrémonos en la misión!

Ezequiel fue llamado por Dios cuando estaba cautivo en Babilonia. Ejerció su ministerio profético durante 22 años. En el significado de su nombre (“Dios te fortalecerá”) se representa claramente el propósito de Dios para su vida. Su misión hace eco de la misión de Cristo. Ambos fueron llamados a profetizar a los treinta años. Ambos eran sacerdotes, intercesores, enseñaban a través de parábolas y enfatizaban la resurrección y la vida eterna.

En Ezequiel 37 se relata la visión de los huesos secos esparcidos por el valle y con la absoluta imposibilidad de volver a la vida. No era una vista agradable. Los esqueletos cubrían la llanura. Eran huesos blanqueados y secados por el sol.

Los huesos secos representan a la mayoría del pueblo de Dios. Su condición actual es de desánimo, tibieza y muerte espiritual. No está comprometida con la misión legada por Cristo; ni siquiera preocupada por buscar y salvar a los perdidos. Se olvidó de que esta es la razón de ser de la iglesia.

En este contexto desolador, Dios emite una promesa alentadora: “Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová” (Eze. 37:14).

El espíritu (del hebreo rúaj) se puede traducir también como “viento”, y es la palabra que se usa en Génesis 2:7 cuando se menciona que Dios sopló en Adán aliento de vida. Así, el tejido inanimado del cuerpo se transformó en un ser vivo.

Nuestro mayor problema es que se nos han confiado los tesoros de la verdad pero estamos muertos en nuestros pecados. No obstante, desde allí “Dios nos vivificó para vida espiritual. Trajo gracia y perdón, y llenó el alma de vida nueva. De este modo, el pecador pasa de la muerte a la vida” (Elena de White, La maravillosa gracia de Dios, p. 319).

Muchos todavía no tienen el conocimiento de Cristo, porque nadie les ha dado testimonio. Una iglesia sin vida es aquella que no ha experimentado un avivamiento, que no está buscando el poder del Espíritu Santo y que no está creciendo en su relación con Jesús. Sus miembros tratan de llevar a cabo el ministerio con sus propias fuerzas y usando sus propios métodos.

Sin embargo, hay solución para esta crisis. Veamos estas dos citas: 

“No es el agente humano el que inspira vida. El Señor Dios de Israel hará esa parte avivando la actividad en la naturaleza espiritualmente muerta. El aliento del Señor de los ejércitos debe entrar en los cuerpos muertos” (Elena de White, Recibiréis poder, p. 47).

“Debe producirse un reavivamiento y una reforma bajo el ministerio del Espíritu Santo. El reavivamiento y la reforma son dos cosas diferentes. El reavivamiento significa una renovación de la vida espiritual, un avivamiento de las facultades de la mente y del corazón, una resurrección de la muerte espiritual. La reforma significa una reorganización, un cambio en ideas y teorías, en hábitos y prácticas” (Elena de White, Eventos de los últimos días, p. 194).

En unos días comenzará el Congreso de la Asociación General en Saint Louis, Missouri, Estados Unidos. Será la 61ª edición de este evento. Es nuestra reunión más numerosa y representativa, en la que 2.713 delegados representarán a los 21.852.721 adventistas y a las 166.499 iglesias y congregaciones alrededor del mundo.

El lema del Congreso mundial es “¡Jesús viene! ¡Involúcrate!” Según el Pr. Ted Wilson, presidente de la Asociación General, “esta frase refleja nuestra creencia adventista en la pronta venida de Cristo y enfatiza nuestra participación activa en la preparación para este gran acontecimiento. Esto implica entregar completamente nuestra vida y nuestra voluntad a Dios, conectarnos con él diariamente a través del estudio de la Biblia y la oración, servir en amor y, llenos del Espíritu, proclamar los mensajes de los tres ángeles”.

Vamos a suplicar por el derramamiento del Espíritu Santo. Oremos para que toda la iglesia sea avivada espiritualmente y trabaje unida bajo la guía del Consolador, a fin de completar la misión del remanente de Dios.

¡Yo voy! ¿Vamos?

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