El libro de Nahum y su mensaje de esperanza.
Uno de los temas más intrigantes en el Antiguo Testamento es la idea de un Dios vengador, que parece contraria a la idea de un Dios de amor presentada en el Nuevo Testamento. Esto ha llevado a muchos a considerar que el Antiguo Testamento es una vieja dispensación a la que ya no es necesario tomar en cuenta, pues Cristo vino a mostrar el amor de Dios. ¿Significa que Dios cambió? El Nuevo Testamento ¿anula o contradice lo que el Antiguo Testamento enseña? En esta ocasión estudiaremos la descripción de Dios en el libro de Nahum, nombre que significa “el Señor vengador”.
La expresión puede parecer negativa y amenazante. Sin embargo, para entender lo que esta frase significa, debemos tener en cuenta el contexto en el que aparece. El libro de Nahum empieza así: “Dios es celoso y vengador [heb. noqem]; es vengador [heb. noqem] y Señor de la ira. Se venga [heb. noqem] de sus adversarios, y guarda el enojo para sus enemigos” (Nah. 1:2).
En este pasaje se describe a Dios como vengador tres veces. La repetición indica que el autor bíblico desea expresar énfasis. El verbo hebreo usado para describir a Dios en este pasaje es noqam, y su significado se conecta con la legalidad, la justicia y la salvación, indicando así un sentido positivo de la venganza divina. Este término tiene una connotación legal, en la que Dios hace justicia a causa de la desobediencia. Esto es justamente lo que el libro de Nahum transmite al describir a Dios como vengador.
Nahum 1:3 nos ayuda a entender mejor la justicia divina al ejecutar venganza: “El Señor es lento para la ira, grande en poder, y no da por inocente al culpable”. Es decir, Dios actúa con justicia luego de haber dado oportunidad y mostrar misericordia al transgresor de la Ley. De hecho, esto es evidente en esta ocasión puesto que años atrás Nínive ya había sido advertida de la calamidad cuando Jonás fue enviado con un mensaje de destrucción sobre la ciudad a causa de su impiedad. Sin embargo, la misericordia divina se manifestó por causa del arrepentimiento de los ninivitas (Jon. 3:10).
Más aún, Jonás se enoja ya que declara sobre el carácter de Dios de la siguiente manera: “Porque sabía que tú eres clemente y piadoso, tardo para enojarte, abundante en amor, que desistes del mal” (Jon. 4:2). Nahum dice exactamente lo mismo. Podemos entonces afirmar que Dios no reacciona ante el pecado, sino que lo trata por medio de la misericordia para finalmente actuar con justicia.
La pregunta sobre la justicia de Dios se convierte en un imperativo: ¿Es Dios justo o misericordioso? La respuesta a esta pregunta empieza por notar otra verdad importante acerca de Dios. En Nahum 1:7 se dice lo siguiente: “El Señor es bueno, es fortaleza en el día de la angustia, y conoce a los que confían en él”.
Este pasaje tiene dos aspectos para tener en cuenta:
Primero, que Dios es bueno. La bondad de Dios es indiscutible e incomparable ya que la frase compuesta por el adjetivo “bueno” seguido por un nombre propio es exclusiva para referirse a Dios. Esta composición solo sucede con el nombre de Dios (YHWH) en siete ocasiones en toda la Biblia (Jer. 33:11; Nah. 1:7; Sal. 34:8; 100:5; 135:3; 145:9; Lam. 3:25). La numeración de los textos corresponde a la versión en español.
Segundo, la bondad de Dios se manifiesta en favor de aquellos que se refugian en él. El texto es claro al declarar que Dios es bueno para con aquellos que buscan refugio en él. Es decir, la bondad celestial está a disposición de aquel que se acerca a él en busca de refugio y protección.
Por otro lado, la razón por la que el Señor ejecuta su venganza es a causa de la vileza de la nación. En Nahum 1:14 se anuncia la condenación sobre Nínive, a saber, “porque fuiste vil [heb. qalal]”. Este verbo describe el problema de la nación, su ligereza. Este verbo puede referirse en algunas ocasiones a la rapidez para hacer algo y en otras ocasiones a lo liviano de la conducta, al punto de ser todo lo contrario a lo honorable; es decir, ser despreciable. Por eso, lo despreciable de Nínive ha sido que no fue capaz de mantener sus votos tras la predicación de Jonás y ahora se ha vuelto a la idolatría (Nah. 1:14) y también se ha declarado en contra de Dios (vers. 9, 11) al atacar a su pueblo. No olvidemos que Asiria atacó a Israel al punto que provocó la caída de Samaria en el año 722 a.C. y más tarde asedió Jerusalén en el año 701 a.C., en los días de Senaquerib.
Por lo tanto, la venganza divina es una respuesta para hacer justicia a su pueblo; es decir, aquellos que buscan refugio en Jehová. En medio del Gran Conflicto, el Señor se levantará para defender a los suyos y retribuir a lo vil de este mundo, mostrando su misericordia y su justicia a la humanidad.
Refúgiate en Jehová, y su bondad se manifestará en tu favor.
¡Maranata!
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