(PARTE I)
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel que tenía un mensaje inmutable para advertir a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6, traducción propia).
En los países de habla inglesa existe un dicho muy popular: “No news is good news” (la ausencia de noticias es, en sí, una buena noticia). Pero ese no es el caso de Apocalipsis 14, que rebosa de noticias… ¡urgentes!
El Antiguo Testamento es, sin duda, la fuente principal de la que Juan se valió para elaborar, bajo inspiración, el Apocalipsis. A su vez, el libro de Daniel destaca como el pariente más directo del último libro del canon bíblico. El cautiverio y el posterior éxodo babilónico son el principal telón de fondo de Daniel. De allí que esto opere también como una especie de subtexto que, aplicado espiritualmente, aflora aquí y allá en Apocalipsis, sobre todo en la segunda mitad del libro. He allí la razón de tantos paralelismos literarios entre Daniel y Apocalipsis. ¿Cómo leer el capítulo 13 de este último, sin percibir sus conexiones con la gran prueba de fuego para la lealtad de los cautivos hebreos registrada en Daniel 3?
Otro tanto ocurre entre el triple mensaje del capítulo 14 de Apocalipsis y Daniel 5. En ambos casos, hay una intoxicación alcohólica (comparar con Apoc. 17:2, 4); una declaración de juicio inminente contra Babilonia; una condenación de la idolatría (tácita, en el caso de Apoc. 14); una exhortación a reverenciar al único Dios verdadero; la ejecución del juicio anunciado (cf. Dan. 7:11, 26); y un nutrido y variado público involucrado (Dan. 5:1, 19; 3:2, 4, 7).
No es, pues, de extrañar que el “evangelio” proclamado por el primer mensajero celestial acerca de la Babilonia espiritual parezca tan poco “evangelio” (literalmente, “buena noticia”, en griego). Pero aquí acude nuevamente al rescate el Antiguo Testamento, donde las palabras hebreas correspondientes al griego euaggelion y euaggelizo1 no siempre tienen el sentido de “noticia buena o gozosa” y “proclamar buenas noticias” respectivamente, sino simplemente de “noticia o anuncio” –a veces, incluso, no gozosa, al menos para su destinatario (por ejemplo, 2 Sam. 4:10; 18:20, 22)– y “traer o dar noticias”, ya sean buenas, malas o sin ninguna connotación acerca de su contenido, lo cual a menudo depende del contexto (Apoc. 10:7).
En 1 Samuel 31:9, 2 Samuel 1:20 y 1 Crónicas 10:9, la noticia de la muerte de Saúl y de sus hijos en batalla y de la consiguiente derrota de Israel a manos de los filisteos, fue causa de gozo solo para estos. En 2 Samuel 18:26, algunas versiones traducen “buenas noticias”, mientras que otras, simplemente, “noticias”. En Salmo 40:9, unas versiones traducen “buenas nuevas”, pero la mayoría de ellas dice “justicia”, “lo que es recto”, “rectitud”, etc. En Salmo 67:12, varias versiones vierten el verbo euaggelizo como “publicar, anunciar o proclamar noticias”. A semejanza de Apocalipsis 14:6, quienes son objeto de la proclamación (euaggelizo) del mensaje de salvación, según 1 Pedro 4:6, son las personas espiritualmente muertas (cf. Juan 5:24, 25; Efe. 2:1, 5; 5:14; 1 Cor. 5:5).
Además del contenido mismo del triple mensaje de severa advertencia, antes que de gracia propiamente dicha (vers. 7), otros han notado la ausencia del artículo delante de la palabra euaggelion en el idioma original. En el Nuevo Testamento, siempre que la palabra se refiere a las buenas noticias de la salvación por la fe en la muerte sustitutoria y el ministerio de Jesús, aparece con artículo (el evangelio). Y si bien es cierto que algunas palabras se refieren a realidades tan singulares y específicas que no necesitan del artículo referido a qué o quién aluden, suele ocurrir en esos casos que, a diferencia de euaggelion en Apocalipsis, el vocablo aparece antes con artículo en alguna parte del documento.2
En vista de todo ello, “un evangelio”, o simplemente “un mensaje” o anuncio, podría constituir una traducción tan legítima como “el evangelio”. Sobre todo, en vista de que, como ya se dijo, la palabra euaggelion no aparece anteriormente en el libro. De hecho, un número significativo de buenas versiones bíblicas traducen “un evangelio”; lo que supone, de paso, un dilema teológico a la luz de textos como Gálatas 1:6 al 9 y 2 Corintios 11:4.
¿Quiénes son los destinatarios del triple mensaje angélico?
Lo veremos en el próximo mes. RA
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