Tu herencia no tiene por qué determinar tu futuro.
Tengo un amigo muy querido, Magdiel Pérez, que tiene un ADN de oro. Su bisabuelo, un tremendo misionero, viajó de Alemania a Southern Adventist University para luego trabajar en Bolivia abriendo obra en el colportaje. Su abuelo Lucas Schulz fue gerente de Granix en Argentina y director de un sanatorio adventista en la provincia de Misiones. Su padre fue director de departamentos de la Misión del Norte, en Chile; y luego inició la obra hispana en Canadá. Al jubilarse, dedicó su tiempo a ser profesor de Teología.
Obviamente, mi querido amigo Magdiel es pastor, y actualmente trabaja en un puesto de gran responsabilidad dentro de la Asociación General. Sin duda tiene un ADN valioso, que lo ayudó a formarse como un hombre exitoso.
ADN es el ácido desoxirribonucleico, que se encuentra en el núcleo de las células y es el principal constituyente del material genético de los seres vivos. Nuestros padres nos heredan su ADN, el potencial físico y psicológico que poseemos.
Pero también se heredan los genes del alcoholismo, la depresión, problemas físicos y problemas psicológicos.
Mi ADN no es de oro, como el de mis amigos. Mi padre era alcohólico, adicto al cigarrillo y sufría de impulsividad violenta. Por otro lado, mi madre aun batalla con la depresión profunda. Quizá tu ADN sea más parecido al mío. Quizá tu familia sea un desastre. Quizás ahora te odies por estar repitiendo la misma historia de fracasos que tú siempre criticaste.
¿Cómo escapar de nuestros genes negativos?
Hay una ciencia que estudia la expresión de los genes en nuestra vida. Se llama Epigenética. Ella postula que los genes que uno trae pueden activarse o desactivarse por el ambiente y por decisión propia. Esto quiere decir que, si tu padre era alcohólico, tú, por decisión propia, puedes desactivar este gen y nunca caer en esa adicción. Esto se logra cambiando nuestra actitud hacia esa herencia negativa. Y lo extraordinario es que, si la cambiamos en el presente, podemos anular ese gen negativo también para nuestros hijos.
¡Tú puedes desactivar los genes negativos que has heredado! ¡Desactívalos ya! No pongas excusas del tipo “así soy”, “así era mi madre”, “así es mi familia”. ¡Tú no eres así! ¡Tú eres un hijo de Dios! Él puso en ti genes de victoria, genes de valentía, genes de poder e inteligencia. No vivas desanimado. No vivas una vida mediocre. Escoge ser feliz. Escoge desactivar el gen negativo de la autocompasión. No culpes más a la herencia que traes; rompe ahora la maldición generacional. Desde el día que reconozcas a Dios como tu Padre, heredarás genes positivos y genes de bendición para tu familia.
Existe un ADN terrenal, pero también existe un ADN espiritual, que proviene de nuestro Padre. Y esto sí que es extraordinario: el ADN espiritual es más poderoso que el ADN terrenal. La Biblia dice “Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre” (Sal. 139:13). Dios nos conoce. Él nos formó, y puso en cada uno de nosotros genes de bendición, un potencial que espera para ser liberado. Tú naciste con un propósito específico, y Dios puso todo en ti para que lo logres. Siempre digo: ”No escuches las mentiras del diablo”.
Una tarde, entró una adolescente en mi consultorio llorando desconsoladamente. Cuando logró calmarse, me contó que su madre le confesó haber intentado tres veces abortarla, sin éxito. Imagínense como recibió esa noticia esta jovencita de quince años. Quien debía amarla y protegerla intentó acabar con su vida antes de que naciera. Dios tejió en el vientre de su madre todo su ser. Tenía escrito el día y la hora en que nacería, y contra eso no hay poder que se oponga. La joven salió de mi oficina sabiendo que Dios era su Padre, y que estaba en esta Tierra por su voluntad y con un propósito.
No lo olvides
Tengo los genes de mi Padre celestial. No seré cobarde, ni caminaré desanimado en este mundo, sino que seré un joven valiente, porque tengo todo lo necesario para lograr mi propósito.
Dios pone las personas correctas, las situaciones correctas y las energías correctas. Cuando rindes toda tu vida a él, él abrirá camino para que tú puedas lograr todo lo que te has propuesto y, si confías, sucederán cosas increíbles en tu vida.
Vengo de una familia de agricultores y comerciantes, ninguno muy dado a la lectura. Todos en mi familia querían que yo fuera abogado. Sin embargo, decidí estudiar Psicología porque siempre me ha gustado ayudar y dar consejos. Hace diez años tuve un sueño: escribir un libro. Después de cada sesión con algún joven, yo escribía una pequeña reflexión sobre su caso.
Al término de un año, tenía tantas reflexiones como temas distintos, así que los organicé por capítulos, y así nació mi libro para jóvenes, ¡Tú vales! Al principio, estaba autoeditado en forma precaria: simples fotocopias con encuadernación casera. Y, en cada ocasión que tenía para venderlo, lo ofrecía (siempre terminaba regalándolo).
Muchos me decían que editar un libro era casi imposible, que solo escritores expertos y muy talentosos podían llegar a tener algún tipo de éxito en esto. Otros directamente me decían que no servía para escribir. Criticaban que la lectura era muy coloquial y superficial, que debía ser un libro más profundo y filosófico. ¿Cómo un joven campesino de una pequeña ciudad podría alguna vez editar un libro?
En el año 2018 tuve la oportunidad de ir a Tabasco (México), a un congreso de jóvenes. Me habían invitado para cantar y dar una charla de autoestima. En esa ocasión, me quedé en el cuarto con el Pr. Pablo Partida, quien era el orador principal del evento. Obviamente llevé mi libro, casi como regalo para los jóvenes. El Pr. Partida encontró mi libro y lo estuvo hojeando todas las noches del congreso.
–Quiero comprar tu libro –me dijo al finalizar el evento.
–Mmm… pastor, imposible. Yo se lo regalo –le contesté.
–Parece que no me estás entendiendo… ¡Quiero comprar los derechos de tu libro! Soy el editor en jefe de GEMA Editores, México –respondió.
Cuando Dios quiere que pasen cosas extraordinarias en tu vida, trae a tu editor a tu cuarto.
Cuando Dios te creó, puso en ti una marca y una señal de que eres de un linaje especial y tienes derecho a cumplir el propósito que Dios ha marcado para tu vida.
Quizás alguien te diga: “Eres un fracaso”; “No vas a terminar tu carrera”; “Nunca encontrarás al amor de tu vida”. Esas frases están de sobra. Sin embargo, aférrate a tu corona y recuerda que eres hijo del Rey. Quizá te caíste, pero eres hijo del Dios altísimo, y ahora estás de pie.
Cuando alguien te haga sentir menos, te critique, o te humille, toma tu corona, e ignora esos comentarios, que son mentiras. El diablo es el padre de la mentira, y siempre tratará de mentirte. Él dirá que nada lograrás en la vida. Dios ya te coronó como su hijo, un príncipe o princesa, con un ADN real.
Tenemos la aprobación de Dios, y él estará a tu lado siempre. Di cada día: “Soy de la realeza. Dios está de mi lado, y nadie me hará sentir inferior, o me convencerá de lo contrario”. Deja de creer las mentiras del enemigo. Vales mucho, porque tienes tu corona puesta desde que naciste y traes el ADN de tu Padre celestial.
Carlos Campitelli (líder de Jóvenes para Sudamérica), cuando era pequeño, escuchaba historias en la mesa familiar. Estas historias eran de sacrificios por la obra de Dios. Cada palabra que escuchó desde su niñez fue sembrando en su corazón la fuerza para ser un predicador. Cambió todo gen negativo, y lo trasformó en genes de bendición para miles de jóvenes que hoy lo escuchan. Tú puedes romper toda maldición genética. Si tomas decisiones que honren a Dios, tú y tu familia vivirán bajo la bendición de genes que pasarán de generación en generación. Tú debes elegir.
Elige firmar un contrato con Dios. Él hará crecer los genes de valentía, responsabilidad, virtud, talento, inteligencia y sueños en ti. RA
Que buen artículo