“Se fue uno de los doce, llamado Judas Iscariote, a los príncipes de los sacerdotes y les dijo: ¿Qué me queréis dar y os lo entrego? Se convinieron en treinta piezas de plata, y desde entonces buscaba ocasión para entregarlo” (Mat. 26:14, 15).
Judas vendió a su maestro por treinta piezas de plata. Ese fue su pago; en eso valoró Judas al Hacedor de milagros. Me cuesta creer que, después haber visto a Jesús levantar paralíticos, dar la vista a los ciegos, caminar sobre el Mar de Galilea y calmar la tempestad, aun así Judas lo vendiera por unas viles monedas.
Judas se trasformó de discípulo en traidor, movido por la codicia. Fue voluntariamente al Templo y ofreció a Jesús a los sacerdotes, quienes tomaron el dinero sagrado para la despreciable operación. La cifra de treinta monedas de plata (en ese tiempo) sería medio año de un buen salario; y hoy (en 2022 y al cambio actual del precio de la plata) equivaldrían a unos trescientos dólares.
¡Eso no es mucho dinero! ¡Tan solo trescientos dólares costó la vida de Jesús para alguien que pudo ver sus milagros pero que nunca vio la mirada amable que lo trataba como un amigo! Judas vio lo que quería ver: un movimiento social que al principio pareció provechoso para él, al ocupar un buen puesto político; pero al pasar el tiempo se dio cuenta de que el plan de Jesús era otro, alejado del poder mundano y que no es de este mundo. Así, en su mente se derrumbaron todos sus planes de gloria.
A veces somos como Judas, y caminamos con Jesús sin conocerlo. Vemos a Jesús como alguien extraño a nuestra vida, o simplemente un Jesús de sábado, con todas las actividades de la iglesia, o un Jesús que nos permite pasar un rato agradable. Pero, cuando volvemos a nuestra casa, otra vez nos sumergimos en nuestros pecados y adicciones sin haber saboreado el amor de Jesús ni su presencia en nuestra vida.
Preguntémonos: ¿Cuándo vendimos a Jesús? ¿Cuánto costó esa “transacción”? El costo ¿fue un buen trabajo? ¿La pornografía? ¿Mis nuevos amigos no cristianos? ¿Relaciones indebidas con mi novio? ¿Cuánto valor tiene Jesús para nosotros?
“Todo tiene precio en esta vida, nada es gratis”, dice un refrán popular. Tal vez por eso nos resulte extraño y contradictorio para nuestra mente pensar que la salvación es gratis y que Jesús ya pagó por ella.
Ahora te pido que aceptes algo gratuito, que es la salvación de tu corazón. Jesús nunca te venderá. Jesús nunca te dejará. Jesús dio todo lo que tenía por ti; ya no puede dar más para que seas feliz. Ve a él con lo que eres. Ve a él con tus errores y fracasos. Él no te vende, y te recibe siempre.
Te pregunto ahora: ¿Qué serás? ¿Un discípulo o un traidor?
Un discípulo de Cristo.