El suicidio es la cuarta causa de muerte en el mundo entre los 15 y los 44 años. ¿Qué podemos hacer para prevenir esta trágica decisión?
Once de la noche. Suena mi celular. Era la madre de una paciente adolescente, desesperada porque su hija, encerrada en el baño, intentaba suicidarse. Le pedí que le pasara el celular por debajo de la puerta.
–Hola, Lorena ¿qué haces?
–¡Quiero dormir y no despertar jamás!
–Escúchame bien: ¡tu vida es importante para mí! ¡No lo hagas!
Después de escuchar estas palabras, lloró en el teléfono durante algunos minutos sin decir nada. Y desistió de su triste plan.
La depresión es un trastorno emocional por el que el desánimo controla la vida. El Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (quinta edición) menciona que un rasgo característico de la depresión es la desesperanza.
Parece un concepto casi poético más que psiquiátrico, pero es así. Cuando una persona pierde el anhelo de vivir, pierde sus sueños y pierde el gozo de vivir, su alma se va consumiendo como una pequeña llama en la oscuridad. La esperanza es gozo.
¿Sabías que los niños ríen el noventa por ciento del día y que cuando crecen ríen solo el treinta por ciento o menos? Los niños confían en su papá y tienen esperanza en que su papá está al control de todo. Muchas personas cargan su dolor emocional, que es como un veneno que las va matando lentamente, hasta que su mente ya no puede razonar y en lo único que puede pensar es en desaparecer, porque creen que su dolor y su angustia a nadie le interesan. Después de eso vienen la soledad interna y los pensamientos suicidas.
Regalar esperanza a una persona depresiva es comenzar su camino hacia la sanación. Tikvá es la palabra en hebreo que se traduce como “esperanza”, y hace alusión a una cuerda tejida. Una cuerda no es solamente algo que vemos con nuestros ojos, sino además es algo que podemos tomar con nuestras manos.
La esperanza, para los hebreos, era algo que no se espera, sino que está sucediendo y nos lleva a nuestro objetivo. Como una cuerda, Dios es la esperanza que nos sostiene.
Cuando alguien se está ahogando en el mar, su salvación es aferrarse a la cuerda. Claro que esa cuerda debe ser lanzada por alguien. Y allí entras tú en la ecuación, ya que puedes ser el “salvavidas” de alguien interesándote por esa persona, con un “¿Cómo estás?” y con un “¿Te puedo ayudar en algo?” No tienes por qué ser psiquiatra o psicólogo para escuchar; escucha mientras consigues un profesional que lo ayude y comience un tratamiento.
El suicidio es la cuarta causa de muerte en el mundo entre los 15 y los 44 años. ¿Por qué razón las personas se quitan la vida? Muchas veces es por este dolor emocional que las consume. Un paciente que intentó suicidarse me dijo que no buscaba la muerte, solo descansar de su dolor.
En Mateo 6:25 al 34, Jesús dijo que no nos preocupemos por el día de mañana. Tres veces en ese capítulo 6, Jesús recomienda que no nos preocupemos. Si es así, es porque está seguro de eso y de que él estará al control de tu vida.
Protocolo de prevención y actuación frente al intento suicida de un joven:
- Escúchalo con afecto y comprensión. No lo recrimines ni lo cuestiones.
- Déjalo hablar de sus pensamientos con respecto a la muerte.
- Ayúdalo a buscar un profesional para su tratamiento.
- Activa un plan de oración y acompañamiento afectivo.
- Intégralo a actividades de la iglesia.
- Ayúdalo a descubrir sus habilidades y sus talentos a fin de potenciarlos.
Muy buen artículo para reflexionar y ver con más atención a las personas.
Valiosa información. Los padres deben estar alertas a las señales de depresión que puedan manifestar los hijos o hijas. Muchos suicidios se podrían haber evitado.