“Dime cómo descansas y te diré cómo está tu salud”.
En una de las historietas de la genial Mafalda, aparece uno de sus amiguitos buscándola para jugar. Cuando ella abre la puerta, se ve detrás a los integrantes de su familia corriendo nerviosamente de aquí para allá, todos muy concentrados, atareados y prácticamente desesperados. Entonces, Mafalda explica: “Es que son los últimos preparativos de las vacaciones que nos tomamos para descansar de los últimos preparativos de las vacaciones que nos tomamos”. Para reír… y pensar.
Por estas latitudes estamos, en general, en tiempo de vacaciones. Y creo que necesitamos hacernos la pregunta: ¿Sabemos descansar? Pareciera una pregunta obvia, porque el descansar es algo opuesto a la idea de esfuerzo y, por lo tanto, debería ser muy fácil llevarlo a cabo. ¿Cómo no vamos a saber descansar? Detenernos y listo, aflojamos el ritmo y listo… es algo que sale “naturalmente”.
¿cómo asegurarnos de que nuestros momentos de descanso realmente nos renueven?”
Pero, la realidad es que muchas veces nuestras maneras de “descansar” terminar generándonos un mayor cansancio. Normalmente, en la distensión del tiempo libre queremos ponernos al día con la agenda de “diversión”, comer todo lo que habitualmente no podemos comer, o de alguna manera darnos todos los “gustos” posibles. Y así, podemos terminar en un desorden tal que luego necesitamos recuperarnos de nuestro “descanso”.
Desde ya que parte del placer de descansar puede ser disfrutar de una buena comida y de momentos recreativos. Pero ¿cómo asegurarnos de que nuestros momentos de descanso realmente nos renueven? Creo que hay una clave que no falla. Es una clave en ocho puntos que el Creador nos ha dejado como guía para disfrutar de todas las cosas en la vida. Organizar nuestro descanso sobre la base de estos ocho puntos nos puede asegurar una verdadera renovación.
La clave es: ADELANTE. En forma de acróstico, cada una de las ocho letras de la palabra corresponde a los ocho remedios naturales. Nuestro tiempo de descanso debería incluir incluir estos elementos sencillos, pero vitales:
–Agua en abundancia, por dentro y por fuera (la hidroterapia logra maravillas).
–Descanso propiamente dicho, con especial cuidado del ritmo circadiano (se refiere al ritmo natural que necesita nuestro organismo para funcionar óptimamente. En el descanso, consiste en dormir en las primeras horas de la noche, que son las más reparadoras y renovadoras del organismo).
–Ejercicio físico diario, placentero, sin sobreexigencias (y en las vacaciones, libres por fin de la excusa de que no tenemos tiempo).
–Luz solar, disfrutando de baños de sol de manera moderada.
–Aire puro, disfrutando, por ejemplo, de caminatas a través de la naturaleza.
–Nutrición adecuada, asegurándonos especialmente de que en la mesa no falten frutas y verduras de variados colores.
–Temperancia, porque el verdadero placer no tiene nada que ver con los excesos o con lo prohibido, sino con el equilibrio y la armonía.
–Esperanza, porque renovar la vida espiritual en las vacaciones es el camino seguro a la renovación de todo el ser (físico, mental, emocional y social).
Así, podemos tener la certeza de que cuantos más elementos de estos estén presentes en nuestro descanso, más placentero y reparador será.
Como lo decía el sabio Salomón: “Todo tiene su tiempo” (Ecl. 3). Esto implica no solo un tiempo cronológico (cantidad), sino un tiempo bien invertido (calidad). En el caso del tiempo de descanso, que Dios ha determinado que lo tengamos porque todos lo necesitamos, no se trata meramente de “Me tomé unos días”, sino de la calidad de esos días para reponer el bienestar. Entonces sí podremos decir (en realidad, sentir): ¡Descansé!
Te animo a recordar estos principios a lo largo de este año que está por delante, a fin de que puedas disfrutar plenamente de cada momento de descanso que tengas. Es importante para tu salud y es importante para tu felicidad. RA
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