LAS 2.300 TARDES Y MAÑANAS

LAS 2.300 TARDES Y MAÑANAS DANIEL 8:14

30/10/2018

El libro de Daniel presenta el período profético expresado en un tiempo específico más extenso de toda la Escritura. Daniel 8:14 responde la pregunta de un ser celestial sobre cuánto duraría la visión concerniente al “continuo”, la transgresión que espanta y el pisoteo del Lugar Santo. La respuesta de parte de otro ser celestial declaró: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado” (8:14).

Esta declaración provocó en el profeta una preocupación inesperada. Por tal razón, el profeta recibe una explicación sobre lo que se le había presentado (8:15, 16). Así, el ángel le explica el significado del carnero y el macho cabrío, Medo-Persia y Grecia respectivamente (8:20, 21). Luego, explica la labor del cuerno que se engrandece, similar a la descrita en el capítulo 7 –la del cuerno pequeño–, que va en contra del “pueblo santo” (8:24) y el “Príncipe de los príncipes” (8:25). Finalmente, se le dice que “la visión de las tardes y mañanas” es verdadera. Como se puede apreciar, se le explica todo, menos el significado de “las tardes y mañanas” (Dan. 8:14, 26).

Por esta razón, el profeta declara que estaba “espantado a causa de la visión” (8:26), al punto que busca en el libro de Jeremías (9:2) para ver qué relación tenía esta profecía con el retorno a Jerusalén y, por lo tanto, con la purificación del Santuario, lo cual implicaba el restablecimiento del orden del Templo (Santuario). Sin embargo, mientras Daniel está pensando en el Templo de Jerusalén, la profecía está describiendo la obra del Santuario celestial.

El pueblo se humillaba ante Jehová en el día de la expiación. Es nuestra labor velar y estar listos para su venida”.

Existe una serie de razones por las cuales se debe entender Daniel 8:14 como una referencia al Santuario celestial. Primero, es una profecía de tiempo, lo cual requiere aplicar el principio de día por año (Eze. 4:6). Segundo, esta profecía anuncia la venida del Mesías (Dan. 9:25) al término de las 70 semanas, o 490 años; dejando 1.810 años restantes para el cumplimiento del período profético anunciado en Daniel 8:14. Tercero, se debe tener en cuenta que el conteo de las 70 semanas de Daniel 9:24 es también el punto de partida de las 2.300 tardes y mañanas. Por tal motivo, este período va mucho más allá del tiempo en que el Santuario de Jerusalén estuvo en funcionamiento.

Ahora bien, según Daniel 9:25, el inicio de este período profético sucede cuando se da la orden para restaurar y reconstruir Jerusalén. Esto sucedió en el año 457 a.C.1 Por lo tanto, el final de este período profético sucede en el año 1844 d.C. Es en esta fecha que se da inicio a la purificación del Santuario. El profeta Daniel hace uso de una terminología perteneciente al Santuario propiamente, haciendo alusión al Día de la Expiación. Daniel 8:14 dice que el Santuario será purificado, en hebreo nitsdaq. Este término hebreo indica el acto de vindicar.2 Tal obra, en la economía del Santuario terrenal, sucedía en ocasión del Día de la Expiación.3 Este día, los pecados del pueblo se quitaban del Santuario y eran puestos sobre Azazel, el macho cabrío que era llevado al desierto para ser abandonado.

Al considerar el Santuario celestial, esta obra se inició en el año 1844 d.C. Entonces Cristo pasó al Lugar Santísimo del Templo celestial, para hacer la obra de expiación en favor de su pueblo (esto es, el Juicio Investigador). Cuando culmine su labor sumosacerdotal y salga, vendrá a la Tierra, cumpliendo su promesa (Juan 14:1-3), y redimirá a su pueblo. Mientras tanto, del mismo modo en que el pueblo debía humillarse delante de Jehová mientras se consumaba la expiación (Lev. 23:26-32), es nuestra labor velar y estar listos para el glorioso día de su Venida. ¡Maranatha! RA


Referencias:

Hubo varios decretos de parte de los gobernantes medopersas que permitieron al pueblo de Israel volver a Jerusalén. Sin embargo, el decreto emitido por Artajerjes el séptimo año de su reinado (Esd. 7:7) corresponde al año 457 a.C. Este decreto es el más adecuado, pues no solo permite el retorno de los judíos a Jerusalén, sino también les permite tener legislatura autónoma, aunque siempre bajo los términos persas. Una copia de este decreto se encuentra en Esdras 7:12 al 26.
2 El verbo hebreo נִצְדַּק (nitsdaq) tiene que ver con el acto de vindicar o poner en la condición correcta. Francis Brown, Samuel R. Driver y Charles A. Briggs, The New Brown-Driver-Briggs-Gesenius Hebrew and English Lexicon (1979), s.v. “צָדֵק”.
3 Del mismo modo, esta palabra se traduce en la LXX usando la raíz verbal καθαρίζω (katharizo), la cual se usa también en Levítico 16:30 para referirse al Día de la Expiación. Jacques B. Doukhan, Secretos de Daniel: Sabiduría y sueños de un príncipe hebreo en el exilio (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), pp. 128-130.

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