SU GLORIA EN MI HISTORIA

Cómo ser libres de nuestras tendencias egocéntricas.

Si eres como yo, tienes una inclinación natural a querer entender y controlar todo lo que te sucede. También te interesa sumamente que los demás te validen y te acepten. Buscas que se haga justicia en tu favor y que todos vean que tus necesidades merecen atención. Las circunstancias de tu vida y la actitud de los demás hacia esas circunstancias tienden a estar en el centro de tus preocupaciones.

Si eres como yo, tienes una tendencia a sufrir cuando no entiendes o no puedes controlar lo que te sucede. Sufres cuando no eres aceptado o cuando alguien minimiza o invalida tus necesidades.

Ah, esta vida…

Imagínate si alguien viniera con su varita mágica y quitara esa inclinación natural, esa tendencia que nos hace tan dependientes de cosas externas para poder sentirnos bien interiormente. Básicamente, esa tendencia o inclinación natural es una de las maneras en que nuestra naturaleza de pecado se manifiesta, dando un espacio primordial a todo lo que tiene que ver conmigo mismo. Además, ese espacio es exclusivista, y no deja lugar para otra cosa. Por supuesto, esta hinchazón causa dolor y es muy desagradable.

Pero, aquí también, para mi historia y para la tuya, hay buenas noticias. Por la gracia de Dios, podemos aprender a vivir con equilibrio: dando un lugar sano a nuestras necesidades reales, aceptando nuestros límites y poniendo todo lo que nos sucede en perspectiva. No se trata aquí de pasar de un extremo al otro; después de todo, Jesús mismo nos enseña a amar a Dios con todas nuestras posibilidades, y a los demás así como nos amamos a nosotros mismos (Mat. 22:37-40). Pero, el amor hacia nosotros mismos del que habla Jesús no es ese amor que causa inflamación. Efectivamente, Jesús vino a salvarnos de esa hinchazón.

El apóstol Pablo tendría un par de cosas que decirnos sobre esto. Él nos diría que si nuestro corazón desborda de nuestras propias preocupaciones, no hay lugar realmente para Dios ahí. Pero, al pasar tiempo con Dios, nuestra hinchazón merma y se va creando un espacio donde el interés por Dios crece, hasta convertirse en lo más importante.

En su carta a los Filipenses, el apóstol les habla de lo que significa vivir en Cristo. Y les dice que, aunque las circunstancias de Pablo en ese momento eran muy desfavorables (estaba encarcelado en Roma), él estaba tranquilo. Por supuesto, deseaba ser liberado pronto (Fil. 1:19), pero ese no era su mayor deseo. Él no estaba congestionado con su propia necesidad. Su mayor deseo era que todos, al mirarlo a él, dijeran: ¡Mira qué grande es Dios!

“Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado, sino que con toda confianza, aun ahora, como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte” (vers. 20, LBLA). En otras palabras, Pablo les decía a los Filipenses: Lo mejor que me puede pasar es que la gloria de Dios se manifieste en mi historia, aunque eso implique mi propia muerte. Deshinchazón total. Y liberación total. Liberación de depender de circunstancias favorables para estar bien interiormente.

El rey David, en el Salmo 40, nos dice que, si bien sus problemas eran importantes para él y que Dios lo iba a sustentar y a ayudar (vers. 14, 15), lo más importante era que Dios y su gloria se manifestaran en su historia. “Regocíjense y alégrense en ti todos los que te buscan; que digan continuamente: ¡Engrandecido sea el Señor! Los que aman tu salvación” (vers. 16, LBLA).

Puedo pedir a Dios que mi vida y mis necesidades sean el terreno donde él muestre su poder. Esto es reclamar su maravillosa promesa de liberación; una promesa implícita que hay en la salvación que nos ofrece. Con esta promesa podemos aprender a vivir libres de todo aquello que nos ata a nuestras desagradables tendencias egocéntricas.

Si queremos ser como Jesús, al ver cómo él actúa en nuestra vida, vamos a pedirle (cada vez más) que su gloria se manifieste en nuestra historia.

  • Lorena Finis de Mayer

    Lorena Finis de Mayer es argentina y escribe desde Berna, Suiza. Desde hace varios años es columnista en la Revista Adventista y sus artículos son muy valorados por la exacta combinación de sencillez y profundidad.

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1 Comentario

  1. Sara

    Muy claro!

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