“Inclino mi corazón a cumplir tus estatutos, de continuo y hasta el fin” (Sal. 119:112).
El término “responsabilidad” deriva del latín responsum, que significa “responder”. Por lo tanto, la responsabilidad se puede definir como la respuesta al cumplimiento del deber. También se aplica a responder a las consecuencias de los actos personales y las obligaciones. En general, es una palabra amplia que comprende varias ideas relacionadas con hacerse cargo de los compromisos, las normas y los deberes.
La responsabilidad constituye una virtud importante que todos deberíamos cultivar en el desarrollo de nuestro carácter. Las personas responsables se comprometen y actúan en forma correcta. Son gente confiable, a la que se le puede delegar tareas, sabiendo que las van a cumplir. Son puntuales, llegan a tiempo a sus compromisos. Son respetuosas, respetan a los demás y a sí mismas. También son reflexivas, analizan sus acciones y buscan mejorar continuamente. Todo eso los convierte en líderes por excelencia. En este punto, tiene que ver la honestidad y la integridad como persona.
La responsabilidad es conducirse con equilibrio entre dos extremos opuestos indeseados, que deben evitarse. Por un lado, está la irresponsabilidad, que lleva a la desidia y a ser negligente. El otro extremo es la exageración de caer en la obsesión y en una actitud estricta y exigente, consigo mismo y con los demás, que produce ansiedad y frustraciones ante los mínimos errores.
En la Biblia hay muchos ejemplos de personas que se destacaron por su responsabilidad y fidelidad en el cumplimiento de sus deberes. Un caso notable fue José, hijo de Jacob, quien fue enviado por su padre a buscar a sus hermanos, y cumplió con su encargo. Fue vendido como esclavo a Egipto, pero se ganó la confianza de su amo y se convirtió en un administrador de confianza en el hogar. Más tarde, fue el segundo al mando en Egipto y desempeñó un papel crucial en la gestión de los recursos durante una hambruna.
Otro ejemplo relevante fue David, quien fue responsable como pastor de ovejas y luego como rey de Israel. En los Salmos, David continuamente escribe sobre el cumplimiento de los estatutos y las instrucciones de Dios, orando para que Dios lo ayude a ser fiel a ellos.
Nehemías fue otro ejemplo de responsabilidad. Tuvo que reconstruir los muros de Jerusalén después del exilio en Babilonia, y cumplió su tarea de manera responsable y efectiva, a pesar de las dificultades y la oposición agresiva de sus vecinos.
Finalmente, destacamos el ejemplo del profeta Daniel, quien, junto con sus amigos Sadrac, Mesac y Abed-nego, mantuvo sus creencias religiosas y sus principios morales en medio de la presión de la corte del rey Nabucodonosor. A pesar de la oposición, ellos se mantuvieron fieles a sus compromisos y responsabilidades.
Todos los meses te proponemos focalizarte en algún valor para buscar desarrollarlo durante el mes. En esta ocasión, la idea es aprovechar todos los días de octubre para ser más responsables, comprometiéndonos con las tareas, planificando las actividades, organizando el tiempo, resolviendo los problemas y mejorando continuamente.
¡Mucho éxito para este logro!
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