SEÑALES CÓSMICAS – 2

Foto: DeoSum /shutterstock

08/07/2016

Era la media mañana del 19 de mayo de 1780. Se cernía una oscuridad inusual. Consternados, los habitantes de Nueva Inglaterra escudriñaban el cielo. Pronto las actividades diarias fueron suspendidas, mientras la oscuridad se volvía tan intensa como el anochecer. Los granjeros dejaron sus campos, y se dispusieron a almorzar bajo la luz de las velas.

Algunos han considerado que la oscuridad insólita de ese 19 de mayo fue milagrosa, o sobrenatural. Otros han afirmado que la verdadera causa es desconocida o que los científicos no han sabido explicarlo, basados en una selección tendenciosa de informes de la época, y de interpretaciones y suposiciones posteriores.

Sin embargo, un análisis cuidadoso de los registros más fidedignos de la época indica que durante esos días se sentía un fuerte olor a humo, acompañado por acumulación de cenizas en algunos lugares. En muchos lugares, la nubosidad y el olor a humo continuaron durante varios días. A su vez, coincide con esto informes de grandes incendios forestales en las regiones del norte y el oeste de los Estados de Nueva Inglaterra y en Canadá, sumados a leves vientos provenientes del noroeste. Algunos incendios surgieron involuntariamente, avivados por la sequía prevaleciente en esos meses. Otros incendios, intencionales, tenían el propósito de limpiar y descampar tierras boscosas, con el fin de expandir los asentamientos colonos y para el uso agrícola. Algunos de estos incendios se extendieron mucho más de lo previsto, y resultaron incontrolables durante varios días.[mfn]Ver M. Sprengel, “1780 Accounts of the Dark Day”, Adventist Review (5 de junio de 1980), pp. 11-14.[/mfn] De este modo se explica adecuadamente la oscuridad y el color rojizo de la luna que se pudieron presenciar el 19 de mayo en esa región noreste de los Estados Unidos.

Los adventistas del séptimo día hemos sostenido firmemente que desde la finalización de la profecía de los 1.260 años, en 1798, estamos viviendo en el “tiempo del fin” profético, y que la venida del Señor está más cerca que nunca. Pero la espera ha superado por lejos las expectativas de nuestros pioneros. Además, la explicación natural de las señales cósmicas, y su repetición en el tiempo, han llegado a provocar dudas en cuanto a su significado profético. ¿Invalida esto las señales proféticas que indican que estamos viviendo realmente en el tiempo del fin? Por supuesto que no. A menudo Dios utiliza eventos naturales para llevar a cabo sus propósitos.

Por otro lado, ha habido otros “días oscuros” en distintos lugares del mundo antes y después de 1780. Sin embargo, la importancia del Día Oscuro de 1780 radica en el momento histórico y cronológico en el que ocurrió, en conexión con el cierre de los 1.260 años de supremacía papal. De manera similar a la caída de las estrellas de 1833, la gente meditó acerca del fenómeno porque la zona donde se produjo también era la correcta. Nueva Inglaterra era un centro de estudio de las Escrituras, donde se desarrolló más de un despertar religioso. Por ello, el Día Oscuro del 19 de mayo de 1780, en conexión con el terremoto de Lisboa (1755) y la caída de las estrellas (1833), encaja perfectamente con el cumplimiento de los eventos que se describen en la Biblia (Apoc. 6:12, 13; Mat. 24:29).

Si bien las fechas mencionadas son únicas en su contexto histórico-profético, es importante destacar que la repetición posterior de las señales cósmicas puede servir de recordatorio, para las generaciones sucesivas, de que el fin está verdaderamente cerca. Al viajar en tren, muchas veces se calcula la distancia hasta el destino sobre la base de las estaciones que aún faltan recorrer. Del mismo modo, las señales cósmicas que se repiten en la historia pueden servir como “estaciones de tren” previas a la última, para indicarnos que nos estamos aproximando al destino final de la venida de Jesús.

Sin duda, con plena confianza podemos afirmar, con el apóstol Pablo: “Ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos” (Rom. 13:11).RA


Referencia:
1 Ver M. Sprengel, “1780 Accounts of the Dark Day”, Adventist Review (5 de junio de 1980), pp. 11-14.

  • Pastor, Magíster en Teología y Traductor público de Inglés, Walter Steger desarrolla su ministerio como editor de libros en la Asociación Casa Editora Sudamericana. Es director de las revistas Ministerio y la Revista del anciano.

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3 Comentarios

  1. Gabriel Medina

    Que raro es ver que el versículo 29 de mateo 24 esta en el pasado y los versículos anteriores estan en el futuro, segun la interpretación de este capitulo. Pienso que la profecía esta aplicada a un contexto histórico unico , comienzo del tiempo del fin, pero Cristo al relatar los hechos los hace en orden. Los eruditos deberían incluir eso. Saludos desde Chile.

    Responder
  2. Lixandro Ribeiro

    Mi hermano buenas tardes. Creo firmemente que las señales de 1755, 1780 y 1833 no cumplen Mateo 24 sino más bien las señales del sexto sello de Apocalipsis. Ya que Mateo registra que Jesús fue claro y específico al decir que la luna no dará su resplandor, es decir se oscurecerà en cuanto Apocalipsis define ciertamente lo que ocurrió.

    Reina-Valera 1960
    Apocalipsis 6:12-13
    12. Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;
    13. y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.

    Así que las señales de Mateo 24 quedan aún pendientes por suceder cuando esté por terminar el fin.

    Responder
    • ruben rivera

      de acuerdo con los comentadores el oscuresimiento del sol solo en el sector de nueva inglaterra no cumple con la profecia cronologica de mateo cp 24

      Responder

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