Los casos de deterioro mental aumentan en todo el mundo. ¿Qué estrategias podemos aplicar ahora para compensar este daño?
Se estima que en el mundo hay cerca de novecientos millones de personas mayores de sesenta años, un número que aumenta rápidamente gracias a la cada vez mayor expectativa de vida. Sin embargo, ¿sabías que –según el sitio alzint.org– en 2019 hubo cerca de diez millones de casos nuevos de demencia en todo el mundo?
La demencia es una amplia gama de síntomas asociados con el deterioro de la memoria y otras habilidades del pensamiento, que llegan a reducir la capacidad de una persona de realizar sus actividades diarias. La enfermedad de Alzheimer, el cuadro de demencia más conocido, es responsable por entre un 60 y un 80 % de los casos.
En esta enfermedad, el daño cerebral es generalizado, ya que muchas neuronas dejan de funcionar, pierden conexiones con otras neuronas y mueren. Estos daños interrumpen procesos vitales como la comunicación entre neuronas, el metabolismo de ciertos nutrientes en el nivel cerebral y la reparación de células que se han visto afectadas debido al envejecimiento, la contaminación, enfermedades específicas, etc.
La buena noticia es que, a pesar de estas estadísticas, no todo está perdido.
Existe un concepto importante y crucial para la comprensión de la salud cerebral: el concepto de reserva cognitiva.
¿De qué se trata? De la capacidad que tiene nuestro cerebro de improvisar y encontrar maneras alternativas de hacer un trabajo. De la misma manera que un auto puede disminuir su velocidad repentinamente para evitar un obstáculo, nuestro cerebro puede cambiar la forma en que opera y, por lo tanto, disponer de recursos adicionales para hacer frente a los desafíos.
El concepto de reserva cognitiva se originó a fines de la década de los años ‘80, cuando los investigadores describieron a individuos que tenían daños cerebrales compatibles con los de un paciente con Alzheimer, pero que no presentaban síntomas de demencia. Estos individuos no mostraron síntomas de la enfermedad porque tenían una reserva cognitiva lo suficientemente significativa como para compensar el daño y continuar funcionando como de costumbre.
Una reserva cognitiva adecuada también puede ayudarnos a afrontar eventos estresantes de manera más adaptativa.
¿Cómo podemos potenciar esta reserva cognitiva? A continuación, mencionamos algunas estrategias sencillas que puedes aplicar desde hoy mismo:
Nunca es tarde para estudiar. A tu cerebro le hace bien estar motivado y aprender cosas nuevas. No tienes que hacer una carrera universitaria; puedes anotarte en un curso de pintura, de francés o de liderazgo.
Ten un proyecto. Cambiar el piso de tu casa, ser el encargado de un ministerio en tu iglesia o terminar esa carrera que quedó a medias; son todos ejemplos posibles. Los proyectos nos ayudan a desarrollar habilidades asociadas a la resolución de conflictos, toma de decisiones; nos ayudan a mejorar nuestra capacidad de atención y aumentan nuestro sentido de propósito.
Cambia tus rutinas de vez en cuando. El elegir una ruta diferente para ir al trabajo o cambiar los cajones de tu guardarropa son maneras sencillas de crear nuevas conexiones neuronales.
Haz ejercicio. El ejercicio físico es clave para la salud cerebral, sobre todo si se realiza diariamente y por al menos treinta minutos. El ejercicio mejora la oxigenación del cerebro y promueve la generación de nuevas neuronas en la zona del hipocampo, que está asociada a la memoria.
Fortalece tus relaciones interpersonales. Además de conversar con tu familia y tus amigos, intenta establecer nuevos contactos, para aumentar tu círculo de relaciones. Siempre tienes algo que aprender de otras personas, con quienes seguramente hablarás de temas menos comunes, o los verás desde otro punto de vista; es decir, nuevos estímulos que obligarán a tu cerebro a pensar, a estar atento y concentrado.
Es maravilloso todo lo relacionado con los temas de salud mental ,y principalmente los métodos que contribuyen a enriquecimiento y no deterioro de la misma