Por Everon Donato
Hace poco, me enviaron por Internet un video muy interesante. Se trata de un hombre que está viajando en su auto. De repente, se encuentra con un enorme rebaño de ovejas que bloquea todo el camino. Son miles de ellas, que caminan de aquí para allá, y parecen estar perdidas y afligidas. Automáticamente, pensé: “Esas ovejas no tenían pastor, o no había suficientes pastores para guiarlas”. Esta escena me hizo recordar las palabras de Jesús en la primera multiplicación de los panes, cuando vio a una gran multitud que lo buscaba. Marcos lo narra de la siguiente manera: “Tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas” (Mar. 6:34).
La verdad es que la iglesia también está sujeta a este mismo problema, cuando depende únicamente de un solo pastor. En Sudamérica, un solo pastor tiene a su cargo un promedio de 8,2 iglesias y 742 miembros. Sin embargo, no es posible pastorear un grupo grande: el pastoreo es eficaz cuando se realiza con pocas personas, en rebaños pequeños. En otras palabras, la mayor contribución de un pastor oficial no es hacer el trabajo de la iglesia, sino reproducir su ministerio en muchos otros que tienen el don de pastorear, y que lo ayudarán a conducir a las personas. “Que trabaje toda persona que pueda hacerlo. El mejor general no es aquel que hace más trabajo él mismo, sino el que es capaz de conseguir la mayor cantidad de trabajo de parte de los demás” (Elena de White, El evangelismo, p. 100). Necesitamos formar más líderes con un perfil pastoral, que ayuden a liberar el potencial misionero de la iglesia.
El significado de “pastorear”
La palabra “pastor” es un sustantivo masculino que significa “persona que guarda, guía y apacienta el ganado”. En el Nuevo Testamento, esta palabra proviene del griego poimén (ποιμήν), que denota el sentido de “guardián o mentor espiritual del rebaño de Cristo”. Al examinar la Biblia, encontramos algunas enseñanzas que amplían nuestro concepto de “pastorear”. Veamos algunas de ellas:
Pastorear no es una opción, sino una necesidad de la iglesia. Cuando Jesús resucitó y se encontró con sus discípulos en la playa del mar de Galilea, preguntó a Pedro tres veces si lo amaba, y tras cada una de estas preguntas concluyó diciéndole que si lo amaba debía pastorear a sus ovejas (Juan 21:17). Cristo consideró que la mayor exigencia para el trabajo ministerial era guiar y cuidar de las ovejas. Con estas palabras, dejó en claro que el pastorado no puede ser algo opcional. Necesitamos ovejas sanas y que se puedan reproducir. Esto solamente es posible por medio del pastoreo.
Hay una diferencia entre el oficio de pastor y la función pastoral. Pedro, que aprendió bien la lección del Maestro Jesús, al escribir a los cristianos de Asia Menor que habían comenzado a sufrir persecución, exhortó a los ancianos de iglesia a ejercer el pastorado, diciendo: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto” (1 Ped. 5:2). “No existen dudas de que cuando Pedro hablaba de pastorear la grey de Dios estaba recordando la tarea que el mismo Jesús le había asignado desde el momento cuando le encomendó apacentar sus ovejas (Juan 21:15-17). La recompensa de amor era designar un pastor, y Pedro estaba recordando la tarea que Cristo le había confiado” (William Barclay, Comentario sobre 1 Pedro, cap. 5).
La exhortación de Pedro era para que estos ancianos, líderes de la iglesia, ejerciesen su don de pastorado. Estos no tenían el oficio de pastor, pero tenían una función pastoral. El oficio de pastor es para quien ejerce el pastorado de forma exclusiva, asumiendo una posición de liderazgo eclesiástico, que incluso permite recibir una manutención por dedicarse a la predicación del evangelio. La función pastoral es para todo aquel que tiene el don de pastorear, la habilidad especial que Dios concedió a algunas personas para asumir la responsabilidad personal de velar por el bienestar espiritual de un grupo de creyentes.
“…EL MEJOR GENERAL NO ES AQUEL QUE HACE MÁS TRABAJO ÉL MISMO, SINO EL QUE ES CAPAZ DE CONSEGUIR LA MAYOR CANTIDAD DE TRABAJO DE PARTE DE LOS DEMÁS…”
Pastorear implica cuidado y discipulado. Jesús dijo que el buen pastor da su vida por sus ovejas; él conoce a sus ovejas y ellas lo conocen a él (Juan 10:10, 14). Comentando sobre el ejemplo de Cristo como el Pastor Modelo, Elena de White declara: “Jesús es el Buen Pastor. Él se interesa por sus ovejas débiles, enfermizas y errabundas. Las conoce a todas por nombre. La angustia de cada oveja y de cada cordero de su rebaño conmueve su corazón de amor y simpatía; y llega a su oído el clamor que pide ayuda. Uno de los mayores pecados de los pastores de Israel fue así señalado por el profeta: ‘No corroborasteis las flacas, ni curasteis la enferma: no ligasteis la perniquebrada, ni tornasteis la amontada, ni buscasteis la perdida; sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia; y están derramadas por falta de pastor; y fueron para ser comidas de toda bestia del campo, y fueron esparcidas. Y anduvieron perdidas […] y no hubo quien buscase, ni quien requiriese’ (Eze. 34:4-6)” (Elena de White, Exaltad a Jesús, p. 212).
Dar cuidado significa atender las necesidades de la persona, en las situaciones de emergencia y en los casos en que se necesita rehabilitación, protección o bienestar. Discipular es velar por el desarrollo de la oveja, su maduración y productividad. Un rebaño saludable es un rebaño cuidado y discipulado.
El desafío de pastorear hoy
No podemos esperar que el rebaño de Dios se multiplique saludablemente sin ser pastoreado. Necesitamos preparar dirigentes que estén dispuestos a compartir la carga de las responsabilidades, dispuestos a cuidar y a discipular a las personas. No podemos esperar que un pastoreo efectivo se haga en masa, al por mayor. El rebaño necesita estar organizado en pequeños grupos, con más líderes que cumplan la función pastoral y atiendan a las necesidades de las personas.
El 6 de agosto, en toda la División Sudamericana se llevará a cabo la multiplicación de Grupos pequeños. Esta será una oportunidad para mejorar el pastorado de toda la iglesia. La meta es llegar a tener cien mil Grupos pequeños y pastorear a un millón de personas. Motiva a tu iglesia a participar de la multiplicación de líderes/pastores. Cuantos más pastores haya, existirán menos ovejas afligidas y desorientadas que deambulen por los caminos de la vida. Entonces, ¿qué estás esperando para unirte al movimiento de pastorear y multiplicar a los discípulos de Dios? El Buen Pastor ya nos dejó su ejemplo. ¡Ahora es tu turno! RA
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