Las claves que dieron nuevo curso a la cautividad de Daniel podrían cambiarnos en los 10 días de oración.
Sin duda, Daniel y sus amigos gozaban de una vida tranquila en Jerusalén, hasta que súbitamente llegó un día desde el cual su mundo ya nunca sería el mismo.
Era el año 605 a.C., y los ejércitos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, habían invadido el reino de Judá y vencido al rey Joacim. Como resultado de ello, Daniel y sus amigos fueron llevados cautivos junto con otros jóvenes fuertes y talentosos de Jerusalén.
Bajo todas las apariencias, el mundo de ellos se había desplomado. Así como muchos otros de los cautivos, probablemente ellos también cuestionaron a Dios con las preguntas: “¿Por qué sucedió esto? ¿Qué será de nuestro futuro?”
Las perspectivas realmente eran desoladoras. Sin embargo, en vez de ser echados en prisión o enviados a algún campo de trabajo forzado, Daniel y sus amigos formaron parte de un grupo favorecido por Nabucodonosor que podía comer la carne y los manjares de la mesa del Rey, así como también beber el vino que él bebía. El Rey esperaba que los cautivos hebreos aprovecharan estos privilegios de buena gana. Y todos lo hicieron; todos, excepto Daniel y sus tres amigos: Ananías, Misael y Azarías.
La Biblia nos dice: “Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse” (Dan. 1:8).
Ante la insistencia de Daniel, el príncipe Melsar, el eunuco a cargo de los que habían sido elegidos para servir al Rey, accedió a darles a Daniel y a sus tres amigos una prueba de diez días, aun sabiendo que esto le podría costar la vida. La prueba tenía el objetivo de descubrir qué pasaría si los cuatro jóvenes tan solo comían vegetales y bebían agua. Podrás imaginarte que Daniel y sus amigos oraron con gran fervor durante esos diez días. Y Dios oyó su clamor.
Dicen las Escrituras: “Al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey” (Dan. 1:15).
No solo tenían una salud señaladamente mejor que la de los demás; la Biblia también dice que a causa de que ellos siguieron honrando a Dios crecieron en sabiduría y en conocimiento, y cuando llegó el día en que fueron evaluados ante el Rey se pudo ver que eran diez veces más sabios que todos los astrólogos y sabios mundanos del Rey (ver Dan. 1:17-20).
Tú y yo ¿seríamos tan fieles como Daniel si tuviéramos una prueba semejante?
La triste realidad es que nosotros también hemos sido tomados cautivos. De hecho, vivimos en un mundo que ha estado bajo el asedio de Babilonia –de Satanás– por más de sesenta siglos. Como resultado, vemos los estragos causados por la guerra en todos los frentes, incluyendo la iglesia: matrimonios fracasados, hogares destruidos, hijos perdidos, salud deteriorada, transigencia y apatía espirituales, corazones rotos y mucho más. Sin embargo, no somos un caso perdido, pues servimos a un Dios poderoso que aun ahora es capaz de tomar lo que el enemigo planeó usar para el mal y convertirlo en algo bueno, para su gloria (Gén. 50:20).
Imagínense si, como Daniel y sus amigos, nos pusiéramos de pie y dijéramos: “No quiero aceptar más las cosas como están en esta vida, bajo este reino maligno. Quiero probar a Dios. Quiero poner a prueba su Palabra. Quiero ser fiel, para que él me pueda usar para su gloria”.
En los últimos años, he empezado a tener el hábito de comenzar cada enero con un desafío de ayuno y oración de 10 o 21 días para hacer crecer mi relación con Dios. (El desafío de 10 días se basa en Daniel 1 y el desafío de 21 días se basa en Daniel 10.) Para mí, este ayuno puede ser un ayuno con jugos naturales, o también puede ser un “ayuno de Daniel” sencillo, con frutas y vegetales.
Otra parte importante de este desafío de 10 o 21 días es apartar todas las distracciones, lo que puede significar dejar de utilizar mis cuentas en redes sociales o apagar todo tipo de entretenimiento electrónico. No es mi deseo que mi percepción espiritual se embote con cualquiera de las distracciones o los manjares del Rey.
Y, lo que es más importante, en estos días dedico más tiempo a estudiar la Biblia y a orar. Aunque hay muchos pedidos de oración en mi corazón, el principal motivo por el que me dedico a este desafío de oración al comienzo de cada año es mi relación con Dios. Es como un botón de reinicio que me ayuda a reenfocarme y asegurarme de que realmente estoy sintonizada con Dios y en armonía con sus propósitos para mi vida.
He podido ver a Dios obrar de forma milagrosa cuando dediqué un tiempo específico para orar y ayunar cada año, a veces por mi cuenta y a veces con amigos o con mi iglesia, según donde me encuentre. Dios no solo me ha llevado a tener una relación más profunda con él y me ha dado más claridad y fuerza espirituales; también he podido ver cómo respondió oraciones que parecían imposibles, en mi vida y en la de otras personas. Seres queridos han vuelto a la iglesia, matrimonios fueron sanados, se abrieron puertas para servir en algún ministerio, y he tenido un crecimiento y un reavivamiento espirituales que jamás creí posibles.
Este mes, la Iglesia Adventista en Sudamérica hará los 10 días de oración. Si tu iglesia lo organiza, te quiero animar a que participes sinceramente y que puedas ver cómo Dios bendice en abundancia cuando nos unimos para buscarlo.
Y si tu iglesia no organiza este programa, ¡no desesperes! Hay otras formas de participar de esta bendición, ya sea de manera individual o con algunos amigos o familiares. Por supuesto, puedes hacer el desafío de los 10 o los 21 días cuando más cómodo te resulte. Lo importante es que no te pierdas esta bendición.
La Biblia nos dice: “Abre tu boca, y yo la llenaré” (Sal. 81:10). Si tienes hambre espiritual, acepta participar de este desafío. Te garantizo que tu vida no volverá a ser la misma.
Hola gracias pido oracion para que Dios cure mi madre de virus me de independiencia financiera, tambien mucho exito en mi carera de musica. Que
encuentre bue amigos y novia Adventista. Que mis madres hermano y familia
den su corazon a Jesus, que mi madre Suzane sea curada de enfermedad de nervios y huesos y cancer de la piel, y que Dios protege mi negocio y de salvacion a la gente aqui en paris francia gracias