Este año me he propuesto escribir sobre las distintas etapas de la vida. Ya he desarrollado el tema del embarazo, la lactancia y la niñez; algunos problemas que, en rápidos pasos, se encuentran ya en la adolescencia. He escrito sobre los jóvenes, etapa esencial para la toma de decisiones, para marcar un rumbo, para decir a Dios y al mundo a quién quiere seguir en su vida. La elección de la pareja correcta, que va a influir sobre el nuevo camino. Escoger la carrera por estudiar y el oficio para lograr una independencia económica también será una manera de expresar el objetivo de cada uno.
Pero hoy quiero escribir a los jóvenes que están formando una familia. A aquellos que han decidido obedecer la Palabra de Dios, y dejan a su padre y a su madre, y se unen a su esposa o esposo para ser una sola carne.
Elena de White dice: “La restauración y el levantamiento de la humanidad empiezan en el hogar. La obra de los padres es cimiento de toda obra […]. El bienestar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de la nación dependen de la influencia del hogar” (El ministerio de curación, p. 269).
Aunque podamos sentir –en una sociedad moderna, compleja y sin valores– que nuestra influencia puede no ser significativa, cada persona con la que nos relacionamos pasa a ser nuestro pequeño mundo sobre el cual actuar. ¡Y vaya si afectamos a quienes nos rodean! No tenemos conciencia de cuánto podemos influir sobre los demás.
“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Sal. 127:1).
En este contexto, formar un hogar pasa a ser una decisión trascendental. Sobre la base de cómo están los cimientos, esta estructura será recta hacia el Cielo, o inclinada y débil.
Muchas veces provenimos de familias en las que hay costumbres que son incorrectas. Empezar un nuevo hogar es la oportunidad para iniciar algo desde el principio. Tú determinas qué vas a “heredar” o qué evitarás que ingrese en tu nuevo hogar, para asegurarte de ser realmente una influencia positiva para tu barrio. Los libros de Elena de White contienen información relevante. Seguir sus principios de salud es una forma de fortalecer el flamante nido hogareño; es decir a todos que esa casa está siendo dirigida por Dios. Investiguen sobre los principios de salud. Busquen información que ayude a corroborar y afirmar los consejos escritos por Elena de White. Si en el hogar en que crecimos se comía pocas frutas, ahora es el momento de decidir incorporar más frutas y vegetales a la dieta. También reducir las harinas refinadas y cambiarlas por harinas o cereales integrales. Si Elena de White hace énfasis en la importancia de evitar la ingestión de carne, este puede ser el momento en que se tome la decisión de disminuir las carnes, con una meta próxima de su abandono total. Es el momento de estudiar los ocho remedios naturales y, como nueva familia, decidir que sean verdaderos métodos de prevención para proteger nuestra salud.
Puede ocurrir que los cambios que queremos realizar tropiecen con nuestras propias debilidades.
“Sin el poder divino, ninguna reforma puede llevarse a cabo. Las vallas humanas levantadas contra las tendencias naturales y fomentadas no son más que bancos de arena contra un torrente. Solo cuando la vida de Cristo es en nuestra vida un poder vivificador podemos resistir las tentaciones que nos acometen de adentro y de afuera” (ibíd., p. 92). Porque, “si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Sal. 127:1).
Formar un nuevo hogar es el mejor momento para decidir quién va a edificarlo, sobre qué cimiento estará fundamentado (ver Mat. 7:24-27). Y, para aquellos que tenemos un hogar ya formado desde hace varios años, permanece vigente hoy el desafío de tomar decisiones de salud y de vida. ¡Nunca es tarde para realizar la elección correcta! RA
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