“NO SE LIMITEN A LEER LA BIBLIA, ESTÚDIENLA EN PROFUNDIDAD”

17/01/2025

Entrevista al arqueólogo adventista Rodrigo Silva.

Entrevista: Pablo Ale.

Fotos: Renzo Goncalvez.

Con 3 millones de seguidores en YouTube y 2,8 millones de seguidores en Instagram, Rodrigo Silva es, sin duda, uno de los líderes digitales más trascendentes que tiene nuestra iglesia en el mundo. Pero él es mucho más que eso. Más allá de haber estudiado Teología, obtener un doctorado y un posdoctorado en Arqueología, el Dr. Silva es un brillante investigador científico, un excelente divulgador arqueológico y, por sobre todo, un apasionado por el estudio de la Palabra de Dios y la predicación.

Por eso, no podíamos dejar pasar la oportunidad de conversar con él durante su visita a la Asociación Casa Editora Sudamericana.

Revista Adventista (RA): Cuando uno es niño, sueña con ser astronauta o médico… y tú ¿soñabas con ser arqueólogo?

Rodrigo Silva (RS): No. La arqueología fue un llamado de Dios. Yo estaba haciendo mi doctorado en Nuevo Testamento. En mi tesis final, me especialicé en Arqueología Bíblica con una intención específica: viajar por lo menos una vez a Israel. Y, cuando llegué allí, noté algo muy interesante. Existía una gran articulación entre la teología y la arqueología para la comprensión de la Biblia. Ambas eran como un matrimonio. Cuando terminé ese doctorado, hice un posdoctorado en Arqueología en la Universidad de Andrews (EE. UU.) y otro doctorado, en Arqueología, en San Pablo (Brasil).

RA: ¿Crees que se necesitan más arqueólogos en la Iglesia Adventista?

RS: Sí, por supuesto. Y explicaré la razón. Muchas veces pensamos que la tarea de la arqueología consiste en probar la Biblia. No es así. Para mí, la Biblia es la Palabra de Dios y como tal no necesita que nada ni nadie la pruebe. La arqueología solo verifica si los eventos del pasado ocurrieron o no. Y, si ocurrieron, la teología que está sobre estos eventos también será verdadera. Otra misión de la arqueología es colocar a la Biblia dentro de un contexto histórico. Creo que el ochenta por ciento de la Biblia no son doctrinas; son usos y costumbres, expresiones idiomáticas, nombres de ciudades y regiones… ¿Por qué el Espíritu Santo inspira a los escritores para colocar esa información? Porque son esenciales para comprender el restante veinte por ciento, que son doctrinas. La arqueología nos ayuda a poner la Biblia dentro de una moldura que nos permita comprenderla correctamente.

RA: En el libro de los Hechos, por ejemplo, se menciona hasta el nombre de una calle…

RS: Yo no sé nada de computadoras. No sé por qué el ingeniero constructor de esa máquina puso tal o cual elemento en ella. Pero, si lo hizo, es importante. Yo no sé por qué el Espíritu Santo inspiró a Lucas para escribir en la Biblia el nombre de una calle, pero si está es importante.

RA: En la Universidad Adventista de San Pablo (UNASP), tú lideras el proyecto ya concretado del Museo de Arqueología Bíblica (MAB). Cuéntanos sobre esto.

RS: Sí, el MAB está ya en funcionamiento y esperamos la visita de todos. Conocerlo es una experiencia realmente impresionante por la gran colección de piezas originales que contiene. El MAB tiene tres objetivos específicos. El primero es producir investigación científica porque estamos en una universidad. Segundo, producir divulgación de la ciencia para los que no son expertos en el área a fin de que comprendan mejor la historia bíblica. Y tercero, el testimonio de la Palabra de Dios. Muchos conocen el mensaje del evangelio luego de una visita al MAB.

RA: ¿Cómo se resuelve para ti la ecuación entre la fe y la ciencia?

RS: Todos los pioneros de la ciencia moderna (como Copérnico, Galileo Galilei y otros) fueron cristianos genuinos que creían en la literalidad de Genesis. La llamada ciencia no se opone a la Biblia, porque quienes comenzaron a hacerla eran devotos creyentes de ella. Sí es importante separar los roles que tiene cada una. La ciencia puede mostrar la Ley de la Gravedad, pero no puede saber el porqué. Pero la Biblia sí me da respuestas para eso. Al respecto, pueden leer mi libro Ellos creían en Dios, publicado por la ACES.

RA: Tu familia no era cristiana; ¿cómo conociste la Iglesia Adventista?

RS: Mi familia decía ser católica, pero solo de nombre. A mis padres les encantaba el espiritismo, pero a mí eso no me gustaba. Una amiga de la familia me llevaba a la iglesia católica y el líder del lugar me decía que debía ser sacerdote. Luego conocí la Iglesia Adventista por un joven que tenía un testimonio poderoso. Empecé a estudiar la Biblia y descubrí la verdad. Entendí que mi vocación era ser pastor. Tenía trece años y me bauticé. Mis padres se opusieron y me expulsaron de casa. Me fui a vivir con la familia de la iglesia. “De mi bolsillo nunca saldrá nada para ti si vas a esa iglesia; que te mantengan ellos”, me dijo textualmente mi padre (se emociona al borde de las lágrimas). Años más tarde hubo una reconciliación.

RA: A pesar de todo esto, pudiste estudiar un doctorado y viajar a Israel. Finalmente, ¿cuántas veces fuiste?

RS: Sí, Dios fue muy bueno conmigo. Más allá de la crisis en mi hogar, nunca me faltó nada y tuve muchas posibilidades. Y… (risas) ¡ya viajé a Israel más de cuarenta veces!

RA: ¿Recuerdas cuál fue tu primera excavación?

RS: Sí, fue en 1998 en Israel, cerca de la frontera con Siria. Y luego excavé en muchos sitios arqueológicos más en ese país y en España, Sudán y Jordania.

RA: ¿Excavaste en algún lugar peligroso por la siempre inestable situación política de Medio Oriente?

RS: Sí, en varios. Por ejemplo, una vez cerca de una región de Palestina, recibimos una orden de huir del área porque había un ataque.

RA: ¿Cuál es para ti la excavación o el descubrimiento más importante en el que participaste?

RS: Les contaré una historia. Hace varias décadas, un grupo de arqueólogos trabajaba en las ruinas de Babilonia, en Irak. Allí, uno de ellos encontró un ladrillo con dibujos y se lo llevó con el correspondiente permiso. Años después se lo donó a un profesor adventista. Y luego, este docente lo donó al MAB. Yo hice la traducción de la inscripción que tenía el ladrillo. Estaba en idioma acadio y decía: “Yo soy Nabucodonosor, rey de Babilonia, constructor del templo de Esagila, hijo primogénito de Nabopolasar”. ¡Era un ladrillo de la sede de adoración del dios Marduk, donde Nabucodonosor puso los elementos del Santuario, según Daniel 1! También hicimos un trabajo de autenticidad del ladrillo. El laboratorio reveló que era de unos trescientos años posteriores a la época de Nabucodonosor. Sin embargo, este dato se obtiene gracias a la última quema del ladrillo. En el Museo Británico de Londres hay una piedra que dice que el templo de Esagila fue quemado en los días de Alejandro Magno. Entonces, podemos concluir que la pieza es verdadera y formó parte del templo principal de Babilonia. Pienso que Daniel miraba con tristeza ladrillos como este de la Esagila, por la derrota y la esclavitud de su pueblo. Y hoy nosotros podemos ver este ladrillo en un museo cristiano que alaba a Dios y enaltece la Palabra que Daniel escribió.

RA: Es como dice Daniel: “Hay un Dios en los cielos”. Y ese Dios está por sobre todos los imperios, más allá del poder circunstancial de los Nabucodonosores. Y, hablando de esto, ¿qué curiosidad arqueológica has descubierto que puedes compartir basada en algún versículo de la Biblia?

RS: Hay muchas. Estaba excavando en la región de Laquis. En la puerta de la ciudad hay una pared que es un altar de Baal. Allí hay un hueco que es una letrina. La pregunta es: ¿Por qué hay una letrina en un altar de Baal? La respuesta está en 2 Reyes 10:27: “Y quebraron la estatua de Baal, y derribaron el templo de Baal, y lo convirtieron en letrinas hasta hoy” (RVR 1960). Impresionante. Esto está probado así.

RA: ¿Cuál es tu versículo favorito de la Biblia y por qué?

RS: Es Salmo 102:14. Y explicaré la razón. Participé en una excavación en Israel con objetos que provenían de la zona del Domo de la Roca, en Jerusalén. Hace cientos de años, para construir la mezquita de Al-Aqsa que está allí cerca, los musulmanes extrajeron muchos escombros, y pudimos revisarlos. Encontramos trozos de cinturones romanos y monedas, entre otras cosas. Son todos objetos que comprueban las historias bíblicas. Y el versículo que mencioné dice: “Porque tus siervos aman sus piedras, y del polvo de ella tienen compasión” (RVR 1960). Hasta el polvo de la ciudad de Jerusalén es importante. Este texto me identifica.

RA: ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

RS: De todo un poco. Viajar, enseñar, investigar… Pero creo que lo mejor es trabajar para concientizar a las nuevas generaciones de las verdades de la Biblia.

RA: ¿Qué mensaje puedes dejarles a nuestros queridos lectores?

RS: Sigan siempre estudiando la Palabra de Dios. No se limiten solo a leer la Biblia, estúdienla en profundidad… Síganla, vívanla y predíquenla. Así seguirán por un camino seguro y recto delante de Dios.

  • Es Licenciado en Teología y en Comunicación Social. Además, tiene una maestría en Escritura creativa. Es autor de los libros “¿Iguales o diferentes?”, “1 clic” y “Un día histórico”. Actualmente es editor de libros, redactor de la Revista Adventista y director de las revistas Conexión 2.0 y Vida Feliz, en la Asociación Casa Editora Sudamericana.

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