“NO ME QUIERO CASAR”

¿Ha pasado de moda la institución del matrimonio?

Vivimos en una sociedad en la que, a pesar de que los seres humanos seguimos buscando compartir amor, el matrimonio tiene cada vez menos valor.

Las estadísticas indican que la cantidad de personas que se casan ha descendido aproximadamente entre un 20 % y un 40 % en las últimas décadas. Estas tendencias también están alcanzando a muchos jóvenes y miembros de la iglesia, lo que demanda una reflexión urgente.

Diversos factores culturales, sociales y personales contribuyeron al auge de esta tendencia.

Sin duda, las ideas de Karl Marx y Sigmund Freud han influido en la desvalorización del matrimonio, al presentarlo como una estructura opresiva y promover la prioridad del deseo individual sobre los compromisos a largo plazo. La promoción de ideas que sostienen que la felicidad radica en la independencia y la autosuficiencia hacen que el matrimonio parezca innecesario o irrelevante frente a opciones que ofrecen beneficios sin responsabilidades.

En una sociedad cada vez más secularizada, donde el propósito trascendente ha sido reemplazado por el logro material y la validación social, el matrimonio se percibe como un obstáculo en lugar de una bendición, y se lo pospone o se lo descarta.

Esta visión empeora por el temor al compromiso permanente, influido por experiencias negativas (como divorcios familiares o relaciones fallidas). Además, la incertidumbre generada por el alto índice de divorcios ha llevado a muchas personas a evitar el matrimonio para no enfrentar una posible separación dolorosa.

En contraste, la Biblia nos presenta el matrimonio heterosexual y monogámico como una institución divina, establecida por Dios desde el principio de la Creación (Gén. 2:24). Este diseño no solo subraya la unión física, sino también la unidad emocional, espiritual y de propósito entre un hombre y una mujer, lo que refleja el carácter amoroso y comprometido de Dios. Por esto, el matrimonio no es una mera formalidad social o un contrato humano, sino un pacto sagrado que trasciende lo terrenal (Efe. 5:25-27) y se lo compara con la relación de Cristo con su iglesia.

En una cultura que exalta la autosuficiencia y el individualismo, el matrimonio cristiano se presenta como un acto contracultural que prioriza el servicio, la humildad, el sacrificio mutuo y el amor verdadero (como lo detalla 1 Cor. 13). No se trata solo de una unión para la felicidad personal, sino de un espacio donde dos personas trabajan juntas para glorificar a Dios y cumplir su propósito en su vida.

De la familia depende la estabilidad de la iglesia y de la sociedad. ¿Por qué piensas que Satanás, en medio de la guerra espiritual en la que estamos (Efe. 6:10-12), busca por todos los medios destruir el ideal divino? El diablo sabe que el hogar cristiano es un poder para el bien, por eso trabaja constantemente para destruirlo.

El objetivo de este artículo no es decir: “Si no te casas estás pecando”. Esto no es verdad. Pero sí es una invitación a reflexionar en oración sobre la motivación que está detrás de la decisión para que puedas tener una respuesta honesta y buscar la dirección de Dios en una decisión tan importante.

En este mundo de pecado, el matrimonio siempre enfrentará desafíos inevitables, como conflictos y decepciones, pero no por eso debemos desistir del plan divino. La victoria en el matrimonio no radica en la ausencia de problemas, sino en la dependencia de Dios para afrontarlos.

Reflexiona en oración:

¿Crees que las ideas de priorizar los deseos individuales sobre los compromisos ha influido en tu forma de valorar las relaciones?

¿Sientes que el enfoque de la sociedad en el éxito profesional y los bienes materiales ha cambiado la forma en que percibes el propósito del matrimonio?

¿Consideras que la búsqueda de independencia y autosuficiencia en tu vida te ha llevado a ver el matrimonio como una limitación en lugar de una bendición?

Las experiencias negativas propias y ajenas, o el temor al divorcio, ¿han influido en tus decisiones o actitudes con respecto al matrimonio? Es importante que, como iglesia, seamos intencionales en este tema hoy más que nunca. No debemos motivar a otros a desistir del matrimonio, sino a promoverlo.

Artículos relacionados

CAMBIANDO LA PERSPECTIVA

CAMBIANDO LA PERSPECTIVA

¿Por qué fracasamos en las resoluciones de Año Nuevo? Cada año nuevo trae consigo una renovada esperanza de cambio. En redes sociales y medios de comunicación, abundan los mensajes motivacionales que nos animan a establecer metas ambiciosas como: bajar de peso,...

BABILONIA DIGITAL

BABILONIA DIGITAL

 ¿Qué harías si tu mundo cambiara en un instante? La vida que Daniel, Misael, Ananías y Azarías tenían en Jerusalén fue transformada de un momento a otro. Estos jóvenes (según Dan. 1:3, 4) eran del linaje de los príncipes, sabios en ciencia y de buen entendimiento. Su...

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *