MÉDICOS EN MISIÓN

02/11/2023

Una vida para servir, unas vidas para sanar y muchas vidas para salvar.

Los cuatro evangelios tienen un total de 3.779 versículos, de los cuales 727 se refieren a curaciones (ya sea en el aspecto físico, como en el emocional y el espiritual) que restablecieron la salud y preservaron o restauraron la vida. Lo que más hizo Jesús fue sanar a niños, mujeres, hombres, poderosos, pobres y solitarios. Y también a las multitudes. Nunca curó solo el cuerpo, sino siempre buscó sanar la vida en su conjunto. En su viaje misionero, dijo a sus discípulos: “Sanen a los enfermos que haya en ella y díganles: ‘El reino de Dios se ha acercado a ustedes’ ” (Luc. 10:9).

Por eso, la Biblia es nuestra guía en el ministerio de servir, de sanar y de salvar vidas. Nuestra misión es clara al analizar el Registro Sagrado. Esto es lo que debemos hacer:

1-Restaurar la salud: Somos instrumentos del Creador para llevar sanidad total y restauración plena. “Pero yo te enviaré sanidad, y sanaré tus heridas –dice el Señor–, porque te llamaron Desechada, diciendo: ‘Esta es Sion, en la que nadie se interesa’ ” (Jer. 30:17).

2-Tratar a los heridos: No solo debemos concentramos en la curación física. También es necesario que nos ocupemos del bienestar emocional y espiritual de las personas. Nuestro trabajo consiste en sanar las heridas del cuerpo y del corazón. “Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas” (Sal. 147:3, RVR).

3-Sanar a los enfermos: Jesús dejó a sus discípulos este cometido: “Y los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos” (Luc. 9:2). Dios nos ha dotado de habilidades y conocimientos para luchar contra la enfermedad y llevar esperanza. Somos portadores del poder de sanar, y debemos ejercerlo con humildad y responsabilidad.

4-Perseverar en la misión: Nuestro compromiso con la salud y el bienestar de las personas supone una oportunidad de salvación. “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu sanidad se verá pronto. Entonces tu justicia irá delante de ti, y la gloria del Señor será tu retaguardia” (Isa. 58:8).

5-Comprender la trascendencia: Elena de White nos recuerda que “la obra médico-misionera es como la mano y el brazo derechos del mensaje del tercer ángel, que se debe proclamar a un mundo caído” (El ministerio médico, p. 269).

El Dr. Dorival Duarte conoció a Claudia hace doce años. Su marido, Mauricio, padecía una infección compleja. Él tuvo varias internaciones en el Hospital Adventista de San Pablo (Brasil). Lamentablemente, la enfermedad derivó hacia una insuficiencia renal crónica, que empezó a requerir sesiones regulares de hemodiálisis. Claudia permanecía siempre en el hospital, del que solo salía unos minutos para fumar. El tabaco era un tirano que la acompañaba desde hacía décadas.

En estos momentos difíciles, varios miembros del personal del hospital los rodearon con su profesionalidad y su cariño. La última vez que Mauricio estuvo hospitalizado, hace unos diez años, su estado se complicó, y falleció. El doctor Dorival intentó mantener el contacto con Claudia, enviándole videos y algunas canciones del cuarteto Arautos do Rei y el Grupo Prisma. Además, ella recibió invitaciones para asistir a la iglesia y ser visitada en su casa. El pastor Jean Matias, capellán del Hospital Adventista de San Pablo, le dio estudios bíblicos.

Una gran sorpresa estaba preparada para el culto del 8 de septiembre pasado, en el V Congreso de Médicos Adventistas de la División Sudamericana. Claudia, que estaba fuera del auditorio, entró y pasó al frente vistiendo una bata blanca con el símbolo de los hospitales adventistas. Estaba lista para ser bautizada. Pero ¿dónde tendría lugar el bautismo? En el escenario no había más que una cama de hospital, un monitor y un respirador. Entonces, se retiró la sábana de la cama del escenario del congreso y apareció una piscina bautismal. Claudia fue bautizada. Cuando salió del agua, pudo escuchar la canción “Meu Lar” (Mi hogar), interpretada por el propio Grupo Prisma.

¡Nuestra sincera gratitud y reconocimiento a estos dedicados profesionales! Los médicos adventistas son guardianes de la esperanza y portadores de una responsabilidad sagrada porque tienen una vida para servir, unas vidas para sanar y muchas vidas para salvar. Lo mismo ocurre con cada uno de nosotros.

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