Una visión integral del ser humano
En noviembre de 2005, la prestigiosa revista National Geographic publicó un extenso reportaje sobre los descubrimientos de la ciencia con respecto a la longevidad. Los científicos visitaron algunas comunidades donde las personas parecen haber descubierto la fuente de la juventud. En Loma Linda, California, se estudió a un grupo de adventistas del séptimo día que figuran entre los que encabezan el índice de longevidad en Estados Unidos. La adventista Marge Jetton fue una de las personas a quien entrevistó el periodista. Al cumplir cien años de edad, Jetton renovó su carnet de conductor por cinco años más. El artículo cita que la centenaria mujer y otros adventistas viven diez años más que sus compatriotas estadounidenses. Junto con los habitantes de Sardinia, Italia, y Okinawa, Japón, los adventistas de California integran las llamadas “bluezones”, lugares donde las personas viven más y mejor. “Los investigadores descubrieron que las personas de estas regiones viven tanto como una década más que el promedio, producen muchos más centenarios, sufren solo una porción de las enfermedades que matan a muchos estadounidenses, y disfrutan muchos más buenos años que en cualquier otra parte”, afirma el artículo de National Geographic.
De hecho, los adventistas cuentan con un largo historial en lo que respecta a un estilo de vida saludable. Con el establecimiento del Sanatorio de Battle Creek, cuyo primer director fue el Dr. John Harvey Kellog (sí, el inventor de los famosos copos de maíz), un estilo de vida saludable ha marcado la identidad institucional de los adventistas. Pero ¿qué hace que los adventistas vivan diez años más que el resto y disfruten de una calidad de vida mucho mejor? Su visión integral del ser humano.
Los adventistas consideran que la Biblia presenta una visión integral del ser humano. Esta visión sostiene que todas las dimensiones del ser humano (espiritual, física, mental y social) están interconectadas en una unidad indivisible, y que la salvación que presenta la Biblia no solo se refiere a un evento futuro, sino también afecta la vida presente de las personas.
La enfermedad, en cualquiera de sus formas, jamás estuvo dentro del plan original del orden creado”.
Dios es el Creador de la vida, y de esta manera, el Restaurador de la salud y el bienestar. El relato del Génesis presenta que Dios creó un ambiente perfecto, “bueno en gran manera” (Gén. 1:31). Génesis 1 y 2 presentan un mundo totalmente diferente del que experimentamos en la actualidad. La entrada del pecado (Gén. 3) introdujo un proceso degenerativo, que debilita las fuerzas vitales hasta la muerte. Así, la salud y el bienestar de sus hijos son el designio de Dios, y la enfermedad, en cualquiera de sus formas, jamás estuvo dentro del plan original del orden creado.
Dios confió el cuidado de la vida en manos de Adán, Eva y sus descendientes (Gén. 2:15, 16). Dio indicaciones a la raza humana con respecto al cuidado y la preservación del mundo creado y de la vida humana, y dejó una advertencia para aquellos que abusaran de ambos (Apoc. 11:18). Es más, la Biblia explica que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo y que es nuestro deber cuidar de él, al preservar la salud (1 Cor. 6:19, 20). Las leyes de causa y efecto operan tanto en el ámbito moral como en el físico. Nuestro bienestar deriva de la manera en que utilizamos nuestra libertad para tomar decisiones (Deut. 30:19); nuestras decisiones acarrean consecuencias (Gál. 6:7-10). Así, nuestra salud integral depende de nuestro estilo de vida. En este sentido, es importante no solo conocer las leyes de la salud, sino también ponerlas en práctica.
Y aquí es donde estamos fallando. No creo que, como adventistas en Sudamérica, estemos a la altura de la luz que Dios nos ha dado con respecto al cuidado de nuestra salud y del testimonio que deberíamos dar a través de esta luz, tanto individual como corporativamente. Pero ha llegado el tiempo en que, en estos últimos días, un pueblo muestre por precepto y ejemplo la restauración completa que Dios quiere traer a nuestra vida, tanto espiritual como físicamente. RA
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