Una actitud hostil ¿puede contribuir a los ataques cardíacos?
Mi esposo, que tiene cuarenta años, ha sufrido un ataque de corazón. Hemos cambiado nuestro estilo de vida y decidido vivir realmente el mensaje adventista sobre la salud. Me preocupan dos cosas: él tiene una historia familiar de afecciones cardíacas, y se enoja fácilmente; suele ser una persona hostil. ¿Puede esto predisponerlo a otros ataques?
Han tomado una excelente decisión al modificar el estilo de vida. Aproximadamente uno de cada cuatro sobrevivientes de un ataque de corazón o accidente cerebrovascular sufrirán otro. Creer, practicar y vivir el mensaje adventista de salud ha mostrado reducir las afecciones cardiovasculares. Demandará mucha disciplina, y la gracia y el poder de Dios, pero realmente vale la pena efectuar ese cambio. Los factores tradicionales de riesgo de afecciones coronarias y ataques cardíacos son: edad, historia familiar, hipertensión, trastornos de colesterol o lípidos elevados, género, fumar, diabetes y vida sedentaria o inactividad.
Asimismo, trabajar en el turno noche, el estrés y la inflamación crónica son considerados ahora factores de riesgo.
Todo, con excepción del sexo, la edad y la historia familiar, puede ser modificado y reducido mediante un tratamiento cuidadoso y específico, además de las intervenciones continuadas sobre el estilo de vida. La historia familiar juega un papel significativo a la hora de determinar nuestra susceptibilidad a enfermedades tales como los ataques de corazón y el cáncer. Trabaja con tu médico. Además, es importante recordar que los cambios en el estilo de vida (incluidos los de sus hijos) tienen que ser adoptados para la vida, no solo a corto plazo.
En lo que respecta al enojo y la hostilidad, esas emociones estimulan la liberación de hormonas como la adrenalina (epinefrina), la norepinefrina (noradrenalina) y el cortisol. El ritmo cardíaco se acelera, la contracción del corazón se incrementa, la presión arterial aumenta. Esto estimula el contexto para que la placa vulnerable (la enfermedad en la arteria coronaria) se rompa, y para que se formen los dañinos coágulos que obstruyen la arteria y dañan el corazón durante un ataque cardíaco. Las respuestas fisiológicas sostenidas y repetidas de enojo y ansiedad no son saludables.
Se ha mostrado que, en pacientes con fallas cardíacas, la función cardíaca puede verse afectada negativamente por el estrés mental y el enojo. Se están haciendo estudios para determinar si el enojo y la hostilidad continuos pueden causar un segundo ataque cardíaco en aquellos que ya han sufrido uno. Se ha demostrado que los pacientes que luchan crónicamente con esas emociones negativas tienen una probabilidad mayor de morir de un segundo ataque.1
Los ataques continuos de enojo, hostilidad y ansiedad requieren ayuda constructiva. En primer lugar, buscamos una sanación divina a nuestras emociones. Podría ser que sea necesaria y útil, también, la consejería profesional y la terapia cognitiva conductual.
Que tu familia cobre ánimo en la promesa del descanso espiritual, emocional y físico que Jesús nos ha dado: “Vengan a mí […] y yo les daré descanso […]. Aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma” (Mat. 11:28, 29, NVI).
“No debemos confiar absolutamente en nosotros mismos ni en nuestras buenas obras. Sin embargo, cuando vamos a Cristo como seres falibles y pecaminosos, podemos hallar descanso en su amor” (Elena de White, Consejos para la iglesia, p. 72).
¡Gracias a Dios por esa esperanza!
Referencias:
1 Tracey K. Vitori et al., “Hostility predicts mortality but not recurrent acute coronary syndrome”, European Journal of Cardiovascular Nursing, 14 de septiembre de 2020, https://doi.org/10.1177/1474515120950913.
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