LIBERTAD EN PELIGRO

07/02/2022

Claves para decidir lo correcto más allá de las circunstancias.

La vida está llena de decisiones. Toda acción o la falta de esta es el resultado de una decisión. Muchas de estas decisiones no cambiarán nuestro destino eterno, mientras que otras, conscientes o no, sí lo harán. El color de la ropa que usemos o el camino que tomemos para llegar al lugar de trabajo no trascienden en nuestra salvación; mientras que asuntos relacionados con la adoración y el servicio a Dios sí lo hacen. El libro de Daniel nos da algunos principios que nos ayudan a discernir y tomar mejores decisiones.

El capítulo 1 de Daniel muestra que la toma de decisiones de él y de sus amigos jugó un papel fundamental en el éxito que tuvieron a lo largo de su ministerio en la antigua Babilonia. Estos jóvenes hebreos se enfrentaron con al menos tres situaciones de tensión.

La primera fue la salida de Jerusalén como cautivos. En medio de una batalla militar, Jerusalén fue finalmente tomada por el ejército de Babilonia. Como resultado, un grupo de cautivos llegó a la capital del nuevo imperio. Estos jóvenes hebreos estaban capacitados y decididos a servir a Dios sin importar las circunstancias, tal como Elena de White declara: “Eran tan fieles a los buenos principios como el acero […] que honrarían a Dios aun cuando lo perdiesen todo” (Profetas y reyes, p. 351).

Ellos fueron educados de tal manera que, en su camino a Babilonia, tomaron la firme decisión de ser leales a su Dios frente a cualquier circunstancia. Su libertad fue reducida a causa de su condición, pero su libertad para dedicarse al Señor estaba intacta.

El segundo momento de tensión fue el intento de cambio de identidad. En la Biblia, los nombres juegan un papel importante para la sociedad. De hecho, los nombres mostraban varios aspectos, tales como las circunstancias en las que un bebé nació, o expresaban la fe de los padres al usar un nombre teofórico. En ese sentido, los nombres eran una descripción del deseo de los padres o referían proféticamente a la personalidad del recién nacido.

Los jóvenes hebreos tenían nombres teofóricos, es decir, un nombre propio que contiene el nombre de una divinidad o que indica alguna cualidad o acción de Dios en favor de su pueblo. Así, Daniel significa “Dios es mi juez”; Misael, “¿Quién es como Dios?”; Ananías, “Jehová ha favorecido”; y Azarías, “Jehová ha ayudado”.

 Sin embargo, los nuevos nombres tenían por propósito iniciar un proceso de cambio de identidad de dichos jóvenes. Sin embargo, los jóvenes no ven peligro alguno en un cambio de nombre, pues su lealtad a Dios no depende de un nuevo nombre, sino de lo que decidieron y hacen como producto de su fidelidad a su Creador.

La tercera ocasión en la que los jóvenes hebreos son enfrentados a una nueva realidad es cuando se les designó “una porción diaria de la comida del rey y del vino que él bebía” (Dan. 1:5). Alguno podría considerar que lo que uno come o bebe no interfiere con la identidad del ser humano, pero a la luz de las Escrituras, la alimentación y el estilo de vida forman parte de la identidad del pueblo de Dios. De hecho, la dieta solicitada por Daniel y sus amigos son eco de la alimentación del Edén (Dan. 1:12; Gén. 1:29). Esto significa que la alimentación y el estilo de vida han sido establecidos claramente por Dios desde el principio, e ir en contra de la expresa indicación divina es poner en riesgo la identidad que Dios ha establecido para su pueblo.

Por lo tanto, y a partir de estos eventos, podemos extraer un principio de vida. Cuando nos enfrentamos a diferentes circunstancias de la vida, debemos aprender a tomar decisiones en favor de la verdad, especialmente cuando las declaraciones divinas expresadas en su Palabra son puestas en tela de juicio o somos tentados a no seguir la voluntad expresa de Dios.

En los tiempos en que vivimos, frente a las decisiones que enfrentamos, recordemos que, si la Palabra de Dios declara algo sobre tal asunto, debemos mantenernos de parte de la voluntad de Dios sin vacilar. Asimismo, si enfrentamos una situación en la que nuestra realidad o nuestras circunstancias cambian, como en el caso de los nombres de los jóvenes hebreos, lo que debemos tener siempre en perspectiva es nuestra lealtad a Dios y los principios declarados por él a través de la Escritura.

¡Maranata!  

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