Revelaciones trascendentes en medio de un mundo de fake news.
“La COVID-19 es un invento para manipular a las masas”.
“Las torres de telefonía 5G pueden causar COVID-19”.
“Las vacunas son manipuladas por la élite mundial para hacer control poblacional”.
Estas son algunas de las teorías de conspiración más actuales. La lista podría seguir, hasta al menos ocupar todo el espacio de este artículo. Así, la Organización Mundial de la Salud asevera que estamos viviendo una “infodemia”; es decir, una época en la que una avalancha de datos se mezcla con falsedades, a veces con efectos devastadores.
La desinformación que gira constantemente a nuestro alrededor ahora tiene como telón de fondo la Pandemia, una crisis económica, manifestaciones masivas en contra de la violencia policial y la injusticia racial, y una polarización política e ideológica sin precedentes. En tiempos de confusión, las explicaciones proporcionadas por las teorías de la conspiración pueden ser aún más atractivas. Así, cada vez es más difícil distinguir si se trata de una información verídica o de una fake news (información falsa armada con el objetivo de confundir y manipular).
Más allá de esto, la Biblia nos presenta la verdadera conspiración. En una especie de gran panorámica, Apocalipsis 12 revela quién es el verdadero culpable no solo de la situación de crisis y caos actual, sino también de la mismísima existencia del mal y el dolor: Satanás. Fue él quien inició una guerra en el cielo, cuando el egoísmo se apoderó de su corazón y dio lugar al misterio del pecado. Esa guerra se trasladó a la Tierra, y tras hacer caer a Adán y a Eva se apoderó de este mundo como su príncipe.
En este Gran Conflicto, sin embargo, Dios no ha permanecido inactivo; todo lo contrario. Dedicó toda su atención y energía no solo a salvar a la raza humana, sino también a demostrar cuál es la verdadera naturaleza de su carácter.
La carta ganadora de Dios en este Gran Conflicto, por otro lado, no vino sin sufrimiento. Dios tuvo que dar a su propio Hijo, Jesucristo, para que todo aquel que en él crea pueda recibir salvación eterna (Juan 3:16). Pero esa primera venida de Cristo está insertada en un gran plan de salvación, que Dios puso en ejecución ni bien el pecado entró en el mundo. Desde entonces, Satanás ha estado obrando una y otra vez procurando detener el avance del plan de salvación, obrando no solo en un nivel personal (tentando a los hijos de Dios para que se aparten de seguir ese plan de salvación), sino también en la dimensión mundial, manipulando a poderes políticos y religiosos con el fin de intentar deshacer los planes de Dios.
Estuvo detrás de la conspiración para matar a Cristo ni bien nació: “Cuando la mujer estaba a punto de dar a luz, el dragón se paró delante de ella, listo para devorar al bebé en cuanto naciera” (Apoc. 12:4, NTV), pero no pudo lograrlo, ya que “al dragón le arrebataron el hijo” (Apoc. 12:5); es decir, Dios lo protegió. Entonces, el dragón (que es la serpiente antigua, o Satanás) se enfureció contra los seguidores de Dios, y durante 1.260 años manipuló cada poder político y religioso posible para tratar de destruir a la iglesia. Pero, también durante esa arremetida, “Dios había preparado un lugar para que la cuidaran durante 1260 días” (Apoc. 12:6); “allí [la iglesia] sería cuidada y protegida lejos del dragón” (Apoc. 12:14).
No obstante, las conspiraciones de Satanás determinadas a destruir a los fieles seguidores de Dios no acabaron allí. El dragón “se enfureció contra la mujer y le declaró la guerra al resto de sus hijos, a todos los que obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen firmes en su testimonio de Jesús” (Apoc. 12:17). Esa es la madre de todas las conspiraciones: Satanás, que trata de destruir a Dios, el plan de salvación, a Jesucristo y a la iglesia; incluyendo al remanente del tiempo del fin.
Pero los hijos de Dios no tienen nada que temer, ya que ellos “lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron” (Apoc. 12:11). Cristo venció a Satanás en la Cruz, y todos los que se apoderen de los méritos de la sangre de Cristo también serán vencedores.
Sabiendo que podemos vencer por medio de Cristo al más grande conspirador de todos los tiempos, ¿tendremos miedo de los conspiradores de pacotilla que son manipulados por Satanás para lograr sus propósitos? Quizá sea el tiempo de dejar de distraernos con las teorías conspirativas, para centrarnos en Cristo, su victoria en la Cruz y su pronto regreso. Allí, desenmascarará finalmente al gran Conspirador. Lo destruirá, y dará inicio a una nueva era, en la cual la verdad del carácter de amor de Dios brillará por siempre.
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