En el ADN de todo Adventista del Séptimo día se encuentra la tarea de predicar el mensaje de los tres ángeles, el cual se presenta en Apoc. 14:6–11. Usualmente se enfatizan los últimos dos ángeles. El segundo debido a que este señala la caída de Babilonia (Apoc. 14:8), y el mensaje del tercer ángel ya que este habla de la “imagen y la marca de la bestia” (Apoc. 14:9). Sin embargo, a veces poco se habla del mensaje del primer ángel. Por esta razón, me gustaría compartir algunas implicancias del mensaje del primer ángel y su relevancia para los adventistas que viven en los tiempos finales.
Si leemos Apoc. 14:6–7 inmediatamente nuestros ojos se posan en la sentencia “predicarlo a los que habitan en la tierra, a toda nación y tribu, lengua y pueblo”. Dicho texto apunta a la universalidad del mensaje, un mensaje que no esta dirigido al pueblo de Dios ya que en Apocalipsis la frase “los que moran en la tierra”, esta ligada con los adoradores de la bestia (Apoc. 13:8). A continuación se analizará el verso 7.
«Su juicio ha llegado»
“Decía a gran voz: ¡Reverenciad a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio! Y adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Como adventistas usualmente conectamos la palabra juicio con la labor intercesora de Jesús en el cielo, obra que sabemos comenzó en 1844. Este gran mensaje Elena de White lo vincula con el trabajo de Guillermo Miller, ella menciona: “A Guillermo Miller y sus colaboradores les fue encomendada la misión de predicar la amonestación en los Estados Unidos de Norteamérica. Dicho país vino a ser el centro del gran movimiento adventista. Allí la profecía del mensaje del primer ángel tuvo su cumplimiento más directo”. Si nos detenemos aquí podríamos pensar que el mensaje del primer ángel nada tiene que ver con nosotros ya que este se cumplió con el movimiento millerita. Sin embargo, en el Comentario Bíblico Adventista leemos: “La predicación de Guillermo Miller…, puede considerarse históricamente como el comienzo de la predicación del mensaje del primer ángel. Pero ese mensaje ha tenido validez desde entonces, y continuará teniéndola hasta que caiga el telón que pondrá fin a la oportunidad de salvación para el hombre”. Lo anterior, quiere decir que el mensaje del primer ángel no finalizó en el tiempo de Miller, de ahí su relevancia para los adventistas que están viviendo en el tiempo del fin.
«Adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar»
Generalmente la frase “adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar” está relaciona con la creación de Dios, y por lo tanto es un llamado a exaltar la actividad creadora y poderosa de Dios. No obstante, en este verso se hallan algunas otras ideas interesantes:
- El término cielo (ouranós) es un palabra que en Apocalipsis hace referencia ya sea al cielo atmosférico o a la morada de Dios. En Apoc. 12:7 se menciona que en el “cielo” es donde se libra la batalla entre Miguel y el dragón (Satanás).
- El término tierra (gēs) lo encontramos en Apoc. 13:11, allí se menciona que desde la “tierra” es desde donde surge la segunda bestia, llamada también el falso profeta (Apoc. 16:13; 19:20; 20:10).
- El término mar (thálassa) se encuentra en Apoc 13:1, allí se menciona que la primera bestia surge desde este elemento. “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia”.
Es fascinante notar que los tres términos que son el foco de atención del mensaje del primer ángel (cielo, tierra y mar), en Apocalipsis están relacionados con poderes malignos guiados por Satanás para combatir a Dios y a los santos. Los mismos tres términos aparecen juntos en Apoc. 12:12 “Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. !!Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”. La razón del por qué el cielo debía de alegrarse se debe a que Miguel había expulsado al dragón (Apoc. 12:7–9). Sin embargo, hay una lamentación en la tierra y el mar ya que la batalla se habría trasladado a estos territorios. Es así como el “cielo, tierra y mar”, elementos creados por Dios son usados por Satanás para usurpar la adoración que solo debe ser dada a Dios como creador. Apocalipsis presenta que estos tres elementos son infieles a aquel que los creo: el cielo (Satanás y sus ángeles); el mar (bestia marina) y la tierra (bestia terrestre o falso profeta).
¿Qué significa la frase «las fuentes de las aguas»?
Prácticamente la mayoría de los estudiosos concuerdan en que la frase “las fuentes de las aguas” nos recuerda el diluvio universal, en donde fueron “rotas todas las fuentes del gran abismo” (Gen. 7:11). Esta conexión es posible debido a que el mensaje del primer ángel se encuentra en un contexto de juicio. Aquí es donde se hace relevante el mensaje del primer ángel, ya que nos recuerda que así como en antaño Dios trajo un juicio por medio de agua destruyendo lo que Él había creado por estar corrompido por el pecado (Gen. 6:12). De la misma manera, Dios purificará la tierra ya no por medio de agua, sino más bien con fuego (Apoc. 20:10, 14). De esta manera, se puede ver la frase “las fuentes de las aguas”, como la seguridad que Dios cumplirá aquello que promete, eliminando finalmente el pecado de este mundo.
La idea anterior es enfatizada en Apoc. 21:1 allí leemos “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.” En este texto nuevamente encontramos los términos “cielo, tierra y mar” juntos, en este caso Juan ve que Dios restaura los dos primeros elementos (cielo y tierra). Para ello, Juan emplea el término (kainos) “nuevo”. La palabra “kainos” puede tener dos ideas: (1) puede enfatizar el aspecto distintivo de algo en comparación con su símil previo. En otras palabras, en Apoc.21:1 se enfatiza que el cielo y la tierra son “nuevos” en el sentido que son completamente diferentes de sus predecesores. (2) El término “kainos” puede tener la idea de una trasformación. Por ejemplo, en Apoc. 2:17 leemos “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo (kainos), el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.” Este texto explica que la “misma persona” recibirá un nuevo nombre, sabemos que eso quiere decir que la persona y su carácter (nombre) será transformado. Volviendo a nuestro texto, kainos (“nuevo”), quiere decir que Dios transforma completamente el cielo y la tierra. Apocalipsis quiere demostrar que aquellos elementos que fueron usados por Satanás y por lo tanto corrompidos por el pecado, serán purificados volviendo a ser lo que eran cuando salieron de las manos del Creador.
La frase que Juan emplea al describir que “el mar ya no existiría más” podría enfatizar el fin del mal y del caos. En el Antiguo Testamento el mar aparece en oposición a Dios. Por ejemplo, Dios seca el mar (Salm. 18:15; Jer.51:36; Nah. 1:4; Hab. 3:8). El mar es también la morada del leviatán, el cual es controlado por Dios (Job 26:12; Salm. 74:13–14; Isa. 27:1). En Apocalipsis desde el mar surge la bestia que se opone a Dios y a Su pueblo (Apoc. 13:1). De manera que la frase “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.” Presenta la seguridad de que aquellos elementos creados por Dios, pero corrompidos y usados por Satanás serán nuevos (purificados, completamente renovados), enfatizando así que el mal ya no existirá más.
Conclusión
Podemos concluir que el mensaje del primer ángel cobra relevancia en nuestro tiempo, ya que es una amonestación que nos invita a adorar a aquel Dios creador de los cielos, tierra y mar. Este mensaje llama a las personas a pensar sobre su origen y reconsiderar su propósito. Así como en el pasado todo aquello creado por Dios que se corrompió por el pecado fue purificado por medio del diluvio, de la misma manera Dios purificará este mundo corrompido por medio de fuego. Dios nos insta a que como adventistas amonestemos al mundo con el mensaje del primer ángel, un mensaje que nos exhorta a volver nuestro rostro al creador de “los cielos, la tierra y el mar”. Este no es un mensaje relacionado solamente con amonestación, sino también con esperanza. Una esperanza que descansa en la seguridad que Dios cumplirá sus promesas, renovando aquello que ha sido corrompido por el pecado.
Bibliografía:
Nichol, F. (Ed.) (1957). The Seventh-Day Adventist Commentary: Philippians to Revelation. Washington, D.C: Review and Herald Publishing Association, 843 (énfasis agregado)
White, G. E. (1979). Cristo en Su Santuario: Pacific Press Publishing Association, 79. (énfasis agregado)
Zaitsev, E. (2012). The Mission of Adventism: The Significance of the Three Angels’ Messages for Today. 84(12), 17–20.
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