LA PROMESA ES PARA HOY

07/02/2017

EL PODER DE UNA IGLESIA QUE ORA UNIDA

Por Melody Mason

Vietnam es un país dominado por el comunismo, donde es algo común que haya persecución y hostigamiento a quienes intentan compartir el evangelio. Sin embargo, los adventistas de allí están aprendiendo que lo que el hombre no puede hacer Dios puede hacerlo, en especial cuando su pueblo se une en ayuno y oración. Julia O’Carey, directora del Ministerio ASAP, que se concentra en el sudeste asiático y las personas allí perseguidas, compartió este maravilloso testimonio.

En una ciudad vietnamita de casi cuatro millones de habitantes, el pastor de un hogar-iglesia y algunos de sus feligreses tenían el ardiente deseo de llevar a Dios a las personas de su ciudad. Motivados por este anhelo, comenzaron a repartir DVD con videos evangelizadores y otros materiales, aunque vieron pocos resultados, y a menudo sufrieron hostigamiento y horas de penosas interrogaciones policiales por estos esfuerzos.

Sin saber cómo seguir, y desesperado por ver a Dios obrar, el pastor les pidió a los miembros de su hogar-iglesia que dedicaran treinta días para orar y ayunar todos juntos, y ellos estuvieron de acuerdo. Así, comenzaron el desafío de los treinta días de oración, ayunando tres días por semana. Todos los días oraban durante horas, a veces a solas, a menudo todos juntos. Al orar pidiendo que Dios abriera puertas, dedicaron tiempo para abandonar faltas y confesar sus pecados.

No mucho tiempo después de que hubieron terminado los treinta días, alguien golpeó a la puerta del pastor. Al abrir, él reconoció inmediatamente el rostro de un famoso ex comandante del Viet Cong que ahora era líder de un grupo mafioso de la ciudad. Este hombre era muy conocido por sus actividades ilegales, narcotráfico, salas de juegos de azar y burdeles, por lo que el pastor no estaba muy seguro de qué esperar cuando el hombre le mostró uno de los DVD con material de evangelización. Algo temeroso, pero movido por su amor a Dios, el pastor lo invitó a pasar. Ellos comenzaron a estudiar la Biblia juntos, día tras día, por varias semanas, hasta que este hombre aceptó a Cristo como su Salvador personal.

La transformación de la vida de este hombre fue maravillosa. Inmediatamente, él comenzó a disolver su organización mafiosa y a cerrar todos sus negocios que no honraban a Dios. Todos vieron el dramático cambio, y sus hombres comenzaron a hacerle preguntas. Como resultado de su testimonio, cuarenta de sus hombres (junto a sus familias) pronto siguieron sus pasos y aceptaron a Jesús. Él estaba feliz, pero no se limitó a compartir el mensaje tan solo con ellos. Tenía grandes metas, y deseaba llevar a Dios a toda la ciudad.

“Búsquenlo, oren por él, crean en él. Debemos tenerlo, y el Cielo está esperando concederlo”.

Un día, después de mucha oración, Dios le dio a este ex cabecilla la idea de organizar una “celebración del cristianismo”. Era una idea descabellada; pero, para sorpresa de todos, Dios derramó sus bendiciones de forma extraordinaria. Probablemente esa haya sido la primera vez en la historia del Vietnam comunista en que se haya llevado a cabo tan grande evento público. La gente llegó en multitudes al salón alquilado. El pastor que llevó a Cristo a este cabecilla mafioso fue el orador. El ex mafioso también compartió su poderoso testimonio de cómo Dios había cambiado su vida. Como resultado, más personas se entregaron a Cristo.

Ahora se han creado más hogares-iglesia en la ciudad. El grupo de personas que salieron de la banda ya llegó a tener más de doscientos miembros y sigue creciendo. Todos tienen un fervor ardiente por el Señor y su Palabra. Se llegaron a compartir, en toda la ciudad, más de noventa mil DVD con material evangelizador. Muchos están escuchando el mensaje del evangelio por primera vez y se están preparando para el pronto regreso de Cristo.

Pero ¿habría sucedido este milagro si este pastor y su congregación no hubiesen estado dispuestos a ayunar y unirse en oración, abandonando toda diferencia al suplicar a Dios que interviniera en su ciudad? Tan solo imagina lo que pasaría en nuestra vida y nuestro ministerio si siguiéramos este ejemplo e hiciéramos de la oración y el ayuno fervientes una condición indispensable para hacer nuestras campañas misioneras y los proyectos de nuestra iglesia. El misionero Hudson Taylor declaró una vez: “Quizás el mayor de los obstáculos que tenemos para hacer nuestra tarea sea la fuerza que imaginamos tener; al ayunar, podemos ver cuán pobres y débiles criaturas somos, dependientes de un plato de comida para obtener la poca fuerza sobre la que tanto solemos apoyarnos”.

Al reflexionar en testimonios como estos, se me viene a la mente lo que escribió Elena de White: “El descenso del Espíritu Santo sobre la iglesia es esperado como si se tratara de un asunto del futuro; pero es el privilegio de la iglesia tenerlo ahora mismo. Búsquenlo, oren por él, crean en él. Debemos tenerlo, y el Cielo está esperando concederlo”.1

Casi todo gran reavivamiento comenzó con una persona que estuvo dispuesta a estar a solas luchando en oración. Es allí donde comienza la verdadera obra, ¡y allí es donde debemos comenzar! La inspiración lo confirma: “Las mayores victorias de la iglesia de Cristo o del cristiano no son las que se ganan mediante el talento o la educación, la riqueza o el favor de los hombres. Son las victorias que se alcanzan en la cámara de audiencia con Dios, cuando la fe fervorosa y agonizante se ase del poderoso brazo de la Omnipotencia”.2

Aunque las cosas tengan un comienzo pequeño, debemos seguir orando. Tarde o temprano, otros se nos unirán y la obra crecerá. Dios puede hacer por cualquier persona o iglesia lo que hizo por este pastor y su congregación, si estamos dispuestos a tomar en serio las promesas de Dios y el poder de la oración.

Las bendiciones de la oración corporativa

En el libro de Joel nos encontramos con una nación en gran aflicción espiritual. Como resultado de esta aflicción, se les ordenó a los líderes que convocaran una asamblea solemne, y reunieran al pueblo para ayunar y orar. ¿Cuál sería el resultado de dedicar ese tiempo a la súplica y la intercesión? El profeta no solo nos dice que Dios eliminaría la plaga de langostas y satisfaría sus necesidades de alimento (Joel 2:18, 19, 25, 26), sino también podemos ver que habría un gran derramamiento del Espíritu: “Después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días” (vers. 28, 29).

«Él derramará en tal manera su Espíritu sobre su pueblo que este se convertirá en una luz en medio de la oscuridad moral, y se reflejará una gran luz en todas partes del mundo».

Elena de White comenta al respecto: “Si esta profecía de Joel halló un cumplimiento parcial en los días de los apóstoles, estamos viviendo en un tiempo cuando se ha de manifestar aún más evidentemente al pueblo de Dios. Él derramará en tal manera su Espíritu sobre su pueblo que este se convertirá en una luz en medio de la oscuridad moral, y se reflejará una gran luz en todas partes del mundo. Ojalá aumentara nuestra fe para que el Señor pudiera obrar poderosamente con su pueblo”.3

La iglesia adventista más grande del mundo se encuentra en Shenyang, China (cerca de la frontera con Corea del Norte), y tiene más de seis mil miembros. Esta iglesia comenzó con solo nueve miembros, y ya ha producido más de trescientos nuevos grupos, que van desde unos cincuenta miembros hasta varias centenas.

Cuando el pastor Mark Finley preguntó al pastor cuál era el secreto de ese asombroso crecimiento, este le respondió que era ¡la oración! “Todas las mañanas nos reunimos desde las 4:30 hasta las 6, y asisten regularmente unas 150 personas. Estos momentos de oración hacen que el poder de Dios genere crecimiento y reavivamiento.

“Entonces, el pastor Finley preguntó por qué a las 4:30, ¡tan temprano! El pastor de la iglesia respondió que lo hacían así porque las personas son profesionales ocupados que tienen que ir a trabajar, madres con niños que cuidar y también estudiantes atareados que tienen que asistir a clase”. Por esto, ellos se reúnen antes de comenzar con las responsabilidades del día.

James Edwin Orr, historiador de los reavivamientos del mundo, escribió que “jamás se inició en lugar alguno del mundo un gran reavivamiento espiritual sin oración unida: cristianos que oran perseverantemente por reavivamiento”.4 Apropiémonos del don que se nos ofrece, el privilegio de la oración privada y corporativa. Se nos hace la promesa: “Cuando el camino esté preparado para el Espíritu de Dios, vendrá la bendición. Así como Satanás no puede cerrar las ventanas del cielo para que la lluvia venga sobre la Tierra, así tampoco puede impedir que descienda un derramamiento de bendiciones sobre el pueblo de Dios”.5

Desesperados para que Dios obre

Muchos de nosotros podríamos aprender valiosas lecciones de nuestros hermanos de Asia. Sus historias nos deberían inspirar a preguntarnos: “¿Sentimos desesperación por ver que el Espíritu Santo sea derramado en nuestra vida y ministerio? ¿Sentimos hoy desesperación por tener un reavivamiento personal? ¿Tenemos la suficiente desesperación para salir de nuestra cómoda rutina, y unirnos con nuestros hermanos y hermanas en oración?”

Cierta vez escuché de un hombre que le preguntó a su pastor qué necesitaba para vivir un verdadero reavivamiento del Espíritu Santo en su vida y su ministerio. El pastor le explicó que tendría que bautizarlo para demostrárselo. Al hombre esto le pareció un poco extraño, pero consintió. Ya en el bautisterio, el pastor cubrió la nariz del hombre y con cuidado lo sumergió en el agua. Pero, en vez de sacarlo del agua, el pastor lo mantuvo allí. Sin estar seguro de lo que estaba sucediendo, el hombre forcejeó un poco, pero el pastor lo estaba sosteniendo con firmeza. Después de unos instantes, el hombre entró en pánico y, pensando que el pastor estaba tratando de ahogarlo, comenzó a dar manotazos con violencia, tratando de liberarse. En ese momento, el pastor lo sacó a la superficie.

Con gran agitación, jadeando para tomar aire, el hombre gritó: “¿Se puede saber qué rayos está tratando de hacer? ¿Acaso quiere ahogarme?”

El pastor respondió con calma: “Cuando desees el reavivamiento tan desesperadamente, como recién al desear volver a respirar, entonces el Señor lo enviará”.

Cuando se trata del éxito y el honor mundanos, manifestamos gran fervor. Se aclama a los deportistas por su fortaleza, y las personas de influencia son apreciadas por su perseverancia y dedicación. Pero ¿qué sucede con nuestra perseverancia para buscar la Perla de gran precio? ¿Qué sucede con nuestro fervor por obtener tesoros celestiales?

“Desear lo bueno y la verdadera santidad es correcto en sí, pero si te detienes allí, de nada te servirá. Los buenos propósitos son loables, pero no tendrán valor a menos que se lleven resueltamente a cabo. […]

“La mayoría de los que profesan ser cristianos no tienen idea de la fuerza espiritual que podrían tener si fuesen tan ambiciosos, celosos y perseverantes para alcanzar el conocimiento de las cosas divinas como lo son para obtener las miserables y perecederas cosas de esta vida. Las masas que profesan ser cristianas se satisfacen con su condición de enanos espirituales”.6

“Muchos se perderán aunque esperaron y desearon ser cristianos, pero no hicieron esfuerzos fervientes; por lo tanto, serán pesados en la balanza y hallados faltos”.7

No seamos pesados en la balanza y hallados faltos. Nuestras oraciones deberían ser desesperadas, urgentes, que esperen grandes cosas. Dios se deleita en honrar las oraciones desesperadas, especialmente cuando su pueblo avanza unido, apoyándose con fe en su Palabra. Sí, ¡el Cielo se mueve cuando el pueblo de Dios ora!RA


Melody Mason es coordinadora de Unidos en oración, y asistente del Ministerio de Reavivamiento y Reforma de la Asociación General. También es autora del libro Atrévete a pedir más, que será publicado próximamente por la ACES.


Referencias

1 Elena de White, Review and Herald (19 de marzo de 1895).
2 __________, Patriarcas y profetas, pp. 201, 202.
3 Comentario bíblico adventista, t. 4, p. 1.196.
4 J. Oswalds Sanders, Prayer Power Unlimited [El ilimitado poder de la oración] (Chicago: Moody Press, 1977), p. 120.
5 Elena de White, Mensajes selectos, t. 1, p. 151.
6 Elena de White, Consejos para la iglesia, pp. 268, 269; énfasis añadido.
7 Ibíd., p. 268.

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1 Comentario

  1. Rudy Carranza

    Bendiciones, es un tema muy edificante y desde ahora lucharé mas en oración.

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