LA LARGA ESPERA

19/09/2025

Día 4 | Semana de oración «Rumbo a las estrellas»

Esperar puede ser difícil.

Tras el colapso de una sección de un túnel en construcción al norte del Himalaya, en noviembre de 2023, cuarenta y un obreros quedaron atrapados detrás de una enorme pila de escombros. Se esperaba que el túnel de casi cinco kilómetros mejorara el acceso a los sitios de peregrinación hindú y brindara oportunidades de desarrollo económico. La construcción se estaba llevando a cabo en un área descrita por un geólogo como «una masa rocosa débil», donde se sabía que era posible un colapso. Después de numerosos intentos de llegar a los trabajadores atrapados utilizando maquinaria sofisticada, sin ningún resultado, un equipo de veinticuatro mineros excavó a mano a través de una enorme pila de escombros y accedió a los trabajadores afectados. Después de vivir con angustia diecisiete ansiosos días atrapados detrás de una enorme pila de escombros, uno de los rescatados dijo: «Cuando se hizo evidente que estaríamos allí durante mucho tiempo, nos inquietamos». Sin embargo, a pesar de lo difícil que fue esperar a que llegaran los rescatistas, el mismo hombre dijo «jamás perdí la esperanza».

NUESTRA BENDITA ESPERANZA

Tras el catastrófico colapso de la integridad humana en el Edén, hace seis mil años, este mundo está esperando ser rescatado.
«Sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora» (Rom. 8:22). En todo el mundo, las personas luchan con desafíos que ningún ser humano puede resolver. Si bien las presiones personales, físicas, relacionales y sociales continúan intensificándose, nada señala que esos desafíos actuales puedan remediarse mediante la intervención humana.

Sin embargo, como hijos de Dios, esperamos un futuro brillante. Porque, al igual que el dramático rescate de los mineros en la India, un día, la segunda venida de Cristo interrumpirá la vida tal como la conocemos y marcará el comienzo de la eternidad. «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron» (Apoc. 21:4). Dado que la iglesia ha proclamado, escrito y anhelado por mucho tiempo la segunda venida de Cristo, algunos pueden preguntarse si es razonable creer que Jesús regresará pronto. Aunque los escritores y oradores señalan la iniquidad prevaleciente en el mundo como evidencia de la proximidad de la segunda venida, sabemos que el mundo ha sido pecaminoso durante mucho tiempo. El primero que nació en el planeta se convirtió en asesino. Hace más de cuatro mil años, la corrupción se hizo tan grande que Dios destruyó el mundo con un diluvio, preservando solo a ocho personas. No es de extrañar que algunos puedan decir: «¿Dónde está la promesa de su advenimiento?» (2 Ped. 3:4).

Pero el creyente que aguarda la «esperanza bienaventurada» (Tito 2:13), tiene en cuenta que la Biblia dice: «Por fe andamos, no por vista» (2 Cor. 5:7). Aunque no podemos saber el día ni la hora del regreso de Jesús, tenemos todas las razones para confiar en que Dios es fiel a su palabra.

ESPEREMOS LA PROMESA

Algunos estudiosos creen que cuando Caín nació, Eva creyó que había dado a luz al Mesías. Elena White escribió que Adán y Eva «dieron gozosamente la bienvenida a su primogénito, esperando que fuese el Libertador. Pero el cumplimiento de la promesa tardó».2 Pasarían varios miles de años antes de que llegara el Mesías.

Después de que Dios le prometió a Abraham la tierra de Canaán, pasó aproximadamente medio milenio hasta que los hijos de Israel pudieron entrar a la Tierra Prometida. Un hebreo esclavizado que trabajaba bajo el ardiente sol egipcio podría haber sido tentado a creer que el pueblo de Dios permanecería en cautiverio para siempre. Cuando «se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José» (Éxo. 1:8), pensar en la Tierra Prometida podría haber parecido una fantasía. Sin embargo, en una dramática serie de milagros, los primogénitos de cada familia egipcia perecieron; columnas de fuego y de una nube guiaron y protegieron al pueblo de Dios; y el Mar Rojo se dividió milagrosamente, permitiendo que el pueblo de Dios escapara del cautiverio. Después de una larga espera, quedó repentinamente libre.

Es parte de la naturaleza humana mirar el cumplimiento de las profecías y tratar de medir cuán cerca estamos del regreso de Jesús. Las guerras, las epidemias, la inestabilidad financiera y los avances tecnológicos nos señalan que la segunda venida es inminente. Después de enumerar las señales de su venida, Jesús informó a los discípulos de las edades futuras que «cuando estas cosas comiencen a suceder» (Luc. 21:28), podemos saber que su regreso no solo está cerca, sino «a las puertas». (Mat. 24:33). No obstante, las madres y los padres de Israel, que estaban convencidos de que verían el regreso de Jesús antes de morir, continúan pasando al descanso antes de ver que los cielos se enrollan como un pergamino (cf. Apoc. 6:14).

Las señales de los tiempos no actúan tanto como señales que nos dicen cuánto viajar sino más bien como señales que nos informan en qué camino estamos.

¿DÓNDE ESTAMOS?

Las señales de los tiempos, tal como fueron reveladas por Jesús, no actúan tanto como señales que nos dicen cuánto viajar sino más bien como señales que nos informan en qué camino estamos. Una persona que conduzca de Londres a Leeds, en el Reino Unido, sabrá al salir de Londres que tiene aproximadamente 320 kilómetros hasta llegar a destino. Sin embargo, incluso sin saber la distancia, el letrero que dice Autopista M1 le permite saber que está en el camino correcto.

En el tomo 9 del libro Testimonios para la iglesia, Elena White escribe lo siguiente: «Grandes cambios están a punto de producirse en el mundo, y los movimientos finales serán rápidos».3 Los acontecimientos que traerán el regreso de Jesús se cumplirán rápidamente, en un tiempo que pocos esperan. Tenemos que aguardar a Jesús con paciencia y fe, creyendo que regresará y nos recibirá a sí mismo, para que donde él está, allí estemos nosotros también (véase Juan 14:3).

«No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa, pues os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. “Porque aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; pero si retrocede, no agradará a mi alma”. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma» (Heb. 10:35-39).

Más allá de las apariencias y del tiempo que hayamos esperado, sabemos que Jesús regresará pronto. Lo ha prometido. Y en ese día, al igual que los obreros atrapados en la India, seremos rescatados y liberados de un mundo atado por el pecado, para disfrutar de las bendiciones de la vida eterna.
Ojalá que se diga también del pueblo de Dios: «Nunca perdimos la esperanza».

John Bradshaw, pastor y presidente de It Is Written (Escrito está), un ministerio de medios de evangelización con sede en Collegedale (Tennessee, EE. UU.).

_____

1 Shweta Sharma, «“We were hungry, but we never lost hope”: Survivors recount 17-day ordeal trapped in India tunnel»
29 de noviembre de 2023. https://www.independent.co.uk/asia/india/uttarakhand-tunnel-rescue-silkyara-collapse-
b2455217.html. Consultado el 22 de enero de 2025.
2 Elena White, El Deseado de todas las gentes (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1955), p. 23.
3 Elena White, Testimonios para la iglesia, t. 9 (Miami, Fl.: Asoc. Publ. Interamericana, 1998), p. 11.

Día 1: https://revistaadventista.editorialaces.com/la-esperanza-de-los-siglos/

Día 2:https://revistaadventista.editorialaces.com/solo-tengo-tus-manos/

Día 3:https://revistaadventista.editorialaces.com/la-mision/

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