¿Qué es la espiritualidad? No siempre resulta fácil definirla. Está relacionada con tener un propósito y un sentido en la vida y mantener un vínculo o relación con Dios. La espiritualidad también tiene que ver con tener convicción, confianza y estar motivado para hacer lo correcto.
Algunas veces puede existir una desconexión entre la autodefinición como “individuo espiritual” de una persona y la conciencia de lo que significa “ser espiritual”. Además, existe una importante diferencia entre la religión y la espiritualidad. Es decir, pertenecer a una religión, ir a la iglesia o cumplir con normas eclesiásticas no asegura que una persona sea espiritual.
Pero ¿qué tan importante es la espiritualidad? ¿De qué manera impacta en la felicidad o el éxito de la familia? Entre otros aspectos, se ha demostrado que la espiritualidad da propósito y valor a la persona; además, estimula la esperanza, refuerza las normas sociales positivas y proporciona una red social de apoyo. Todos estos elementos mejoran el bienestar personal de cada uno de los miembros de las familias espiritualmente fuertes.1
La espiritualidad también brinda una mayor capacidad para hacer frente y superar los principales desafíos y dificultades de la vida. Los niños y los adolescentes que crecen en familias con un fuerte sentido de espiritualidad tienden a ser más optimistas y felices, y a desarrollar una autoestima saludable. Manifiestan menos probabilidad de conductas de riesgo o autodestructivas, y también ayuda a reducir el estrés y la depresión.2
Una investigación analizó la influencia de la espiritualidad en 228 matrimonios adventistas, y descubrió que la religiosidad reducía las emociones negativas; favorecía el compromiso y la fidelidad, mayor empatía, amabilidad y actitud conciliadora, teniendo como resultado más respeto mutuo y una mejor resolución de conflictos.3
Por si fuera poco, la espiritualidad en la familia también tiene un efecto positivo en la salud física de sus miembros, porque ayuda a fortalecer el sistema inmune, reduce la hipertensión arterial, favorece las recuperaciones posquirúrgicas, y ayuda a dormir mejor y a estar más alerta.4
Por supuesto, en vista de esto, surge la inquietud: ¿Cómo puedo fomentar la espiritualidad en mi familia? Los siguientes consejos pueden ser de utilidad:
Analiza primero tu propia vida espiritual. ¿Qué pienso acerca de Dios? ¿Qué lugar ocupa él en mi vida? ¿Me preocupo por mantener una conexión significativa con él? La espiritualidad de tu familia será un reflejo de tu propia espiritualidad como padre o madre.
La fe no es solo lo que decimos, sino lo que hacemos. Por ello, la espiritualidad debe llegar a ser parte de la vida diaria y verse reflejada aun en las cosas más sencillas, como las palabras y los actos de bondad y amor.
«Debe llegar a ser parte de la vida diaria y verse reflejada aUn en las cosas más sencillas».
Fomenta las conversaciones espirituales en tu familia. Si bien es bueno conocer la historia bíblica y repetir versículos de memoria, las enseñanzas bíblicas deben ser aplicadas a la vida práctica diaria.
Comparte con tus hijos tus propias experiencias espirituales, los desafíos enfrentados con la ayuda de Dios, los altibajos, etc. A su vez, escucha atentamente lo que tus hijos comparten sobre su propia experiencia espiritual, sin confrontarlos negativamente ni descalificar públicamente sus comentarios.
Señala las cosas simples de la vida cotidiana que reflejan el actuar de Dios. El ser agradecidos a Dios por las pequeñas cosas que suceden a diario puede fomentar la espiritualidad de la familia. Ayuda a cada miembro a identificar esos sucesos y a tener una actitud agradecida hacia Dios.
Por último, recuerda que “solo la presencia de Cristo puede hacer felices a hombres y mujeres. Cristo puede transformar todas las aguas comunes de la vida en vino celestial. El hogar viene a ser entonces un Edén de bienaventuranza; la familia, un hermoso símbolo de la familia celestial” (El hogar cristiano, p. 24).
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